Maes yo sé que ahora más que nunca cuesta con un taxista, con el auge del Uber, pero con los Uber nunca he tenido nada de suerte. De las últimas veces que tomé un taxi le pregunté que cómo estaba el trabajo, más que todo en la noche, y empezó a contarme varias anécdotas que le había pasando últimamente, me contaba que se subió una mujer y le enseñó los pechos, que los tenia rosados y que el se los saboreaba. a mi se me puso la picha como un roble, no podía ni concentrarme, el que estaba saboreando era Yo. Pero el morbo con los taxistas, piratas o lo que sea ... Ahí sigue