Acercaos pequeños, para que la tía Meiná os cuente la increíble historia del olor a zoncho, el limón y la chupada...
Érase una vez, en la lejana tierra de San Pedro de Montes de Oca, un grupo de vivarachos muchachines con deseos de cantar karaoke y bailar ritmos tropicales. tras mucho meditar, resolvieron encaminarse hacia un mítico lúgar llamado Karaoke 88.
Una vez ahí, hallaron una mesa para afincarse, sin embargo, la misma no da abasto para la gran cantidad de convidados, razón por la cual les tocó sentarse muy cerca... empezaron los cantos y el baile... tras un movido set de baile, un amigo se sentó a mi lado por alrededor de 20 minutos, en los cuales, tenía su sobaco pegado a mi brazo.
Al volver a sonar las notas de la música bailable, se levantó. Yo seguí con mi vida y para mi sorpresa me llegó una mega-patada a zoncho* y me pregunté: seré yo maestro? realmente venía de mí... y me dije: en qué momento me podrí? qué me pasó? bueno... me puse a fijarme y detecté el origen de dicho hedor. En mi brazo derecho tenía la fuente del olor.
En aquellos tiempos, antes de la gripe AH1N1, no andaba uno alcohol en gel, corrí al baño y no había jabón (qué va a haber jabón en ese hueco) y me sentía demasiado incómoda al despedir tan fuerte olor... qué hacer?
Finalmente, la luz! ví un limón en la mesa y me dije: si me paso el limón por el brazo, se me quita el olor y, dicho y hecho, empecé a pasarme el limón por el brazo. En ese momento justo, regresó el amigo que había estado sentado a la par mia, me descubrió! que madre!! pues el mae donde me vió pasándome el limón en el brazo me dijo: mmmm, me encanta el limón y me chupó el brazo...
*patada a zoncho: dícese de la impresión que genera recibir de manera abrupta el olor calcitrante de la concentración de sudor.