¡Ay, Dios mío! ¿Se imaginan? El estiramiento facial, esa cirugía que siempre asociábamos con nuestros abuelos ricos, ahora es la sensación entre los jóvenes. No mames, parece que ya nadie se conforma con el bótox y los cremas anticelulíticas, ¡ahora quieren escalar posiciones y rasparse la cara!
Una búsqueda rápida en TikTok y Instagram te demuestra lo que digo: videos de 'antes y después', testimonios de recuperaciones dolorosas (con cara de sufrimiento, claro), e influencers promocionando clínicas en Turquía. Parece que hemos entrado en una nueva era de la belleza extrema, donde modificar tu rostro es tan común como cambiarte el pelo.
Antes, un estiramiento facial era casi un rito de iniciación a la tercera edad, una forma de combatir los signos visibles del tiempo y mantener una apariencia juvenil. Pero ahora, la historia es diferente. Gente de veintitantos y trenta y tantos se pone bajo el cuchillo buscando mandíbulas cinceladas, pómulos marcados, y esos famosos ojos de zorro que venimos viendo en Hollywood. ¿Será que la sociedad actual nos presiona tanto para lucir perfectos que recurrimos a medidas tan drásticas?
Emily, una empresaria canadiense de 28 años, es un ejemplo de esta tendencia. Se hizo un estiramiento facial medio, levantamiento de labios y una rinoplastia en Turquía. Según ella, fue un “cambio de vida”. Me imagino la escena: el cirujano poniendo su música favorita mientras le aplican la anestesia... ¡qué nivel! Después, se despierta con una cara y una nariz totalmente nuevas. Aunque admite que la recuperación fue dura –dolor, moretones–, no se arrepiente.
Claro, hay que ponerle pausa. Operarse en un país extranjero, con desconocidos, conlleva riesgos. Y la recuperación, según cuentan, no es precisamente un paseo por el parque. Imagínate seis meses para recuperar la sensibilidad en las mejillas. ¡Uff! Pero parece que para algunos, el resultado justifica cualquier sacrificio. Yo, personalmente, prefiero mis arrugas, que son testigos de mis risas y experiencias.
Las estadísticas lo respaldan: la Asociación Británica de Cirujanos Plásticos Estéticos (BAAPS) reporta un aumento del 8% en estiramientos faciales en el Reino Unido. Y no son solo los británicos. En Estados Unidos, la Sociedad Estadounidense de Cirujanos Plásticos observa un incremento en pacientes de la Generación X. Nora Nugent, presidenta de la BAAPS, argumenta que la popularidad de los medicamentos para bajar de peso contribuye a este fenómeno, dejando a muchos con exceso de piel que necesita ser ajustada. ¡Imagínate combinar perder peso rapidísimo con un estiramiento facial! Qué brete, diay…
Pero, ¿hacia dónde vamos? Con la proliferación de filtros de Instagram y la obsesión por la perfección, ¿estamos creando una cultura de inseguridad y disconformidad con nuestra propia imagen? La experta en imagen corporal Kirsty Garbett señala que la presión social y la comparación constante en redes sociales fomentan esta búsqueda desenfrenada por la belleza artificial. Además, ¿cómo podemos distinguir entre un retoque ligero y una transformación radical? Y, sobre todo, ¿somos conscientes de los riesgos físicos y psicológicos que implica someterse a una cirugía tan invasiva?
Así que aquí va la pregunta para el foro: ¿Creemos que la moda del estiramiento facial en jóvenes es una consecuencia lógica de la cultura de la belleza actual, o es una señal de alerta sobre la creciente inseguridad que sentimos con respecto a nuestra propia imagen? ¿Deberíamos promover una visión más realista y saludable de la belleza, o aceptar que cada quien es libre de tomar sus propias decisiones, por extremas que sean?
Una búsqueda rápida en TikTok y Instagram te demuestra lo que digo: videos de 'antes y después', testimonios de recuperaciones dolorosas (con cara de sufrimiento, claro), e influencers promocionando clínicas en Turquía. Parece que hemos entrado en una nueva era de la belleza extrema, donde modificar tu rostro es tan común como cambiarte el pelo.
Antes, un estiramiento facial era casi un rito de iniciación a la tercera edad, una forma de combatir los signos visibles del tiempo y mantener una apariencia juvenil. Pero ahora, la historia es diferente. Gente de veintitantos y trenta y tantos se pone bajo el cuchillo buscando mandíbulas cinceladas, pómulos marcados, y esos famosos ojos de zorro que venimos viendo en Hollywood. ¿Será que la sociedad actual nos presiona tanto para lucir perfectos que recurrimos a medidas tan drásticas?
Emily, una empresaria canadiense de 28 años, es un ejemplo de esta tendencia. Se hizo un estiramiento facial medio, levantamiento de labios y una rinoplastia en Turquía. Según ella, fue un “cambio de vida”. Me imagino la escena: el cirujano poniendo su música favorita mientras le aplican la anestesia... ¡qué nivel! Después, se despierta con una cara y una nariz totalmente nuevas. Aunque admite que la recuperación fue dura –dolor, moretones–, no se arrepiente.
Claro, hay que ponerle pausa. Operarse en un país extranjero, con desconocidos, conlleva riesgos. Y la recuperación, según cuentan, no es precisamente un paseo por el parque. Imagínate seis meses para recuperar la sensibilidad en las mejillas. ¡Uff! Pero parece que para algunos, el resultado justifica cualquier sacrificio. Yo, personalmente, prefiero mis arrugas, que son testigos de mis risas y experiencias.
Las estadísticas lo respaldan: la Asociación Británica de Cirujanos Plásticos Estéticos (BAAPS) reporta un aumento del 8% en estiramientos faciales en el Reino Unido. Y no son solo los británicos. En Estados Unidos, la Sociedad Estadounidense de Cirujanos Plásticos observa un incremento en pacientes de la Generación X. Nora Nugent, presidenta de la BAAPS, argumenta que la popularidad de los medicamentos para bajar de peso contribuye a este fenómeno, dejando a muchos con exceso de piel que necesita ser ajustada. ¡Imagínate combinar perder peso rapidísimo con un estiramiento facial! Qué brete, diay…
Pero, ¿hacia dónde vamos? Con la proliferación de filtros de Instagram y la obsesión por la perfección, ¿estamos creando una cultura de inseguridad y disconformidad con nuestra propia imagen? La experta en imagen corporal Kirsty Garbett señala que la presión social y la comparación constante en redes sociales fomentan esta búsqueda desenfrenada por la belleza artificial. Además, ¿cómo podemos distinguir entre un retoque ligero y una transformación radical? Y, sobre todo, ¿somos conscientes de los riesgos físicos y psicológicos que implica someterse a una cirugía tan invasiva?
Así que aquí va la pregunta para el foro: ¿Creemos que la moda del estiramiento facial en jóvenes es una consecuencia lógica de la cultura de la belleza actual, o es una señal de alerta sobre la creciente inseguridad que sentimos con respecto a nuestra propia imagen? ¿Deberíamos promover una visión más realista y saludable de la belleza, o aceptar que cada quien es libre de tomar sus propias decisiones, por extremas que sean?