¡Ay, Dios mío! Ya estamos pensando en las elecciones del 2026, y créanme, esto pinta más complicado que encontrar estacionamiento en Escazú un sábado. El TSE está sacando humo con tanta desinformación que se avecina, parece que vamos a vivir una película de ciencia ficción, pero en lugar de aliens, tendremos bots y noticias inventadas circulando por WhatsApp.
Según Gustavo Román, el vocero del TSE, la desinformación electoral es un problema global que nos va a tocar aguantar, pero acá en Costa Rica, la cosa está un poquito más delicada. Resulta que nuestro código electoral está más viejo que Pacas y no contempla ni siquiera la existencia de Facebook, Instagram, o TikTok, ¡imagínate!. Estamos hablando de leyes escritas antes de que nadie supiera qué era un algoritmo, una verdadera torta.
Román nos explica que los desinformadores usan trucos baratos como titulares llamativos sin sentido (“¡Ministro Reina denuncia fraude electoral!”, “Candidata Pérez revela corrupción masiva”), fotos y videos editados y, por supuesto, granjas de bots que inundan las redes con mentiras. Lo peor de todo es que estas campañas suelen apelar a nuestras emociones más básicas: el miedo, la ira y la envidia. ¡Eso es pura jugadera con nuestra cabeza!
Pero, ¿cómo saber si la nota que te mandaron por WhatsApp es verdadera o fake news?, me preguntaba mi abuela Doña Carmen. Pues, según el TSE, hay que fíjarse quién la comparte, si es un medio serio o un blogucho cualquiera, y buscar otras fuentes que confirmen la información. En resumen, ¡usar el cerebro, chunche! Que a veces se nos olvida con tanta prisa y facilidad para creer cualquier cosa que vemos en internet.
Lo más preocupante es la dimensión geopolítica, dice Román. O sea, que países extranjeros podrían estar metiendo mano en nuestras elecciones para enturbiar la onda. ¡Qué sal! Como si no tuviesen cosas mejores que hacer que meterse en la política tica. Según él, la mejor defensa contra esto es la alfabetización digital, que básicamente significa aprender a pensar críticamente y a cuestionar todo lo que leemos online. Ya saben, ¿qué está pasando?
El TSE ha lanzado un curso online gratuito llamado ‘Ciudadanía Digital Responsable’ para ayudar a los adultos a navegar por el mundo digital de forma más segura. Está bueno, pero aún no alcanza. Román insiste en que necesitamos incorporar la educación mediática desde la primaria, enseñarle a los nenes a diferenciar la verdad de la mentira en internet, porque esos mocosos ya viven pegados al celular. ¡Que no les falte el brete!
Ahora, la cereza del pastel: la Inteligencia Artificial (IA). Resulta que pronto podríamos ver videos y audios falsos de los candidatos, tan convincentes que hasta nosotros mismos nos los comeríamos. Ya hay proyectos de ley en el Congreso para regular el uso de la IA en la propaganda, pero el tiempo corre. Por suerte, el TSE está trabajando con la OEA para capacitar a los funcionarios y a la prensa para detectar estos montajes tecnológicos. ¡Agarrense los machos!
En fin, amigos, se viene una elección llena de desafíos. La credibilidad del TSE está en juego, y la confianza de los ciudadanos en el proceso democrático depende de que podamos discernir la verdad de la mentira. Así que, díganme, ¿creen que realmente podemos combatir la desinformación con un simple curso online y un poco de sentido común, o necesitamos medidas más drásticas para proteger nuestras elecciones? ¿Qué podemos hacer tú y yo, como ciudadanos responsables, para evitar caer en trampas de desinformación?
Según Gustavo Román, el vocero del TSE, la desinformación electoral es un problema global que nos va a tocar aguantar, pero acá en Costa Rica, la cosa está un poquito más delicada. Resulta que nuestro código electoral está más viejo que Pacas y no contempla ni siquiera la existencia de Facebook, Instagram, o TikTok, ¡imagínate!. Estamos hablando de leyes escritas antes de que nadie supiera qué era un algoritmo, una verdadera torta.
Román nos explica que los desinformadores usan trucos baratos como titulares llamativos sin sentido (“¡Ministro Reina denuncia fraude electoral!”, “Candidata Pérez revela corrupción masiva”), fotos y videos editados y, por supuesto, granjas de bots que inundan las redes con mentiras. Lo peor de todo es que estas campañas suelen apelar a nuestras emociones más básicas: el miedo, la ira y la envidia. ¡Eso es pura jugadera con nuestra cabeza!
Pero, ¿cómo saber si la nota que te mandaron por WhatsApp es verdadera o fake news?, me preguntaba mi abuela Doña Carmen. Pues, según el TSE, hay que fíjarse quién la comparte, si es un medio serio o un blogucho cualquiera, y buscar otras fuentes que confirmen la información. En resumen, ¡usar el cerebro, chunche! Que a veces se nos olvida con tanta prisa y facilidad para creer cualquier cosa que vemos en internet.
Lo más preocupante es la dimensión geopolítica, dice Román. O sea, que países extranjeros podrían estar metiendo mano en nuestras elecciones para enturbiar la onda. ¡Qué sal! Como si no tuviesen cosas mejores que hacer que meterse en la política tica. Según él, la mejor defensa contra esto es la alfabetización digital, que básicamente significa aprender a pensar críticamente y a cuestionar todo lo que leemos online. Ya saben, ¿qué está pasando?
El TSE ha lanzado un curso online gratuito llamado ‘Ciudadanía Digital Responsable’ para ayudar a los adultos a navegar por el mundo digital de forma más segura. Está bueno, pero aún no alcanza. Román insiste en que necesitamos incorporar la educación mediática desde la primaria, enseñarle a los nenes a diferenciar la verdad de la mentira en internet, porque esos mocosos ya viven pegados al celular. ¡Que no les falte el brete!
Ahora, la cereza del pastel: la Inteligencia Artificial (IA). Resulta que pronto podríamos ver videos y audios falsos de los candidatos, tan convincentes que hasta nosotros mismos nos los comeríamos. Ya hay proyectos de ley en el Congreso para regular el uso de la IA en la propaganda, pero el tiempo corre. Por suerte, el TSE está trabajando con la OEA para capacitar a los funcionarios y a la prensa para detectar estos montajes tecnológicos. ¡Agarrense los machos!
En fin, amigos, se viene una elección llena de desafíos. La credibilidad del TSE está en juego, y la confianza de los ciudadanos en el proceso democrático depende de que podamos discernir la verdad de la mentira. Así que, díganme, ¿creen que realmente podemos combatir la desinformación con un simple curso online y un poco de sentido común, o necesitamos medidas más drásticas para proteger nuestras elecciones? ¿Qué podemos hacer tú y yo, como ciudadanos responsables, para evitar caer en trampas de desinformación?