¡Ay, Dios mío! Una verdadera torta se armó el viernes pasado en Belén. Resulta que unos organizadores se creyeron muy listos montando una fiesta clandestina con cobro de entrada – ¡¢4,500 pa' poder meterse!, como si estuviéramos en discoteque importada – y encima, llena de menores de edad. ¡Imagínate el bronco!
La vaina se puso tan fea que tuvo que intervenir el GAO de Heredia, quienes llegaron para restablecer el orden en medio del relajo. Según la alcaldesa Zeneida Chaves, la situación era de alto riesgo tanto para los asistentes como para los vecinos, que debieron estar hartos del ruido y el desmadre.
Y hablando de riesgo, el PANI llegó corriendo a atender a los menores involucrados, porque eso sí, nadie va a jugar con la seguridad de los chamaquitos. Trabajaron junto con la Municipalidad para asegurarse de que estuvieran bien y recibir la asistencia necesaria, porque eso es lo importante, cuidar de nuestros niños, ¿verdad?
La alcaldesa Chaves no escatimó en críticas y reafirmó que la política de “cero tolerancia” hacia estas actividades sigue vigente. Dice que van a seguir echándole ganas, coordinados con Fuerza Pública, PANI y el OIJ, para evitar que esto vuelva a pasar en ningún rincón del cantón. No le van a facilitar la vida a los que quieren poner en riesgo a los muchachos.
Este tipo de fiestas clandestinas, además de ser ilegales, representan un grave problema social. Se aprovechan de la vulnerabilidad de los jóvenes, ofreciéndoles espacios donde pueden consumir alcohol, drogas y participar en comportamientos riesgosos. Es preocupante ver cómo algunos adultos ponen dinero por encima del bienestar de los adolescentes.
La información que corre bocadillo es que los organizadores intentaron evadir a las autoridades, cambiando constantemente de ubicación y utilizando redes sociales para promocionar el evento de forma encubierta. Pero parece que los wachos de la Municipalidad tienen los ojos bien abiertos y saben cómo desenmascararlos.
Desde hace tiempo la comunidad ha expresado preocupación por el aumento de este tipo de eventos en zonas residenciales. Muchos padres se sienten inseguros porque sus hijos están expuestos a influencias negativas y situaciones peligrosas. Esperan que las autoridades tomen medidas contundentes para garantizar la tranquilidad de las familias belenenses.
Ahora, dígame usté... ¿Usted cree que las autoridades deberían imponer sanciones más severas a los organizadores de estas fiestas clandestinas, o es suficiente con simplemente clausurarlas? ¿Cómo podemos, como sociedad, proteger mejor a nuestros jóvenes de caer en estas trampas y promover ambientes seguros y saludables para su desarrollo?
La vaina se puso tan fea que tuvo que intervenir el GAO de Heredia, quienes llegaron para restablecer el orden en medio del relajo. Según la alcaldesa Zeneida Chaves, la situación era de alto riesgo tanto para los asistentes como para los vecinos, que debieron estar hartos del ruido y el desmadre.
Y hablando de riesgo, el PANI llegó corriendo a atender a los menores involucrados, porque eso sí, nadie va a jugar con la seguridad de los chamaquitos. Trabajaron junto con la Municipalidad para asegurarse de que estuvieran bien y recibir la asistencia necesaria, porque eso es lo importante, cuidar de nuestros niños, ¿verdad?
La alcaldesa Chaves no escatimó en críticas y reafirmó que la política de “cero tolerancia” hacia estas actividades sigue vigente. Dice que van a seguir echándole ganas, coordinados con Fuerza Pública, PANI y el OIJ, para evitar que esto vuelva a pasar en ningún rincón del cantón. No le van a facilitar la vida a los que quieren poner en riesgo a los muchachos.
Este tipo de fiestas clandestinas, además de ser ilegales, representan un grave problema social. Se aprovechan de la vulnerabilidad de los jóvenes, ofreciéndoles espacios donde pueden consumir alcohol, drogas y participar en comportamientos riesgosos. Es preocupante ver cómo algunos adultos ponen dinero por encima del bienestar de los adolescentes.
La información que corre bocadillo es que los organizadores intentaron evadir a las autoridades, cambiando constantemente de ubicación y utilizando redes sociales para promocionar el evento de forma encubierta. Pero parece que los wachos de la Municipalidad tienen los ojos bien abiertos y saben cómo desenmascararlos.
Desde hace tiempo la comunidad ha expresado preocupación por el aumento de este tipo de eventos en zonas residenciales. Muchos padres se sienten inseguros porque sus hijos están expuestos a influencias negativas y situaciones peligrosas. Esperan que las autoridades tomen medidas contundentes para garantizar la tranquilidad de las familias belenenses.
Ahora, dígame usté... ¿Usted cree que las autoridades deberían imponer sanciones más severas a los organizadores de estas fiestas clandestinas, o es suficiente con simplemente clausurarlas? ¿Cómo podemos, como sociedad, proteger mejor a nuestros jóvenes de caer en estas trampas y promover ambientes seguros y saludables para su desarrollo?