¡Ay, mándale pues! Resulta que la licenciada Laura Fernández, la que aspira a dirigirnos, organizó una misita privada en la Basílica de Los Ángeles el Día de Todos los Santos. Todo bien, derecho constitucional, libertad de culto, diay... Pero el asunto prendió chispa porque algunos sectores políticos empezaron a decir que estaba usando la religión para captar votantes. Un verdadero brete, vamos.
Según la propia Fernández, la ceremonia no tenía nada que ver con su campaña. Lo hizo, me comenta, para darle gracias a Dios por haber comenzado bien su camino político y rodeada de sus familiares y amigos cercanos. Claramente, la candidata quería dejar claro que su fe es parte esencial de su vida, no un mero accesorio para las cámaras. Pero, como dicen por ahí, 'el río que suena, agua lleva', y la gente empezó a comentar qué onda esto, si era tan sincero o si había algo más detrás.
Y es que la cosa está así, amigos: estamos en plena recta final hacia las elecciones, la tensión está a tope, y cualquier cosa puede convertirse en un pretexto para atacar al contrario. En este caso, parece que algunos querían embarrillarla acusándola de mezclar la iglesia y la política, lo cual es un pecado gravísimo aquí en Costa Rica. ¿Se acuerdan cuando le tocó a Don Óscar Arias y se armó la gorda con la ropita de la Virgen? Pues esto pinta parecido, aunque a menor escala, quizás.
Lo que sí quedó claro es que la señora se defendió a capa y espada, diciendo que ahora resultaba que no podía ni siquiera ir a misa. "Como si agradecerle a Dios fuera un delito", exclamó con toda la razón, dejando caer que esos ataques eran pura envidia y resentimiento. Además, subrayó que ella es católica orgullosamente creyente, como muchos de nosotros, y que asiste a misa todos los domingos, como debe ser.
Para rematar, la candidata apuntó que hay ciertos personajes que andan buscando "borrar las raíces cristianas" del país. Eso sí que encendió las alarmas, porque toca andar con cuidado con esos temas, que pueden polarizar mucho a la población. Muchos recordaron las polémicas pasadas sobre educación sexual y el aborto, y cómo esas temáticas dividieron al país. Está clarito que la religión sigue siendo un tema sensible en nuestra sociedad, más allá de lo que digan los estadistas.
Lo curioso es que, no es la primera vez que vemos a la licenciada mostrando símbolos religiosos. Según nos informan desde Diario Extra, en varias ocasiones ha lucido collares y medallitas con imágenes católicas. En concreto, el día primero de octubre, usó una medalla dedicada a San Benito, un santo muy venerado en la Iglesia Católica. Así que, realmente, lo de la misa no es algo nuevo, sino una continuidad de su forma de expresarse y conectarse con su fe.
Analizando la situación con calma, se podría decir que Fernández está jugando un juego peligroso. Por un lado, busca conectar con el electorado religioso, que es importante en Costa Rica; por otro lado, corre el riesgo de alienar a aquellos que no comparten sus mismas creencias o que consideran inapropiado utilizar la religión en campañas políticas. Es una cuerda floja sobre la que camina, y solo el tiempo dirá si logra mantener el equilibrio.
Al final del día, queda la pregunta en el aire: ¿esta misa fue un acto de fe genuino, impulsado por una profunda convicción religiosa, o una jugada estratégica calculada para ganar votos? ¿Creen ustedes que un candidato debería expresar abiertamente sus creencias religiosas durante una campaña electoral, o eso es un terreno resbaladizo que termina manchando ambas cosas? ¡Den su opinión en el foro!
Según la propia Fernández, la ceremonia no tenía nada que ver con su campaña. Lo hizo, me comenta, para darle gracias a Dios por haber comenzado bien su camino político y rodeada de sus familiares y amigos cercanos. Claramente, la candidata quería dejar claro que su fe es parte esencial de su vida, no un mero accesorio para las cámaras. Pero, como dicen por ahí, 'el río que suena, agua lleva', y la gente empezó a comentar qué onda esto, si era tan sincero o si había algo más detrás.
Y es que la cosa está así, amigos: estamos en plena recta final hacia las elecciones, la tensión está a tope, y cualquier cosa puede convertirse en un pretexto para atacar al contrario. En este caso, parece que algunos querían embarrillarla acusándola de mezclar la iglesia y la política, lo cual es un pecado gravísimo aquí en Costa Rica. ¿Se acuerdan cuando le tocó a Don Óscar Arias y se armó la gorda con la ropita de la Virgen? Pues esto pinta parecido, aunque a menor escala, quizás.
Lo que sí quedó claro es que la señora se defendió a capa y espada, diciendo que ahora resultaba que no podía ni siquiera ir a misa. "Como si agradecerle a Dios fuera un delito", exclamó con toda la razón, dejando caer que esos ataques eran pura envidia y resentimiento. Además, subrayó que ella es católica orgullosamente creyente, como muchos de nosotros, y que asiste a misa todos los domingos, como debe ser.
Para rematar, la candidata apuntó que hay ciertos personajes que andan buscando "borrar las raíces cristianas" del país. Eso sí que encendió las alarmas, porque toca andar con cuidado con esos temas, que pueden polarizar mucho a la población. Muchos recordaron las polémicas pasadas sobre educación sexual y el aborto, y cómo esas temáticas dividieron al país. Está clarito que la religión sigue siendo un tema sensible en nuestra sociedad, más allá de lo que digan los estadistas.
Lo curioso es que, no es la primera vez que vemos a la licenciada mostrando símbolos religiosos. Según nos informan desde Diario Extra, en varias ocasiones ha lucido collares y medallitas con imágenes católicas. En concreto, el día primero de octubre, usó una medalla dedicada a San Benito, un santo muy venerado en la Iglesia Católica. Así que, realmente, lo de la misa no es algo nuevo, sino una continuidad de su forma de expresarse y conectarse con su fe.
Analizando la situación con calma, se podría decir que Fernández está jugando un juego peligroso. Por un lado, busca conectar con el electorado religioso, que es importante en Costa Rica; por otro lado, corre el riesgo de alienar a aquellos que no comparten sus mismas creencias o que consideran inapropiado utilizar la religión en campañas políticas. Es una cuerda floja sobre la que camina, y solo el tiempo dirá si logra mantener el equilibrio.
Al final del día, queda la pregunta en el aire: ¿esta misa fue un acto de fe genuino, impulsado por una profunda convicción religiosa, o una jugada estratégica calculada para ganar votos? ¿Creen ustedes que un candidato debería expresar abiertamente sus creencias religiosas durante una campaña electoral, o eso es un terreno resbaladizo que termina manchando ambas cosas? ¡Den su opinión en el foro!