¡Ay, pata! Uno se queda pensando… Recuerdo aquellos tiempos en los que los artistas andaban dando cátedra, sacudiendo conciencias con sus obras, incomodando a más de uno con sus provocaciones. Era como si fueran los únicos que tenían permiso pa' cuestionar las cosas, mientras que la política se mantenía en una seriedad aburridísima, casi como un funeral.
Pero miren ahora, ¡qué cambio! Parece que los roles se invirtieron completamente. Lo que antes se canalizaba a través del arte, ahora se grita a los cuatro vientos en la arena política. Ya ni hablamos de discursos elegantes o debates constructivos, la cosa se puso turbia con figuras como Trump y Milei, que más parecen luchadores de lucha libre que estadistas. ¡Pura bronca!
El antropólogo Carlos Granés, en su libro "El rugido de nuestro tiempo", le da en el clavo a este fenómeno. Dice que estos tipos, Trump y compañía, despiertan lo más primitivo que llevamos dentro, el instinto de romper, de confrontar, de no quedarse callado. Te lo pintan como algo divertido, como un show estrepitoso, pero la verdad es que da un poco de miedo, ¿no creen?
Granés advierte que meterle a la cultura la obligación de formar buenos ciudadanos, mientras los políticos se lanzan a la calle buscando aplausos y divisiones, es jugar con fuego. Es como querer apagar un incendio con gasolina. Y eso, mis amigos, es precisamente lo que estamos viendo pasar en Latinoamérica, que se convirtió en un semillero de modelos políticos rarísimos, importados directamente de la telenovela.
Además, nos pone el dedo en el ojo sobre cómo el populismo y la emoción barata se metieron hasta en las democracias más fuertes. Mira Estados Unidos, con Trump deslegitimando instituciones centenarias, acusando al 'deep state' de conspirar contra su visión del mundo. ¡Un churro!, pero a mucha gente le encanta escuchar esas teorías conspirativas.
Entonces, ¿cuál es este rugido del que habla Granés? Pues parece ser el producto de un mundo revuelto, donde el multilateralismo se va al garete y no sabemos muy bien dónde quedamos nosotros, los ticos. Veo políticos que actúan como payasos, cantando rock en escenarios, diciendo cosas que nunca debieron salir de su boca, y fomentando el odio como si fuera el deporte nacional. Mientras tanto, la cultura, que debería ser el refugio de la creatividad y la reflexión, se anda cuidando de no ofender a nadie, encerrada en prejuicios morales.
Y ahí radica el problema, ¿eh? Que la cultura se convierta en el consejero de la sociedad, dictándole qué hacer y qué pensar, en vez de atreverse a explorar los rincones oscuros del alma humana. El arte tiene que ser espejo, una ventana a nuestros miedos y deseos más profundos, sin complejos ni tapujos. Pero bueno, en la política, aunque tengan toda la libertad del mundo para hablar, deberían saber que tienen una enorme responsabilidad como gobernantes... No pueden andar avivando rencores ni dividiendo a la gente. ¡Qué pena!
Y hablando de todo esto, me pregunto… ¿Estamos siendo testigos de un nuevo ciclo político donde la pasión y la inconformidad prevalecen sobre la razón y el diálogo, o es solo una moda pasajera que se irá apagando con el tiempo? ¿Ustedes qué piensan, compas? Dejen sus comentarios en el foro, ¡me interesa saber su opinión!
Pero miren ahora, ¡qué cambio! Parece que los roles se invirtieron completamente. Lo que antes se canalizaba a través del arte, ahora se grita a los cuatro vientos en la arena política. Ya ni hablamos de discursos elegantes o debates constructivos, la cosa se puso turbia con figuras como Trump y Milei, que más parecen luchadores de lucha libre que estadistas. ¡Pura bronca!
El antropólogo Carlos Granés, en su libro "El rugido de nuestro tiempo", le da en el clavo a este fenómeno. Dice que estos tipos, Trump y compañía, despiertan lo más primitivo que llevamos dentro, el instinto de romper, de confrontar, de no quedarse callado. Te lo pintan como algo divertido, como un show estrepitoso, pero la verdad es que da un poco de miedo, ¿no creen?
Granés advierte que meterle a la cultura la obligación de formar buenos ciudadanos, mientras los políticos se lanzan a la calle buscando aplausos y divisiones, es jugar con fuego. Es como querer apagar un incendio con gasolina. Y eso, mis amigos, es precisamente lo que estamos viendo pasar en Latinoamérica, que se convirtió en un semillero de modelos políticos rarísimos, importados directamente de la telenovela.
Además, nos pone el dedo en el ojo sobre cómo el populismo y la emoción barata se metieron hasta en las democracias más fuertes. Mira Estados Unidos, con Trump deslegitimando instituciones centenarias, acusando al 'deep state' de conspirar contra su visión del mundo. ¡Un churro!, pero a mucha gente le encanta escuchar esas teorías conspirativas.
Entonces, ¿cuál es este rugido del que habla Granés? Pues parece ser el producto de un mundo revuelto, donde el multilateralismo se va al garete y no sabemos muy bien dónde quedamos nosotros, los ticos. Veo políticos que actúan como payasos, cantando rock en escenarios, diciendo cosas que nunca debieron salir de su boca, y fomentando el odio como si fuera el deporte nacional. Mientras tanto, la cultura, que debería ser el refugio de la creatividad y la reflexión, se anda cuidando de no ofender a nadie, encerrada en prejuicios morales.
Y ahí radica el problema, ¿eh? Que la cultura se convierta en el consejero de la sociedad, dictándole qué hacer y qué pensar, en vez de atreverse a explorar los rincones oscuros del alma humana. El arte tiene que ser espejo, una ventana a nuestros miedos y deseos más profundos, sin complejos ni tapujos. Pero bueno, en la política, aunque tengan toda la libertad del mundo para hablar, deberían saber que tienen una enorme responsabilidad como gobernantes... No pueden andar avivando rencores ni dividiendo a la gente. ¡Qué pena!
Y hablando de todo esto, me pregunto… ¿Estamos siendo testigos de un nuevo ciclo político donde la pasión y la inconformidad prevalecen sobre la razón y el diálogo, o es solo una moda pasajera que se irá apagando con el tiempo? ¿Ustedes qué piensan, compas? Dejen sus comentarios en el foro, ¡me interesa saber su opinión!