¡Ay, pata! El caso de Ligia Faerron, la señora que salió de su casa en San Carlos hace casi un mes, sigue dando qué hablar. Esta mañana la Fiscalía le puso turbo al asunto y allanaron su vivienda en Calle Lapas, buscando pruebas que nos ayuden a saber dónde diablos está la señora. La verdad, esto ya está rayando en lo surrealista.
Como muchos saben, Ligia, de 53 años, es madre de cuatro hijos y abuelita de dos. Fue vista por última vez el 26 de septiembre, y desde entonces, el silencio. Sus familiares están destrozados, imagínate, tratando de entender cómo alguien puede desaparecer así, sin dejar rastro. Se dice que era una persona siempre dispuesta a echarle una mano al vecino, realmente una dama solidaria, según cuentan sus seres queridos.
Pero lo que más ha sacudido a todos es el estado en que encontraron la casa y el carro de Ligia. Dicen que estaba todo revuelto, parecía un huracán. Apagaron las cámaras de seguridad, ¡qué manera de ocultar cosas!, y el vehículo… bueno, el carro quedó hecho añicos en un taller en Santa Rita. Al parecer, unos oportunistas estaban pensando en venderlo por partes, ¡una verdadera barbaridad!
Según Estefany Ponce, la hija de Ligia, el carro apareció listito para ser desarmado y puesto a la venta. Que si repuestos, que si billetes fáciles... ¡Sinvergüenzas! Imaginen el golpe que eso le dio a la familia encontrar su carro en esas condiciones. Eso sí te baja el ánimo, diay. Y encima, la pobre Ligia, que sufre de hipertensión y cáncer, necesita medicación constante. Esto es una pesadilla hecha realidad.
La Fiscalía ha dicho que está dirigiendo la investigación con toda la perspectiva de género, utilizando el protocolo homologado para casos de mujeres desaparecidas. Por lo que me dicen, están revisando a fondo toda la documentación y entrevistando a todos los allegados. Pero hasta ahora, nada concreto. No han aparecido personas sospechosas ni indicios claros de lo que pudo haberle pasado a Ligia.
Lo que preocupa mucho es que el exesposo de Ligia falleció recientemente también a causa de cáncer. Algunos se preguntan si podría haber alguna relación entre ambos hechos, aunque por el momento, eso es pura especulación. La policía está investigando todas las líneas, tratando de juntar las piezas de este rompecabezas tan oscuro. Han seguido las rutas donde podía haber estado su carro y han interrogado varias personas que podrían tener información importante.
Este caso ha encendido las alarmas en San Carlos y en todo el país. La gente está preocupada por la seguridad de nuestras madres, hermanas y amigas. Uno no sabe cuándo le puede tocar vivir una situación así. Las redes sociales están inundadas de mensajes de apoyo a la familia Faerrón y exigiendo que encuentren a Ligia sana y salva. Hay que darle visibilidad a este caso, porque la impunidad no puede seguir campando a sus anchas. Y hablando de impunidad, ¿no es curioso que tantas veces las investigaciones tardan tanto en avanzar?
Esta historia da escalofríos, ¿verdad? Con tanto misterio alrededor de su desaparición, el hallazgo del carro en esas condiciones y la salud precaria de Ligia, no podemos evitar preguntarnos: ¿Podemos estar seguros de que Ligia seguirá apareciendo?, y sobre todo, ¿cómo podemos, como comunidad costarricense, fortalecer los mecanismos de prevención y protección para evitar que tragedias como ésta se repitan?
Como muchos saben, Ligia, de 53 años, es madre de cuatro hijos y abuelita de dos. Fue vista por última vez el 26 de septiembre, y desde entonces, el silencio. Sus familiares están destrozados, imagínate, tratando de entender cómo alguien puede desaparecer así, sin dejar rastro. Se dice que era una persona siempre dispuesta a echarle una mano al vecino, realmente una dama solidaria, según cuentan sus seres queridos.
Pero lo que más ha sacudido a todos es el estado en que encontraron la casa y el carro de Ligia. Dicen que estaba todo revuelto, parecía un huracán. Apagaron las cámaras de seguridad, ¡qué manera de ocultar cosas!, y el vehículo… bueno, el carro quedó hecho añicos en un taller en Santa Rita. Al parecer, unos oportunistas estaban pensando en venderlo por partes, ¡una verdadera barbaridad!
Según Estefany Ponce, la hija de Ligia, el carro apareció listito para ser desarmado y puesto a la venta. Que si repuestos, que si billetes fáciles... ¡Sinvergüenzas! Imaginen el golpe que eso le dio a la familia encontrar su carro en esas condiciones. Eso sí te baja el ánimo, diay. Y encima, la pobre Ligia, que sufre de hipertensión y cáncer, necesita medicación constante. Esto es una pesadilla hecha realidad.
La Fiscalía ha dicho que está dirigiendo la investigación con toda la perspectiva de género, utilizando el protocolo homologado para casos de mujeres desaparecidas. Por lo que me dicen, están revisando a fondo toda la documentación y entrevistando a todos los allegados. Pero hasta ahora, nada concreto. No han aparecido personas sospechosas ni indicios claros de lo que pudo haberle pasado a Ligia.
Lo que preocupa mucho es que el exesposo de Ligia falleció recientemente también a causa de cáncer. Algunos se preguntan si podría haber alguna relación entre ambos hechos, aunque por el momento, eso es pura especulación. La policía está investigando todas las líneas, tratando de juntar las piezas de este rompecabezas tan oscuro. Han seguido las rutas donde podía haber estado su carro y han interrogado varias personas que podrían tener información importante.
Este caso ha encendido las alarmas en San Carlos y en todo el país. La gente está preocupada por la seguridad de nuestras madres, hermanas y amigas. Uno no sabe cuándo le puede tocar vivir una situación así. Las redes sociales están inundadas de mensajes de apoyo a la familia Faerrón y exigiendo que encuentren a Ligia sana y salva. Hay que darle visibilidad a este caso, porque la impunidad no puede seguir campando a sus anchas. Y hablando de impunidad, ¿no es curioso que tantas veces las investigaciones tardan tanto en avanzar?
Esta historia da escalofríos, ¿verdad? Con tanto misterio alrededor de su desaparición, el hallazgo del carro en esas condiciones y la salud precaria de Ligia, no podemos evitar preguntarnos: ¿Podemos estar seguros de que Ligia seguirá apareciendo?, y sobre todo, ¿cómo podemos, como comunidad costarricense, fortalecer los mecanismos de prevención y protección para evitar que tragedias como ésta se repitan?