¡Ay, mi gente! Resulta que tenemos un lugar pa’ hablar en San Rafael de Alajuela, un sitio que anda dando tela con la calidad de la educación que le meten a los muchachos. Hablo del Country Day School (CDS), un colegio que no es precisamente pa’ cualquiera, pero que sí parece estar formando a la próxima generación de ticos listos pa’ comérselo el mundo.
Este colegio ya lleva tiempo ahí, echándole ganas. No es novedad que Costa Rica siempre ha tenido una visión internacional, y el CDS parece que le está poniendo turbo a eso. Se trata de ir más allá del bilingüismo, de formar personas con criterio, capaces de desenvolverse en cualquier esquina del planeta. Imagínate, más de 30 nacionalidades conviviendo en un mismo campus… ¡eso sí es potenciar la mente!
Jonathan Morera, el coordinador de admisiones, me comentó que buscan chicos con mentalidad global, pero sin olvidar sus raíces. Dice que quieren que sepan quiénes son, de dónde vienen, y que mantengan esos valores tan nuestros: la humildad, la calidez, la pura vida. Porque no se trata solamente de tener conocimientos, sino de saber cómo aplicarlos con responsabilidad y empatía. Eso sí que es importante, ¿verdad?
Lo que más me agarró de este brete es cómo le meten a la tecnología. No es simplemente ponerle computadoras a los nenes, sino integrarla de verdad en el proceso de aprendizaje. Proyectos interdisciplinarios, laboratorios de innovación... ¡parece sacado de una película de ciencia ficción! Pero la idea es buena: preparar a los estudiantes pa’ los desafíos del siglo XXI, que no van a ser fáciles, se los digo yo.
Y hablando de desafíos, hay que reconocer que estudiar en un lugar así requiere compromiso. No es solamente asistir a clases, sino involucrarse en proyectos, participar en actividades extracurriculares, salir de la zona de confort. Pero creo que vale la pena. Según cuentan, los graduados del CDS tienen facilidades pa’ entrar a universidades top en Estados Unidos, Europa, e incluso en Asia. ¡Eso abre muchísimas puertas, mae!
Otro aspecto que rescato es la importancia que le dan a la comunidad familiar. No es un colegio donde los padres son meros espectadores. Ahí se involucran, participan en actividades, trabajan mano a mano con los maestros. Esa unión entre el hogar y la escuela ayuda a fortalecer los valores de respeto, colaboración y apertura que promueven en el CDS. Un buen apoyo en casa siempre hace la diferencia, vamos.
Me imagino a estos niños creciendo rodeados de diferentes culturas, aprendiendo a comunicarse en varios idiomas, desarrollando habilidades que la mayoría de nosotros ni siquiera podemos imaginar. Es una inversión enorme, claro, pero también una apuesta por el futuro de nuestro país. Si queremos que Costa Rica siga siendo competitiva a nivel global, necesitamos profesionales preparados, con visión, y con la capacidad de adaptarse a cualquier situación. Y si el CDS está contribuyendo a eso, pues ¡bienvenido sea!
Ahora bien, con toda esta conversación, me pregunto: ¿cree usted que el enfoque internacionalista de colegios como el CDS es realmente beneficioso para la identidad cultural costarricense, o estamos perdiendo un poco de nuestra esencia al enfocarnos tanto en la globalización? ¿Deberíamos priorizar la educación tradicional o apostar por modelos más innovadores y adaptados a las necesidades del mundo moderno? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensa la gente!
Este colegio ya lleva tiempo ahí, echándole ganas. No es novedad que Costa Rica siempre ha tenido una visión internacional, y el CDS parece que le está poniendo turbo a eso. Se trata de ir más allá del bilingüismo, de formar personas con criterio, capaces de desenvolverse en cualquier esquina del planeta. Imagínate, más de 30 nacionalidades conviviendo en un mismo campus… ¡eso sí es potenciar la mente!
Jonathan Morera, el coordinador de admisiones, me comentó que buscan chicos con mentalidad global, pero sin olvidar sus raíces. Dice que quieren que sepan quiénes son, de dónde vienen, y que mantengan esos valores tan nuestros: la humildad, la calidez, la pura vida. Porque no se trata solamente de tener conocimientos, sino de saber cómo aplicarlos con responsabilidad y empatía. Eso sí que es importante, ¿verdad?
Lo que más me agarró de este brete es cómo le meten a la tecnología. No es simplemente ponerle computadoras a los nenes, sino integrarla de verdad en el proceso de aprendizaje. Proyectos interdisciplinarios, laboratorios de innovación... ¡parece sacado de una película de ciencia ficción! Pero la idea es buena: preparar a los estudiantes pa’ los desafíos del siglo XXI, que no van a ser fáciles, se los digo yo.
Y hablando de desafíos, hay que reconocer que estudiar en un lugar así requiere compromiso. No es solamente asistir a clases, sino involucrarse en proyectos, participar en actividades extracurriculares, salir de la zona de confort. Pero creo que vale la pena. Según cuentan, los graduados del CDS tienen facilidades pa’ entrar a universidades top en Estados Unidos, Europa, e incluso en Asia. ¡Eso abre muchísimas puertas, mae!
Otro aspecto que rescato es la importancia que le dan a la comunidad familiar. No es un colegio donde los padres son meros espectadores. Ahí se involucran, participan en actividades, trabajan mano a mano con los maestros. Esa unión entre el hogar y la escuela ayuda a fortalecer los valores de respeto, colaboración y apertura que promueven en el CDS. Un buen apoyo en casa siempre hace la diferencia, vamos.
Me imagino a estos niños creciendo rodeados de diferentes culturas, aprendiendo a comunicarse en varios idiomas, desarrollando habilidades que la mayoría de nosotros ni siquiera podemos imaginar. Es una inversión enorme, claro, pero también una apuesta por el futuro de nuestro país. Si queremos que Costa Rica siga siendo competitiva a nivel global, necesitamos profesionales preparados, con visión, y con la capacidad de adaptarse a cualquier situación. Y si el CDS está contribuyendo a eso, pues ¡bienvenido sea!
Ahora bien, con toda esta conversación, me pregunto: ¿cree usted que el enfoque internacionalista de colegios como el CDS es realmente beneficioso para la identidad cultural costarricense, o estamos perdiendo un poco de nuestra esencia al enfocarnos tanto en la globalización? ¿Deberíamos priorizar la educación tradicional o apostar por modelos más innovadores y adaptados a las necesidades del mundo moderno? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensa la gente!
