¡Aguante ahí, pura vida! Pues resulta que el crédito en Costa Rica no anda como debería, mae. Según el BCCR, en noviembre pasado, el crecimiento se frenó bastante, pasando de un 7,1% a apenas un 5,3%. Esto nos pone a pensar si estamos entrando en un brete más grande de lo que parece.
Para ponerle un poco de contexto, hace unos años, especialmente entre 2023 y 2024, vimos cómo el crédito se disparaba, impulsado en parte por la necesidad de la gente de hacer frente a la inflación y también por algunas políticas gubernamentales. Pero ahora, parece que esa marea alta se está calmando, y eso puede tener consecuencias interesantes –o no tan interesantes– para la economía del país. Lo que realmente preocupa es que tanto los bancos públicos como privados están aplicando el freno.
Si revisamos los números, el crédito en colones creció un 4,4%, incluso menos que el año anterior, donde llegaba al 5,5%. Pero lo que da más que hablar es el crédito en dólares, que pasó de un aumento del 10,5% a un modesto 7,2%. Esto sugiere que la dolarización, que había estado dando algunos dolores de cabeza, se está estabilizando, aunque todavía sigue siendo una vara importante que hay que vigilar. Porque díganlo ustedes, tener tantos bienes y obligaciones en dólares nunca es fácil, especialmente cuando el tipo de cambio anda saltando como pulga.
Y aquí viene la jugada maestra: los bancos públicos son quienes más han echado el freno al crédito en dólares. Parece que están tratando de controlar la exposición al riesgo cambiario, y eso es entendible. Pero claro, esto también afecta la disponibilidad de financiamiento para empresas y personas que dependen de divisas extranjeras. A ver, no nos pongamos nerviosos, pero si esto persiste, podría afectar la inversión y el crecimiento económico. ¡Qué torta!
En términos porcentuales, la participación del crédito en moneda extranjera se ha mantenido alrededor del 32,6% durante todo el 2025, así que al menos en ese aspecto no hay cambios drásticos. Sin embargo, el ritmo más lento de crecimiento, especialmente en dólares, es señal de alerta. Es como cuando vas manejando y ves que la velocidad baja gradualmente; sabes que algo va a pasar, aunque no estés seguro de qué será. Se necesita analizar el panorama completo.
Algunos economistas sugieren que esta desaceleración podría estar relacionada con la incertidumbre económica global, la política monetaria restrictiva del Banco Central y las expectativas de menores tasas de interés en el futuro. Otros apuntan a la posible reducción en la demanda interna, ya que la gente prefiere ahorrar en lugar de gastar o invertir. Díganme, ¿ustedes sienten que hay menos ganas de meterle duro a proyectos nuevos?
Ahora, no quiero alarmar a nadie, ¡para nada! Porque la economía costarricense siempre ha demostrado ser resiliente. Pero tampoco podemos hacernos los dormidos ante esta realidad. Se requiere una evaluación cuidadosa de las políticas económicas y, quizás, medidas adicionales para estimular el crédito y apoyar el crecimiento sostenible. Sería bueno que el gobierno le pusiera atención a esta vara y tuviera reuniones con el BCCR para buscar soluciones creativas y efectivas. Imaginen cuánto sufrimiento evitaríamos, chunches.
Para ponerle un poco de contexto, hace unos años, especialmente entre 2023 y 2024, vimos cómo el crédito se disparaba, impulsado en parte por la necesidad de la gente de hacer frente a la inflación y también por algunas políticas gubernamentales. Pero ahora, parece que esa marea alta se está calmando, y eso puede tener consecuencias interesantes –o no tan interesantes– para la economía del país. Lo que realmente preocupa es que tanto los bancos públicos como privados están aplicando el freno.
Si revisamos los números, el crédito en colones creció un 4,4%, incluso menos que el año anterior, donde llegaba al 5,5%. Pero lo que da más que hablar es el crédito en dólares, que pasó de un aumento del 10,5% a un modesto 7,2%. Esto sugiere que la dolarización, que había estado dando algunos dolores de cabeza, se está estabilizando, aunque todavía sigue siendo una vara importante que hay que vigilar. Porque díganlo ustedes, tener tantos bienes y obligaciones en dólares nunca es fácil, especialmente cuando el tipo de cambio anda saltando como pulga.
Y aquí viene la jugada maestra: los bancos públicos son quienes más han echado el freno al crédito en dólares. Parece que están tratando de controlar la exposición al riesgo cambiario, y eso es entendible. Pero claro, esto también afecta la disponibilidad de financiamiento para empresas y personas que dependen de divisas extranjeras. A ver, no nos pongamos nerviosos, pero si esto persiste, podría afectar la inversión y el crecimiento económico. ¡Qué torta!
En términos porcentuales, la participación del crédito en moneda extranjera se ha mantenido alrededor del 32,6% durante todo el 2025, así que al menos en ese aspecto no hay cambios drásticos. Sin embargo, el ritmo más lento de crecimiento, especialmente en dólares, es señal de alerta. Es como cuando vas manejando y ves que la velocidad baja gradualmente; sabes que algo va a pasar, aunque no estés seguro de qué será. Se necesita analizar el panorama completo.
Algunos economistas sugieren que esta desaceleración podría estar relacionada con la incertidumbre económica global, la política monetaria restrictiva del Banco Central y las expectativas de menores tasas de interés en el futuro. Otros apuntan a la posible reducción en la demanda interna, ya que la gente prefiere ahorrar en lugar de gastar o invertir. Díganme, ¿ustedes sienten que hay menos ganas de meterle duro a proyectos nuevos?
Ahora, no quiero alarmar a nadie, ¡para nada! Porque la economía costarricense siempre ha demostrado ser resiliente. Pero tampoco podemos hacernos los dormidos ante esta realidad. Se requiere una evaluación cuidadosa de las políticas económicas y, quizás, medidas adicionales para estimular el crédito y apoyar el crecimiento sostenible. Sería bueno que el gobierno le pusiera atención a esta vara y tuviera reuniones con el BCCR para buscar soluciones creativas y efectivas. Imaginen cuánto sufrimiento evitaríamos, chunches.
