¡Ay, Dios mío, qué vara! Resulta que la cosa de Crucitas, esa mina que le dio dolores de cabeza al país entero, sigue siendo un brete pa’l bolsillo de todos los costarricenses. Según el ministro Mario Zamora, ya llevamos gastados más de mil quinientos millones de colones solamente en cuidar esa zona. Mil quinientos millones, idiay, ¡eso da pa’ construir unas cuantas escuelas!
Para refrescarle la memoria a los más jóvenes, allá por el 2010 estalló todo el asunto de la minería ilegal en Crucitas, Guanacaste. Un hormiguero de personas cavando a diestra y siniestra buscando oro, sin respetar ni los ríos, ni las leyes. Hubo protestas, investigaciones, clausuras... y luego, silencio. Pero el silencio resultó ser caro, muy caro.
Zamora, en una entrevista con Grupo Extra, soltó la bomba de los mil quinientos millones. Dijo que todo este dinero se ha ido en operativos policiales, salarios de los oficiales, equipos… Una verdadera hemorragia financiera para el Estado. Y encima, dice el ministro, aún no tenemos un plan definitivo para la zona. ¡Qué despiche!
Lo más preocupante es que, a pesar de haber dinamitado treinta y cuatro túneles clandestinos, los coligalleros, como los llaman, no se rinden. Están planeando volver a buscar el oro, ahora sí con más sigilo. Zamora advierte que, con sus noventa hectáreas, la zona necesitaría unos cinco mil policías trabajando las veinticuatro horas del día para controlar todo. ¡Imagínate la factura!
Y claro, ahí entra el factor económico. El oro está cotizando a casi tres mil cuatrocientos dólares la onza, lo que significa que cada gramito vale una fortuna. Eso motiva a mucha gente a arriesgarse, aunque tenga que saltarse las reglas. Por eso la policía anda con rotaciones de oficiales, tratando de evitar que se les pongan cómodos con los coligalleros y se les oculte alguna cosita.
Pero no todo es fuerza bruta. Ahora la policía está usando tecnología de punta: drones, cámaras con visión nocturna e incluso campamentos móviles para vigilar la zona. Dicen que están aprovechando al máximo estos aparatos para detectar cualquier movimiento sospechoso. Ya saben, 'ojos en el cielo' para que nadie se salga con la suya.
Un diputado, Luis Diego Vargas, está insistiendo en la necesidad de aprobar un proyecto de ley que agilice el proceso. Dice que llevan tiempo trabajando en él, pero necesitan que pase rápido por la Asamblea Legislativa. Porque, como él mismo reconoce, la gente está harta de esta situación y exige soluciones. 'No puede esperar más', enfatizó el legislador. ¡Qué carga si esto se arrastra todavía más!
En fin, la cosa está clara: la vaina de Crucitas es un hueso duro de roer que seguirá sacándole canas verdes a los gobiernos. Con tanto dinero invertido y tanta ambición de encontrar oro, parece que este problema tendrá vida larga. ¿Ustedes creen que realmente podemos ponerle fin a esta historia o estamos condenados a seguir pagando la cuenta por la avaricia de algunos?
Para refrescarle la memoria a los más jóvenes, allá por el 2010 estalló todo el asunto de la minería ilegal en Crucitas, Guanacaste. Un hormiguero de personas cavando a diestra y siniestra buscando oro, sin respetar ni los ríos, ni las leyes. Hubo protestas, investigaciones, clausuras... y luego, silencio. Pero el silencio resultó ser caro, muy caro.
Zamora, en una entrevista con Grupo Extra, soltó la bomba de los mil quinientos millones. Dijo que todo este dinero se ha ido en operativos policiales, salarios de los oficiales, equipos… Una verdadera hemorragia financiera para el Estado. Y encima, dice el ministro, aún no tenemos un plan definitivo para la zona. ¡Qué despiche!
Lo más preocupante es que, a pesar de haber dinamitado treinta y cuatro túneles clandestinos, los coligalleros, como los llaman, no se rinden. Están planeando volver a buscar el oro, ahora sí con más sigilo. Zamora advierte que, con sus noventa hectáreas, la zona necesitaría unos cinco mil policías trabajando las veinticuatro horas del día para controlar todo. ¡Imagínate la factura!
Y claro, ahí entra el factor económico. El oro está cotizando a casi tres mil cuatrocientos dólares la onza, lo que significa que cada gramito vale una fortuna. Eso motiva a mucha gente a arriesgarse, aunque tenga que saltarse las reglas. Por eso la policía anda con rotaciones de oficiales, tratando de evitar que se les pongan cómodos con los coligalleros y se les oculte alguna cosita.
Pero no todo es fuerza bruta. Ahora la policía está usando tecnología de punta: drones, cámaras con visión nocturna e incluso campamentos móviles para vigilar la zona. Dicen que están aprovechando al máximo estos aparatos para detectar cualquier movimiento sospechoso. Ya saben, 'ojos en el cielo' para que nadie se salga con la suya.
Un diputado, Luis Diego Vargas, está insistiendo en la necesidad de aprobar un proyecto de ley que agilice el proceso. Dice que llevan tiempo trabajando en él, pero necesitan que pase rápido por la Asamblea Legislativa. Porque, como él mismo reconoce, la gente está harta de esta situación y exige soluciones. 'No puede esperar más', enfatizó el legislador. ¡Qué carga si esto se arrastra todavía más!
En fin, la cosa está clara: la vaina de Crucitas es un hueso duro de roer que seguirá sacándole canas verdes a los gobiernos. Con tanto dinero invertido y tanta ambición de encontrar oro, parece que este problema tendrá vida larga. ¿Ustedes creen que realmente podemos ponerle fin a esta historia o estamos condenados a seguir pagando la cuenta por la avaricia de algunos?
