¡Ay, Dios mío! Quién lo diría, seguimos hablando de esto… La Cruz Roja, esos corazones nobles, están sacudiendo la olla con un llamado urgente sobre el uso de armas explosivas. No es un juego, amigos, ni un tema lejano. Lo que pasa en otros lados, eventualmente nos puede tocar también, y eso da qué pensar.
Resulta que nuestros representantes estuvieron en una conferencia internacional, la EWIPA, tratando de ponerle trabas al asunto de las bombas y explosivos en zonas habitadas. Parece mentira, pero todavía hay gente que piensa que lanzar dinamita en medio de barrios populares es una estrategia sensata. ¡Qué torta!
La cosa es clara: el uso de estas cosas no discrimina. Van pa’ arriba, reventan todo a su paso y dejan un reguero de dolor y destrucción. La Cruz Roja lo puso bien claro: muertes, heridos gravísimos, traumas psicológicos que tardan años en sanar... y encima, destruyen hospitales, escuelas, negocios, ¡todo! Imagínate quedarte sin tu pulpería porque alguien decidió hacer una demostración de fuerza.
Y no piensen que esto es cuento chino. En los lugares donde hay conflicto armado, barrios enteros quedan convertidos en escombros. Familias enteras perdidas, vidas truncadas... Un panorama que te pone la piel de gallina, diay. Las cifras que maneja la Cruz Roja son alarmantes, pura data dura sobre sufrimiento humano. Ni hablar del estrés postraumático que afecta a niños y adultos, una carga emocional que pesa toneladas.
Ahora, la declaración EWIPA –que suena más a nombre de nave espacial que a tratado internacional– lleva años gestándose. Irlanda, de todas partes, tuvo que meterse pa’ que esto avanzara. Se supone que ya 83 países le dieron el visto bueno en Dublín, pero la pregunta es si realmente van a cambiar sus patrones. Promesas sonoras, ¿verdad?
Lo que pide la Cruz Roja ahora no es un favor, sino una obligación moral. Que dejen de jugar con fuego, que se concentren en proteger a la población civil. Facilitar la ayuda humanitaria, atender a los heridos, apoyar a las familias que lo han perdido todo, y buscar soluciones que eviten que esto vuelva a pasar. ¿Les parece fácil? Pues no lo es, mae. Requiere compromiso, recursos y, sobre todo, voluntad política.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) echó agua fría al asunto, diciéndonos que tenemos que enfocarnos en cumplir con lo que ya prometimos. Que no sirva de nada firmar papeles bonitos si luego no hacemos nada para evitar que las bombas sigan cayendo sobre la gente inocente. Es como comprarse un seguro y luego negarse a pagar la cuota. ¡Qué sal!
En fin, la verdad es que esta situación nos obliga a reflexionar. ¿Cómo podemos contribuir desde Costa Rica para construir un mundo más justo y seguro? ¿Será que necesitamos reforzar nuestra propia legislación para prohibir el comercio de armas explosivas o exigir mayores controles sobre su uso? Dime tú, ¿crees que nuestras autoridades están tomando en serio este llamado de la Cruz Roja, o simplemente lo van a dejar en el olvido como tantos otros temas urgentes?
Resulta que nuestros representantes estuvieron en una conferencia internacional, la EWIPA, tratando de ponerle trabas al asunto de las bombas y explosivos en zonas habitadas. Parece mentira, pero todavía hay gente que piensa que lanzar dinamita en medio de barrios populares es una estrategia sensata. ¡Qué torta!
La cosa es clara: el uso de estas cosas no discrimina. Van pa’ arriba, reventan todo a su paso y dejan un reguero de dolor y destrucción. La Cruz Roja lo puso bien claro: muertes, heridos gravísimos, traumas psicológicos que tardan años en sanar... y encima, destruyen hospitales, escuelas, negocios, ¡todo! Imagínate quedarte sin tu pulpería porque alguien decidió hacer una demostración de fuerza.
Y no piensen que esto es cuento chino. En los lugares donde hay conflicto armado, barrios enteros quedan convertidos en escombros. Familias enteras perdidas, vidas truncadas... Un panorama que te pone la piel de gallina, diay. Las cifras que maneja la Cruz Roja son alarmantes, pura data dura sobre sufrimiento humano. Ni hablar del estrés postraumático que afecta a niños y adultos, una carga emocional que pesa toneladas.
Ahora, la declaración EWIPA –que suena más a nombre de nave espacial que a tratado internacional– lleva años gestándose. Irlanda, de todas partes, tuvo que meterse pa’ que esto avanzara. Se supone que ya 83 países le dieron el visto bueno en Dublín, pero la pregunta es si realmente van a cambiar sus patrones. Promesas sonoras, ¿verdad?
Lo que pide la Cruz Roja ahora no es un favor, sino una obligación moral. Que dejen de jugar con fuego, que se concentren en proteger a la población civil. Facilitar la ayuda humanitaria, atender a los heridos, apoyar a las familias que lo han perdido todo, y buscar soluciones que eviten que esto vuelva a pasar. ¿Les parece fácil? Pues no lo es, mae. Requiere compromiso, recursos y, sobre todo, voluntad política.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) echó agua fría al asunto, diciéndonos que tenemos que enfocarnos en cumplir con lo que ya prometimos. Que no sirva de nada firmar papeles bonitos si luego no hacemos nada para evitar que las bombas sigan cayendo sobre la gente inocente. Es como comprarse un seguro y luego negarse a pagar la cuota. ¡Qué sal!
En fin, la verdad es que esta situación nos obliga a reflexionar. ¿Cómo podemos contribuir desde Costa Rica para construir un mundo más justo y seguro? ¿Será que necesitamos reforzar nuestra propia legislación para prohibir el comercio de armas explosivas o exigir mayores controles sobre su uso? Dime tú, ¿crees que nuestras autoridades están tomando en serio este llamado de la Cruz Roja, o simplemente lo van a dejar en el olvido como tantos otros temas urgentes?