¡Ay, Dios mío! Aquí seguimos con el rollo de la embajadora Catalina Crespo y su movida con el congresista Díaz-Balart. Al parecer, hubo un pequeño… digamos… malentendido sobre si la convocó el Congreso entero o solo un señor ahí adentro. El canciller Arnoldo André Tinoco, buscando apagar el incendio, bajó el tono, pero la vara sigue dando qué hablar, chunche.
Verán, la cosa empezó cuando la embajadora, en unas declaraciones a medios afines al gobierno, soltó que había sido citada por “el Congreso” de Estados Unidos. Imaginen el tremendo despiche que causó eso, porque, vamos, ¡el Congreso tiene 535 personas! Resulta que fue solo con Díaz-Balart, un influyente congresista de Florida, presidente de un subcomité dedicado a la asistencia exterior. Un brete, vaya.
Y ni hablar de las otras expresiones que salió con la lengua, hablando de “derrocar” al Presidente Chaves y amenazar la democracia costarricense. ¡Qué sal! Eso encendió aún más las alarmas. Claro, ahora todos andan buscando qué tanto sabía el canciller de estas conversaciones previas y cómo permitió que la embajadora soltara semejantes cosas. Parece sacado de una novela, ¿verdad?
Tinoco, en la Comisión de Relaciones Internacionales de la Asamblea Legislativa, insistió en que Crespo “siguió el protocolo”. Que se basó en un correo oficial que le indicaba una reunión informativa. Pero, diay, ¿cómo explicar que use la palabra “derrocar”? No suena muy diplomático, ¿eh? Parece que alguien no leyó bien el manual de etiqueta internacional.
Ahora, entendámonos, el congresista Díaz-Balart es importante. Visito Casa Presidencial en julio y ya tenía contacto con el Presidente Chaves. Pero que la embajadora lo pinte como una convocatoria del Congreso completo... ¡qué torta! Es como si yo dijera que fui citado por el TSE cuando solo hablé con dos secretarios. La diferencia es que esto afecta las relaciones entre países, maé.
Verán, la cosa empezó cuando la embajadora, en unas declaraciones a medios afines al gobierno, soltó que había sido citada por “el Congreso” de Estados Unidos. Imaginen el tremendo despiche que causó eso, porque, vamos, ¡el Congreso tiene 535 personas! Resulta que fue solo con Díaz-Balart, un influyente congresista de Florida, presidente de un subcomité dedicado a la asistencia exterior. Un brete, vaya.
Y ni hablar de las otras expresiones que salió con la lengua, hablando de “derrocar” al Presidente Chaves y amenazar la democracia costarricense. ¡Qué sal! Eso encendió aún más las alarmas. Claro, ahora todos andan buscando qué tanto sabía el canciller de estas conversaciones previas y cómo permitió que la embajadora soltara semejantes cosas. Parece sacado de una novela, ¿verdad?
Tinoco, en la Comisión de Relaciones Internacionales de la Asamblea Legislativa, insistió en que Crespo “siguió el protocolo”. Que se basó en un correo oficial que le indicaba una reunión informativa. Pero, diay, ¿cómo explicar que use la palabra “derrocar”? No suena muy diplomático, ¿eh? Parece que alguien no leyó bien el manual de etiqueta internacional.
Ahora, entendámonos, el congresista Díaz-Balart es importante. Visito Casa Presidencial en julio y ya tenía contacto con el Presidente Chaves. Pero que la embajadora lo pinte como una convocatoria del Congreso completo... ¡qué torta! Es como si yo dijera que fui citado por el TSE cuando solo hablé con dos secretarios. La diferencia es que esto afecta las relaciones entre países, maé.