Maes, pónganse cómodos porque el chisme que se armó en Cartago está mejor que novela de las nueve. Resulta que la Municipalidad salió con bombos y platillos a anunciar que le habían puesto el candado al Motel Casa Blanca. La acusación era bien seria: una supuesta toma ilegal de agua, casi que pintándolos como los villanos que estaban dejando seca a toda la Vieja Metrópoli. La noticia corrió como pólvora, con videos y todo el show mediático. Uno lee eso y de una piensa: "¡Qué torta se jalaron los del motel!". Pero agárrense, porque parece que la historia tiene más vueltas que la carretera del Zurquí y el motel no se quedó de brazos cruzados.
Cuando ya todo el mundo los tenía sentenciados, la administración del Casa Blanca salió al paso y soltó una bomba que dejó a la Muni viendo para el ciprés. Sacaron un comunicado que, en buen tico, dice: "un momentito, aquí los que están equivocados son ustedes". Según ellos, toda la vara de la clausura y las acusaciones de robo de agua son "falsas y difamatorias". Y no lo dijeron solo de boca para afuera, ¡sacaron los papeles! Presentaron un oficio del año pasado, el 01750-2024, firmado por la mismísima Municipalidad, donde se aclaraba que el problema no era una conexión ilegal, sino una fuga interna. ¡Una fuga! Diay, es como acusar a alguien de robarse el arroz de la casa cuando lo que tiene es un hueco en la despensa.
Y la cosa se pone mejor. El motel asegura que, por esa misma fuga, la Muni les había dicho que ni se les ocurriera pagar los recibos hasta que todo estuviera arreglado y las lecturas del medidor fueran correctas. Para rematar, dicen que sus cobros mensuales superan los ₡800.000. Mae, hay que tener ganas de complicarse la vida para pagar casi un millón de colones al mes por un servicio que, supuestamente, te estás robando por otro lado. No calza, ¿verdad? Es un despiche por donde se le vea. La defensa del motel es tan sólida que uno empieza a preguntarse si en la Muni no revisaron los archivos antes de armar semejante escándalo.
Entonces, ¿qué pasó con los famosos sellos de clausura que se veían en las fotos? Aquí viene el otro giro en la trama. El motel aclara que los sellos en las habitaciones no tenían nada que ver con el agua. El enredo, según ellos, fue por un trámite pendiente con el departamento de Patentes. Un asunto administrativo que, afirman, resolvieron el mismo día pagando lo que debían. Cuentan que la misma Muni llegó a quitar las cintas de "clausurado" poco después, y que todo quedó grabado en sus cámaras de seguridad. O sea, nos vendieron un drama de robo de agua, cuando la procesión, al parecer, iba por otro lado. ¡Qué nivel de enredo!
Al final del día, el Motel Casa Blanca está pidiendo, casi que exigiendo, una aclaración pública por parte de la Municipalidad para que les limpien el nombre. Y con razón, porque un escándalo así le puede arruinar el brete a un montón de gente y espantar a la clientela. Queda una sensación de que alguien se apresuró a tirar la piedra sin ver bien a quién le iba a caer. El daño a la imagen ya está hecho y ahora la bola está en la cancha de la Muni de Cartago, que tiene que decidir si aclara, se disculpa o se queda callada. Ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿A quién le creen en este despiche? ¿Puro error de la Muni o hay algo más detrás de toda esta vara?
Cuando ya todo el mundo los tenía sentenciados, la administración del Casa Blanca salió al paso y soltó una bomba que dejó a la Muni viendo para el ciprés. Sacaron un comunicado que, en buen tico, dice: "un momentito, aquí los que están equivocados son ustedes". Según ellos, toda la vara de la clausura y las acusaciones de robo de agua son "falsas y difamatorias". Y no lo dijeron solo de boca para afuera, ¡sacaron los papeles! Presentaron un oficio del año pasado, el 01750-2024, firmado por la mismísima Municipalidad, donde se aclaraba que el problema no era una conexión ilegal, sino una fuga interna. ¡Una fuga! Diay, es como acusar a alguien de robarse el arroz de la casa cuando lo que tiene es un hueco en la despensa.
Y la cosa se pone mejor. El motel asegura que, por esa misma fuga, la Muni les había dicho que ni se les ocurriera pagar los recibos hasta que todo estuviera arreglado y las lecturas del medidor fueran correctas. Para rematar, dicen que sus cobros mensuales superan los ₡800.000. Mae, hay que tener ganas de complicarse la vida para pagar casi un millón de colones al mes por un servicio que, supuestamente, te estás robando por otro lado. No calza, ¿verdad? Es un despiche por donde se le vea. La defensa del motel es tan sólida que uno empieza a preguntarse si en la Muni no revisaron los archivos antes de armar semejante escándalo.
Entonces, ¿qué pasó con los famosos sellos de clausura que se veían en las fotos? Aquí viene el otro giro en la trama. El motel aclara que los sellos en las habitaciones no tenían nada que ver con el agua. El enredo, según ellos, fue por un trámite pendiente con el departamento de Patentes. Un asunto administrativo que, afirman, resolvieron el mismo día pagando lo que debían. Cuentan que la misma Muni llegó a quitar las cintas de "clausurado" poco después, y que todo quedó grabado en sus cámaras de seguridad. O sea, nos vendieron un drama de robo de agua, cuando la procesión, al parecer, iba por otro lado. ¡Qué nivel de enredo!
Al final del día, el Motel Casa Blanca está pidiendo, casi que exigiendo, una aclaración pública por parte de la Municipalidad para que les limpien el nombre. Y con razón, porque un escándalo así le puede arruinar el brete a un montón de gente y espantar a la clientela. Queda una sensación de que alguien se apresuró a tirar la piedra sin ver bien a quién le iba a caer. El daño a la imagen ya está hecho y ahora la bola está en la cancha de la Muni de Cartago, que tiene que decidir si aclara, se disculpa o se queda callada. Ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿A quién le creen en este despiche? ¿Puro error de la Muni o hay algo más detrás de toda esta vara?