¡Ay, Dios mío! Acá tenemos otro caso que te hace pensar qué tan fácil se mueve la droga por estos lados. Resulta que Don Reyes, como le dicen algunos, acaba de recibir una sentencianaza de diez años y ocho meses de prisión tras ser declarado culpable de introducir droga a un centro penitenciario y también por tráfico en la calle. El Tribunal de Flagrancia no le anduvo con rodeos, mándale pa’l brete.
Según nos cuentan los moches, todo empezó el 16 de agosto del año pasado, cuando este señor pretendía meterle a un interno unos buenos gramitos de picadura de marihuana – hablamos de casi 80 gramos, ¡una barbaridad! – y también unas 25 gramas de cocaína. Imagínate, escondidas debajo del ruedo del pantalón, tratando de pasar inadvertido en el Centro de Atención Institucional San José. Pero claro, ahí estaba un oficial de policía penitenciaria bien atento, viendo todo como si fuera un partido de fútbol.
Lo pillaron justo cuando estaba sacando el paquetito con las sustancias para pasárselo al interno. ¡Qué torta! Ahí mismo lo decomisaron y lo llevaron preso, y vaya que se lo merecía. No era la primera vez que este tipo hacía jugaditas de esas. Se nota que pensaba que nadie iba a sospechar, pero bueno, la justicia siempre encuentra la forma de poner las cosas en orden, ¿no?
Pero eso no es todo, amigos. La cosa se puso aún peor porque resulta que, apenas un mes después, el 24 de septiembre, Reyes volvió a intentar su suerte en Calle el Chorrito, en Poás de Aserrí. Esta vez, andaba paseando en moto y llevaba encima 30 dosis de cocaína base crack listas para la venta, distribución y comercialización. ¡Un verdadero negocio ilícito!
La Fuerza Pública lo interceptó cuando intentó darse a la fuga. Imagínate el corrillo que se armó. Revisaron la moto y encontraron la mercancía escondida entre su ropa y en un bolso. Otro golpe certero de la ley, mándale pa’l garete cualquier ilusión de seguir haciendo daño. Este mae realmente tenía ganas de hacerla barata, pero se encontró con pared.
Ahora, queda claro que este caso demuestra la persistencia del problema de narcotráfico en Costa Rica, tanto dentro como fuera de las cárceles. Es evidente que hay redes organizadas operando a plena vista y que se necesita fortalecer la seguridad y la vigilancia en todos los niveles. Además, pone en relieve la importancia de la labor policial, que a pesar de todo, sigue dando batalla contra este flagelo social. Siempre hay que reconocer el esfuerzo de nuestros oficiales, que se juegan la vida día a día para mantenernos seguros.
Este juicio sirve como un recordatorio para todos: las autoridades no van a tolerar estas actividades ilegales y estarán dispuestas a aplicar la ley con toda su fuerza. La fiscalía hizo un excelente trabajo recopilando pruebas y presentando el caso ante el tribunal. Al final, la verdad salió a la luz y Reyes tendrá que cumplir su condena. Esperemos que esto sirva de ejemplo para otros que estén pensando en dedicarse a estas actividades turbias; mejor busquen otro brete, diay.
Con este caso cerrado, me pregunto: ¿Cómo podemos mejorar la seguridad en nuestras cárceles para evitar que entren drogas y, lo más importante, cómo vamos a trabajar juntos para atacar las causas profundas que llevan a tanta gente a involucrarse en el narcotráfico? ¿Es suficiente la actual estrategia o necesitamos enfoques más innovadores y preventivos?
Según nos cuentan los moches, todo empezó el 16 de agosto del año pasado, cuando este señor pretendía meterle a un interno unos buenos gramitos de picadura de marihuana – hablamos de casi 80 gramos, ¡una barbaridad! – y también unas 25 gramas de cocaína. Imagínate, escondidas debajo del ruedo del pantalón, tratando de pasar inadvertido en el Centro de Atención Institucional San José. Pero claro, ahí estaba un oficial de policía penitenciaria bien atento, viendo todo como si fuera un partido de fútbol.
Lo pillaron justo cuando estaba sacando el paquetito con las sustancias para pasárselo al interno. ¡Qué torta! Ahí mismo lo decomisaron y lo llevaron preso, y vaya que se lo merecía. No era la primera vez que este tipo hacía jugaditas de esas. Se nota que pensaba que nadie iba a sospechar, pero bueno, la justicia siempre encuentra la forma de poner las cosas en orden, ¿no?
Pero eso no es todo, amigos. La cosa se puso aún peor porque resulta que, apenas un mes después, el 24 de septiembre, Reyes volvió a intentar su suerte en Calle el Chorrito, en Poás de Aserrí. Esta vez, andaba paseando en moto y llevaba encima 30 dosis de cocaína base crack listas para la venta, distribución y comercialización. ¡Un verdadero negocio ilícito!
La Fuerza Pública lo interceptó cuando intentó darse a la fuga. Imagínate el corrillo que se armó. Revisaron la moto y encontraron la mercancía escondida entre su ropa y en un bolso. Otro golpe certero de la ley, mándale pa’l garete cualquier ilusión de seguir haciendo daño. Este mae realmente tenía ganas de hacerla barata, pero se encontró con pared.
Ahora, queda claro que este caso demuestra la persistencia del problema de narcotráfico en Costa Rica, tanto dentro como fuera de las cárceles. Es evidente que hay redes organizadas operando a plena vista y que se necesita fortalecer la seguridad y la vigilancia en todos los niveles. Además, pone en relieve la importancia de la labor policial, que a pesar de todo, sigue dando batalla contra este flagelo social. Siempre hay que reconocer el esfuerzo de nuestros oficiales, que se juegan la vida día a día para mantenernos seguros.
Este juicio sirve como un recordatorio para todos: las autoridades no van a tolerar estas actividades ilegales y estarán dispuestas a aplicar la ley con toda su fuerza. La fiscalía hizo un excelente trabajo recopilando pruebas y presentando el caso ante el tribunal. Al final, la verdad salió a la luz y Reyes tendrá que cumplir su condena. Esperemos que esto sirva de ejemplo para otros que estén pensando en dedicarse a estas actividades turbias; mejor busquen otro brete, diay.
Con este caso cerrado, me pregunto: ¿Cómo podemos mejorar la seguridad en nuestras cárceles para evitar que entren drogas y, lo más importante, cómo vamos a trabajar juntos para atacar las causas profundas que llevan a tanta gente a involucrarse en el narcotráfico? ¿Es suficiente la actual estrategia o necesitamos enfoques más innovadores y preventivos?