Maes, a veces uno lee una noticia y de verdad que no sabe si reír, llorar o tirar el chunche más cercano contra la pared. Esta semana, la Contraloría General de la República (la famosa Contra, para los compas) nos regaló una de esas joyas de la administración pública que lo dejan a uno pensando. Resulta que le pusieron el ojo encima al PANI y su brete con la infraestructura, y lo que encontraron es, para ponerlo en buen tico, un despiche de proporciones bíblicas. La vara es que desde 2019, el Patronato tenía un plan clarísimo: construir 38 obras nuevas, entre albergues y oficinas, que hacían una falta tremenda. ¿Y qué pasó? Seis años después, solo han entregado cuatro. Sí, leyeron bien, CUATRO. Eso es un glorioso 11% de la meta. ¡Qué nivel de eficiencia!
Pero agárrense, porque la historia se pone "mejor". Para ejecutar este montón de proyectos, el PANI no andaba pidiendo fiado. Tenían un fideicomiso desde 2018 con la bicoca de ¢15 mil millones. O sea, la plata estaba ahí, lista para usarse. Entonces, ¿cuál fue el problema? Según la Contra, el PANI no solo se tropezó, maes, se jaló una torta monumental. Resulta que del total del fideicomiso, un 60% de los recursos se fueron en “gastos administrativos”. Mientras los güilas siguen en lugares que se caen a pedazos, la plata se fue en papeles y quién sabe qué más. Es el clásico cuento de la burocracia que se come los recursos antes de que lleguen a donde de verdad importan. Tenían el dinero, tenían la necesidad identificada, y el plan se fue al traste.
Como era de esperarse, la gente del PANI salió a defenderse con un comunicado que es una obra de arte del "yo no fui". Le echaron la culpa a la pandemia, al IVA y a la regla fiscal. La misma hablada de siempre que ya nos sabemos de memoria. Pero la verdadera perla de su defensa es esta: ahora dicen que construir albergues “no es una prioridad”. Según ellos, su enfoque es la "desinstitucionalización" y el acogimiento familiar. Suena muy bonito en el papel, ¿verdad? El problema es que mientras filosofan sobre modelos ideales, la realidad es otra. La propia auditoría de la Contra encontró que la infraestructura que SÍ tienen está en un estado crítico, con un programa de mantenimiento que solo apaga incendios cuando les cae una orden sanitaria o un recurso de amparo. O sea, no quieren construir nuevo, pero tampoco cuidan lo viejo.
Y por si fuera poco, la sal no termina ahí. Mientras nos venden el cuento de que los edificios no son prioridad, ¿saben qué sí ha aumentado? El gasto en alquileres. Entre 2023 y 2024 se gastaron más de ¢3.400 millones en alquilar locales, una cifra que se disparó un 58% desde 2020. Más de la mitad de sus inmuebles son alquilados. Entonces, vamos a ver si entiendo la lógica: ¿no es prioridad construir infraestructura propia, segura y digna, pero sí es un negociazo seguir pagando alquileres millonarios año tras año? Diay, algo no cuadra. Es como decir que no tienes plata para comprar casa, pero te gastas el doble en un alquiler de lujo todos los meses. Es una falta de planificación que asusta.
Al final, la Contraloría ya les dejó la tarea hecha. Les ordenó crear un plan serio, con plazos y todo, para poner la casa en orden antes de que inicie el 2026. Tienen que presentar avances y ajustar sus estándares para que los lugares sean, por lo menos, seguros y dignos. La pregunta que queda en el aire es si esta vez será diferente. Porque el papel aguanta todo, pero la realidad de muchos niños, niñas y adolescentes no puede esperar más por excusas y mala gestión. Así que, se los pregunto a ustedes, maes del foro: ¿Creen que el PANI de verdad va a cumplir esta vez o en un par de años vamos a estar leyendo la misma vara otra vez, solo que con más millones gastados en alquileres y “gastos administrativos”?
Pero agárrense, porque la historia se pone "mejor". Para ejecutar este montón de proyectos, el PANI no andaba pidiendo fiado. Tenían un fideicomiso desde 2018 con la bicoca de ¢15 mil millones. O sea, la plata estaba ahí, lista para usarse. Entonces, ¿cuál fue el problema? Según la Contra, el PANI no solo se tropezó, maes, se jaló una torta monumental. Resulta que del total del fideicomiso, un 60% de los recursos se fueron en “gastos administrativos”. Mientras los güilas siguen en lugares que se caen a pedazos, la plata se fue en papeles y quién sabe qué más. Es el clásico cuento de la burocracia que se come los recursos antes de que lleguen a donde de verdad importan. Tenían el dinero, tenían la necesidad identificada, y el plan se fue al traste.
Como era de esperarse, la gente del PANI salió a defenderse con un comunicado que es una obra de arte del "yo no fui". Le echaron la culpa a la pandemia, al IVA y a la regla fiscal. La misma hablada de siempre que ya nos sabemos de memoria. Pero la verdadera perla de su defensa es esta: ahora dicen que construir albergues “no es una prioridad”. Según ellos, su enfoque es la "desinstitucionalización" y el acogimiento familiar. Suena muy bonito en el papel, ¿verdad? El problema es que mientras filosofan sobre modelos ideales, la realidad es otra. La propia auditoría de la Contra encontró que la infraestructura que SÍ tienen está en un estado crítico, con un programa de mantenimiento que solo apaga incendios cuando les cae una orden sanitaria o un recurso de amparo. O sea, no quieren construir nuevo, pero tampoco cuidan lo viejo.
Y por si fuera poco, la sal no termina ahí. Mientras nos venden el cuento de que los edificios no son prioridad, ¿saben qué sí ha aumentado? El gasto en alquileres. Entre 2023 y 2024 se gastaron más de ¢3.400 millones en alquilar locales, una cifra que se disparó un 58% desde 2020. Más de la mitad de sus inmuebles son alquilados. Entonces, vamos a ver si entiendo la lógica: ¿no es prioridad construir infraestructura propia, segura y digna, pero sí es un negociazo seguir pagando alquileres millonarios año tras año? Diay, algo no cuadra. Es como decir que no tienes plata para comprar casa, pero te gastas el doble en un alquiler de lujo todos los meses. Es una falta de planificación que asusta.
Al final, la Contraloría ya les dejó la tarea hecha. Les ordenó crear un plan serio, con plazos y todo, para poner la casa en orden antes de que inicie el 2026. Tienen que presentar avances y ajustar sus estándares para que los lugares sean, por lo menos, seguros y dignos. La pregunta que queda en el aire es si esta vez será diferente. Porque el papel aguanta todo, pero la realidad de muchos niños, niñas y adolescentes no puede esperar más por excusas y mala gestión. Así que, se los pregunto a ustedes, maes del foro: ¿Creen que el PANI de verdad va a cumplir esta vez o en un par de años vamos a estar leyendo la misma vara otra vez, solo que con más millones gastados en alquileres y “gastos administrativos”?