¡Ay, Dios mío! Aquí vamos otra vez con esto del hampa que nos tiene a todos temblando. Resulta que alias Cotoño, ese personaje que ya había dado de qué hablar en las redes sociales por andar amenazando con fieras, ahora está metido hasta el cuello en el asesinato del subjefe del OIJ, Geiner Zamora. Se confirma lo que muchos sospechábamos, la cosa va más allá de una simple venganza personal, estamos hablando de una red bien organizada y peligrosa.
Como les cuento, Cotoño no es precisamente un novato en esto de meterse en problemas. Antes ya había tenido roces con la ley por una intentona de homicidio en Guápiles, una jugada turbia contra unos hermanos, ¡hijos de un supuesto lugarete de Alejandro Arias Monge, alias Diablo! Ese nombre sí que da escalofríos a cualquiera que conozca la historia de esta zona, un tipo con fama de intocable y con una recompensa millonaria puesta por la DEA encima. Da que pensar cómo estos personajes siguen campando a sus anchas mientras nuestros polis se rompen el lomo tratando de mantener el orden.
Según el director del OIJ, Michael Soto, Cotoño era el proveedor, el que conseguía todo el material necesario para ejecutar el plan macabro: armas, billetes, celulares y hasta una moto rápida para moverse sin levantar sospechas. Esto pinta para algo bien planeado, no un acto impulsivo. El mae estaba listo para hacer la faena, como decimos nosotros, y parece que tuvo la aprobación de Diablo para llevarla a cabo. ¡Imagínense la confianza que tiene Diablo en sus secuaces!
Todo empezó el 31 de enero pasado, cuando el pobre Zamora entró a un restaurante en Guápiles y un sujeto, Méndez Núñez, apodado el gatillero, le descargó una ráfaga de balas. Pero no anduvo solo, claro, tenía cómplices vigilando desde adentro, asegurándose de que el trabajo se hiciera perfecto. Zamora luchó por su vida durante días, pero finalmente sucumbió a sus heridas. Un golpe duro para la policía y para toda la comunidad, que perdía a un servidor público comprometido con combatir el delito.
Y ahora, resulta que el OIJ está haciendo una movida importante con 14 allanamientos en Guápiles y alrededores, buscando desmantelar toda la organización detrás de este crimen. Están revisando propiedades, celdas e incluso una bodega en Jiménez que podría estar sirviendo como depósito de drogas. Parece que quieren ir a fondo y atrapar a todos los involucrados, desde los que dieron la orden hasta los que recogieron las mochilas después. ¡Que no se escapen ni los más astutos!
La lista de sospechosos sigue creciendo, pasando de cinco a un número aún mayor. Este caso se ha convertido en un símbolo de la violencia que azota nuestra región, un recordatorio de que los criminales están dispuestos a todo para proteger sus intereses. Además, según las investigaciones, esta banda se dedica al tráfico de droga a nivel local, y Zamora, justamente, estaba investigando esos casos. Ahí entendemos el móvil: silenciar a alguien que les ponía las cosas difíciles.
Zamora dejó un legado de 15 años de servicio, liderando investigaciones contra organizaciones como Los Castrol y, por supuesto, contra Diablo y sus secuaces. Era un poli aguerrido, que no se echaba atrás frente a nadie. Su muerte deja un vacío enorme en la institución y en la lucha contra el crimen organizado. El caso 25-000269-0066-PE ya está abierto, y se espera que pronto tengamos más novedades sobre los implicados. ¡Esperemos que la justicia prevalezca y que estos maleantes paguen por sus actos!
Ahora bien, con tanta información fluyendo sobre este caso, me pregunto: ¿cree usted que las autoridades realmente tienen la capacidad de desarticular por completo estas organizaciones criminales o seguirá siendo una batalla constante, con victorias temporales y nuevas amenazas emergiendo constantemente? Compartan sus opiniones en el foro, ¡me interesa saber qué piensa la gente!
Como les cuento, Cotoño no es precisamente un novato en esto de meterse en problemas. Antes ya había tenido roces con la ley por una intentona de homicidio en Guápiles, una jugada turbia contra unos hermanos, ¡hijos de un supuesto lugarete de Alejandro Arias Monge, alias Diablo! Ese nombre sí que da escalofríos a cualquiera que conozca la historia de esta zona, un tipo con fama de intocable y con una recompensa millonaria puesta por la DEA encima. Da que pensar cómo estos personajes siguen campando a sus anchas mientras nuestros polis se rompen el lomo tratando de mantener el orden.
Según el director del OIJ, Michael Soto, Cotoño era el proveedor, el que conseguía todo el material necesario para ejecutar el plan macabro: armas, billetes, celulares y hasta una moto rápida para moverse sin levantar sospechas. Esto pinta para algo bien planeado, no un acto impulsivo. El mae estaba listo para hacer la faena, como decimos nosotros, y parece que tuvo la aprobación de Diablo para llevarla a cabo. ¡Imagínense la confianza que tiene Diablo en sus secuaces!
Todo empezó el 31 de enero pasado, cuando el pobre Zamora entró a un restaurante en Guápiles y un sujeto, Méndez Núñez, apodado el gatillero, le descargó una ráfaga de balas. Pero no anduvo solo, claro, tenía cómplices vigilando desde adentro, asegurándose de que el trabajo se hiciera perfecto. Zamora luchó por su vida durante días, pero finalmente sucumbió a sus heridas. Un golpe duro para la policía y para toda la comunidad, que perdía a un servidor público comprometido con combatir el delito.
Y ahora, resulta que el OIJ está haciendo una movida importante con 14 allanamientos en Guápiles y alrededores, buscando desmantelar toda la organización detrás de este crimen. Están revisando propiedades, celdas e incluso una bodega en Jiménez que podría estar sirviendo como depósito de drogas. Parece que quieren ir a fondo y atrapar a todos los involucrados, desde los que dieron la orden hasta los que recogieron las mochilas después. ¡Que no se escapen ni los más astutos!
La lista de sospechosos sigue creciendo, pasando de cinco a un número aún mayor. Este caso se ha convertido en un símbolo de la violencia que azota nuestra región, un recordatorio de que los criminales están dispuestos a todo para proteger sus intereses. Además, según las investigaciones, esta banda se dedica al tráfico de droga a nivel local, y Zamora, justamente, estaba investigando esos casos. Ahí entendemos el móvil: silenciar a alguien que les ponía las cosas difíciles.
Zamora dejó un legado de 15 años de servicio, liderando investigaciones contra organizaciones como Los Castrol y, por supuesto, contra Diablo y sus secuaces. Era un poli aguerrido, que no se echaba atrás frente a nadie. Su muerte deja un vacío enorme en la institución y en la lucha contra el crimen organizado. El caso 25-000269-0066-PE ya está abierto, y se espera que pronto tengamos más novedades sobre los implicados. ¡Esperemos que la justicia prevalezca y que estos maleantes paguen por sus actos!
Ahora bien, con tanta información fluyendo sobre este caso, me pregunto: ¿cree usted que las autoridades realmente tienen la capacidad de desarticular por completo estas organizaciones criminales o seguirá siendo una batalla constante, con victorias temporales y nuevas amenazas emergiendo constantemente? Compartan sus opiniones en el foro, ¡me interesa saber qué piensa la gente!