¡Ay, Dios mío! Aquí seguimos con el mismo rollo de los cuidacarros en San José. Parece que ya se agarraron de raíz, ¿me entienden? Ni modo de sacarlos, pero bueno, al menos ahora tenemos algunas luces sobre qué tan complicado está el asunto.
Resulta que esto de tener a alguien cuidando el carro en la calle no es solo nuestro problema, sino que está bien metido en la cultura latina. Hasta en los lugares más seguros, como restaurantes caros o supermercados, te encuentras con un mae echándole ojo a los carros. Así lo explica el director de la Policía Municipal, Marcelo Solano, quien dice que la gente ya lo considera algo normal, pagarle una monedita al cuida para que esté ahí, aunque sea por pura costumbre.
Y ni hablar de lo que pasa en zonas como La California, el Hospital del Trauma, Sabana Sur y el Parque del Café, donde los cuidacarros andan con sus conos, palitos, ¡hasta con megáfono a veces! La Muni anda haciendo operativos, decomisando esos chuches, pero mantenerse encima de todos los puntos es una verdadera torta. Con el personal que tienen, es casi imposible cubrir toda la ciudad, diay.
Pero aquí viene lo más mamado: los cuidacarros a veces se aprovechan para hacer trapicheos. Retiran las multas que les ponen los inspectores, convence al conductor de que le evitaron una multa y luego, ¡zas!, le cobran por el supuesto favor. Luego, cuando el pobre va a pagar el marchamo, se lleva una sorpresa con todas esas multas pendientes. El mae se queda pensando, "¿Cómo pasó esto?", y no se da cuenta de que lo timearon.
Marcelo Solano nos cuenta que la clave está en cambiar la mentalidad de la gente, porque mientras lo vean como algo inofensivo, hasta beneficioso para alguien que necesita ganar unos colones, va a seguir así. Por eso, la Muni sigue interviniendo, confiscando cosas y denunciando a los que hagan daño o fraude, pero es un brete porque hay gente que los apoya y otros que exigen acción, un choque cultural, vamos.
Además, la pandemia no ayudó precisamente. Muchos perdieron sus empleos y vieron en cuidar carros una forma de sobrevivir. Aunque claro, no es la única opción y tampoco justifica meterse en problemas. Lo que necesitamos es que el gobierno cree programas de apoyo para estas personas, para que puedan encontrar trabajos dignos y dejar atrás esta "ocupación" informal.
Y no se me caigan las mandíbulas, ¿eh? Porque este fenómeno no se va a resolver de la noche a la mañana. Requiere educación, concientización y, sobre todo, voluntad política para implementar medidas efectivas y sostenibles. Que no sea solo un operativo mediático y después olvidarnos del problema, ¡porfa!
Ahora sí, digámoslo claro: ¿ustedes creen que lo correcto es legalizar a los cuidacarros con regulaciones estrictas, o prefieren seguirlos persiguiendo y decomisando sus herramientas, asumiendo que siempre habrá nuevos que ocupen su lugar? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensan ustedes!
Resulta que esto de tener a alguien cuidando el carro en la calle no es solo nuestro problema, sino que está bien metido en la cultura latina. Hasta en los lugares más seguros, como restaurantes caros o supermercados, te encuentras con un mae echándole ojo a los carros. Así lo explica el director de la Policía Municipal, Marcelo Solano, quien dice que la gente ya lo considera algo normal, pagarle una monedita al cuida para que esté ahí, aunque sea por pura costumbre.
Y ni hablar de lo que pasa en zonas como La California, el Hospital del Trauma, Sabana Sur y el Parque del Café, donde los cuidacarros andan con sus conos, palitos, ¡hasta con megáfono a veces! La Muni anda haciendo operativos, decomisando esos chuches, pero mantenerse encima de todos los puntos es una verdadera torta. Con el personal que tienen, es casi imposible cubrir toda la ciudad, diay.
Pero aquí viene lo más mamado: los cuidacarros a veces se aprovechan para hacer trapicheos. Retiran las multas que les ponen los inspectores, convence al conductor de que le evitaron una multa y luego, ¡zas!, le cobran por el supuesto favor. Luego, cuando el pobre va a pagar el marchamo, se lleva una sorpresa con todas esas multas pendientes. El mae se queda pensando, "¿Cómo pasó esto?", y no se da cuenta de que lo timearon.
Marcelo Solano nos cuenta que la clave está en cambiar la mentalidad de la gente, porque mientras lo vean como algo inofensivo, hasta beneficioso para alguien que necesita ganar unos colones, va a seguir así. Por eso, la Muni sigue interviniendo, confiscando cosas y denunciando a los que hagan daño o fraude, pero es un brete porque hay gente que los apoya y otros que exigen acción, un choque cultural, vamos.
Además, la pandemia no ayudó precisamente. Muchos perdieron sus empleos y vieron en cuidar carros una forma de sobrevivir. Aunque claro, no es la única opción y tampoco justifica meterse en problemas. Lo que necesitamos es que el gobierno cree programas de apoyo para estas personas, para que puedan encontrar trabajos dignos y dejar atrás esta "ocupación" informal.
Y no se me caigan las mandíbulas, ¿eh? Porque este fenómeno no se va a resolver de la noche a la mañana. Requiere educación, concientización y, sobre todo, voluntad política para implementar medidas efectivas y sostenibles. Que no sea solo un operativo mediático y después olvidarnos del problema, ¡porfa!
Ahora sí, digámoslo claro: ¿ustedes creen que lo correcto es legalizar a los cuidacarros con regulaciones estrictas, o prefieren seguirlos persiguiendo y decomisando sus herramientas, asumiendo que siempre habrá nuevos que ocupen su lugar? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensan ustedes!
