¡Qué sal! En serio, la mala suerte que tuvo este señor ayer en San Carlos no tiene nombre. Uno a veces cree que la vara con los rayos es como de película o algo que le pasa a alguien muy lejos, pero diay, la realidad es que en media época lluviosa, el peligro está a la vuelta de la esquina. La noticia que nos llega desde Aguas Zarcas es un recordatorio de esos que lo dejan a uno helado: un mae de unos 50 años fue impactado directamente por un rayo y, para ponerla peor, la está peleando en condición crítica.
La torta pasó este lunes, a eso de las 3:30 de la tarde, una hora clásica para que el cielo se venga abajo en este país. Según el reporte de la Cruz Roja, que como siempre llegó al toque tras la alerta al 911, la escena era complicadísima. Minyar Collado, el vocero de la institución, confirmó que cuando los paramédicos llegaron, encontraron al hombre con lesiones que nadie quisiera tener. Habló de quemaduras de segundo y tercer grado, principalmente en la cabeza y la espalda. Mae, imagínense la potencia de esa descarga para dejar a alguien en ese estado. Los cruzrojistas hicieron su brete, lo estabilizaron como pudieron y lo mandaron de emergencia para el Centro Médico de Aguas Zarcas.
Y es que aquí es donde uno se pone a pensar. Estamos tan acostumbrados a los baldazos y a los bombetazos de la tarde que a veces se nos olvida el calibre del peligro. Uno oye que empieza a tronar y sigue en la finca, o se queda debajo de un árbol "escampando", o peor, sigue jugando una mejenga como si nada. Este incidente en San Carlos no es un caso aislado, y ahí es donde la cosa se pone más seria. La misma Cruz Roja nos recuerda que este año la estadística ya está manchada de tragedia. Ya van dos personas fallecidas por la misma causa, la más reciente en agosto, en una piñera allá por Guácimo.
No es por agüevados, pero la vara es para tomarla en serio. En abril, una señora de 46 años en San Mateo de Alajuela también terminó en el hospital, en estado crítico, por culpa de otro rayo. O sea, estamos hablando de un patrón, de un riesgo real que se repite en zonas rurales, en fincas, en lugares abiertos donde la gente está más expuesta durante su brete o sus quehaceres diarios. No es solo "mala suerte", es estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, y a veces, por no tomar las precauciones más básicas que nos repiten desde la escuela.
La lección aquí es clarísima: cuando el cielo empieza a sonar como si estuvieran botando chunches de metal, es hora de guardarse. No hay que jugar de valiente. El aguacero pasa, pero un impacto de estos puede significar que todo se vaya al traste en un segundo. Desde aquí, toda la fuerza para este señor y su familia, ojalá logre salir de esta. Y para el resto de nosotros, que nos sirva para avispamos. Ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿cuál es la imprudencia más salvaje que han visto a alguien cometer en media tormenta eléctrica? O, ¿cuál es el mito más raro que han oído sobre cómo "protegerse" de los rayos? ¡Cuenten a ver si entre todos aprendemos algo!
La torta pasó este lunes, a eso de las 3:30 de la tarde, una hora clásica para que el cielo se venga abajo en este país. Según el reporte de la Cruz Roja, que como siempre llegó al toque tras la alerta al 911, la escena era complicadísima. Minyar Collado, el vocero de la institución, confirmó que cuando los paramédicos llegaron, encontraron al hombre con lesiones que nadie quisiera tener. Habló de quemaduras de segundo y tercer grado, principalmente en la cabeza y la espalda. Mae, imagínense la potencia de esa descarga para dejar a alguien en ese estado. Los cruzrojistas hicieron su brete, lo estabilizaron como pudieron y lo mandaron de emergencia para el Centro Médico de Aguas Zarcas.
Y es que aquí es donde uno se pone a pensar. Estamos tan acostumbrados a los baldazos y a los bombetazos de la tarde que a veces se nos olvida el calibre del peligro. Uno oye que empieza a tronar y sigue en la finca, o se queda debajo de un árbol "escampando", o peor, sigue jugando una mejenga como si nada. Este incidente en San Carlos no es un caso aislado, y ahí es donde la cosa se pone más seria. La misma Cruz Roja nos recuerda que este año la estadística ya está manchada de tragedia. Ya van dos personas fallecidas por la misma causa, la más reciente en agosto, en una piñera allá por Guácimo.
No es por agüevados, pero la vara es para tomarla en serio. En abril, una señora de 46 años en San Mateo de Alajuela también terminó en el hospital, en estado crítico, por culpa de otro rayo. O sea, estamos hablando de un patrón, de un riesgo real que se repite en zonas rurales, en fincas, en lugares abiertos donde la gente está más expuesta durante su brete o sus quehaceres diarios. No es solo "mala suerte", es estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, y a veces, por no tomar las precauciones más básicas que nos repiten desde la escuela.
La lección aquí es clarísima: cuando el cielo empieza a sonar como si estuvieran botando chunches de metal, es hora de guardarse. No hay que jugar de valiente. El aguacero pasa, pero un impacto de estos puede significar que todo se vaya al traste en un segundo. Desde aquí, toda la fuerza para este señor y su familia, ojalá logre salir de esta. Y para el resto de nosotros, que nos sirva para avispamos. Ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿cuál es la imprudencia más salvaje que han visto a alguien cometer en media tormenta eléctrica? O, ¿cuál es el mito más raro que han oído sobre cómo "protegerse" de los rayos? ¡Cuenten a ver si entre todos aprendemos algo!
