A ver, maes, hay varas que se ven venir a kilómetros de distancia. Son como esa nube negra en la playa que uno insiste en ignorar hasta que le cae el baldazo encima. Pues bueno, parece que el baldazo ya nos está empapando, y ahora hasta los fantasmas de gobiernos pasados se aparecen para decir "se los dije". Esta semana, Luis Guillermo Solís, el ex-presi, llegó a la Asamblea a tirar la que para muchos era la más obvia de las obvias: quitar la base de Guardacostas de Bahía Drake fue una pésima idea que, inevitablemente, iba a traer cola. Y diay, viéndolo en retrospectiva, tenía toda la boca llena de razón.
Para ponerlos en contexto por si andaban en otra, recordemos que en octubre de 2024, el Gobierno de Rodrigo Chaves decidió que era una jugada maestra mover al Grupo de Operaciones Especiales del Guardacostas (GOPES), la crema y nata de nuestros oficiales marítimos, desde Bahía Drake hasta Quepos. Con esa movida, el Ministerio de Seguridad, con Mario Zamora a la cabeza, básicamente se jaló una torta de manual. Drake no es cualquier playita; es un punto neurálgico, una zona caliente para el trasiego de drogas. Tener a la élite ahí era como poner al mejor portero en el partido más importante. ¿Y qué hicieron? Lo mandaron a calentar banca a otro estadio, dejando la portería medio descubierta.
El resultado es un despiche logístico que le debe estar sacando carcajadas a más de un narco. Antes, cuando los aviones gringos que nos ayudan en el patrullaje cantaban "¡lancha sospechosa a la vista!", nuestros maes del GOPES salían soplados y en cuestión de minutos estaban encima. Ahora, saliendo desde Quepos, esa reacción inmediata se convirtió en un paseo de hasta dos horas. ¡Dos horas! En el mar, eso es una eternidad. Es tiempo más que suficiente para que cualquier lancha rápida se pierda en el horizonte, se deshaga de la evidencia o complete su entrega. Es como tener el Waze para evitar las presas y decidir, a propósito, meterse en la General Cañas a las cinco de la tarde. Simplemente no tiene sentido.
Y ojo, que esto no es solo LGS tocando el sartén por el mango para hacerle un queque político al gobierno de turno. Esta vara la vienen denunciando desde hace rato. La diputada Sofía Guillén, del Frente Amplio, lleva meses dándole al tema en el Plenario, advirtiendo que este cambio iba a irse al traste y nos dejaría vulnerables. A la misma comisión legislativa donde habló Solís llegaron exfuncionarios de Guardacostas y expertos en seguridad que, en buen tico, dijeron lo mismo: la decisión fue un disparate técnico que compromete el buen brete que se venía haciendo. Cuando todos los que saben del chunche te dicen que no lo toqués, y vas y lo tocás... ¡qué sal!
Al final del día, la vara es simple y preocupante. Tenemos un hueco de seguridad gigantesco en una de las zonas más estratégicas y calientes del país, todo por una decisión administrativa que nadie, fuera de los escritorios del Gobierno, parece entender ni justificar. Las advertencias estaban sobre la mesa, los expertos hablaron y la lógica más básica lo señalaba. Ahora, con las consecuencias a la vista, solo queda preguntarse qué tan caro nos va a salir este error. ¡Qué despiche! Y lo peor es que, como siempre, los que pagan los platos rotos somos todos nosotros. La pregunta del millón es: ¿Fue pura impericia, un simple error de cálculo, o hay algo más que no nos están contando detrás de ese traslado? ¿Qué creen ustedes, maes?
Para ponerlos en contexto por si andaban en otra, recordemos que en octubre de 2024, el Gobierno de Rodrigo Chaves decidió que era una jugada maestra mover al Grupo de Operaciones Especiales del Guardacostas (GOPES), la crema y nata de nuestros oficiales marítimos, desde Bahía Drake hasta Quepos. Con esa movida, el Ministerio de Seguridad, con Mario Zamora a la cabeza, básicamente se jaló una torta de manual. Drake no es cualquier playita; es un punto neurálgico, una zona caliente para el trasiego de drogas. Tener a la élite ahí era como poner al mejor portero en el partido más importante. ¿Y qué hicieron? Lo mandaron a calentar banca a otro estadio, dejando la portería medio descubierta.
El resultado es un despiche logístico que le debe estar sacando carcajadas a más de un narco. Antes, cuando los aviones gringos que nos ayudan en el patrullaje cantaban "¡lancha sospechosa a la vista!", nuestros maes del GOPES salían soplados y en cuestión de minutos estaban encima. Ahora, saliendo desde Quepos, esa reacción inmediata se convirtió en un paseo de hasta dos horas. ¡Dos horas! En el mar, eso es una eternidad. Es tiempo más que suficiente para que cualquier lancha rápida se pierda en el horizonte, se deshaga de la evidencia o complete su entrega. Es como tener el Waze para evitar las presas y decidir, a propósito, meterse en la General Cañas a las cinco de la tarde. Simplemente no tiene sentido.
Y ojo, que esto no es solo LGS tocando el sartén por el mango para hacerle un queque político al gobierno de turno. Esta vara la vienen denunciando desde hace rato. La diputada Sofía Guillén, del Frente Amplio, lleva meses dándole al tema en el Plenario, advirtiendo que este cambio iba a irse al traste y nos dejaría vulnerables. A la misma comisión legislativa donde habló Solís llegaron exfuncionarios de Guardacostas y expertos en seguridad que, en buen tico, dijeron lo mismo: la decisión fue un disparate técnico que compromete el buen brete que se venía haciendo. Cuando todos los que saben del chunche te dicen que no lo toqués, y vas y lo tocás... ¡qué sal!
Al final del día, la vara es simple y preocupante. Tenemos un hueco de seguridad gigantesco en una de las zonas más estratégicas y calientes del país, todo por una decisión administrativa que nadie, fuera de los escritorios del Gobierno, parece entender ni justificar. Las advertencias estaban sobre la mesa, los expertos hablaron y la lógica más básica lo señalaba. Ahora, con las consecuencias a la vista, solo queda preguntarse qué tan caro nos va a salir este error. ¡Qué despiche! Y lo peor es que, como siempre, los que pagan los platos rotos somos todos nosotros. La pregunta del millón es: ¿Fue pura impericia, un simple error de cálculo, o hay algo más que no nos están contando detrás de ese traslado? ¿Qué creen ustedes, maes?