¡Ay, Dios mío! Este fin de semana ha sido un verdadero chapuzón de calamidades en nuestras carreteras. Una seguidilla de accidentes, algunos espeluznantes, han dejado a muchos costarricenses consternados y familias sufriendo pérdidas irreparables. Según el reporte de la Cruz Roja, la noche del viernes y durante gran parte del sábado, los paramédicos anduvieron corriendo de un lado a otro atendiendo emergencias en diferentes puntos del país. De verdad, ¡qué despiche!
Todo empezó el viernes pasado a eso de las seis de la tarde en Guanacaste. Primero, en Veintisiete de Abril de Santa Cruz, un choquecito entre un carro y una moto dejó a un señor de unos 40 años luchando por su vida; tuvieron que trasladarlo en ambulancia, bien delicadito, a la clínica local. Pocos minutos después, el mismo escenario se repetía en Santa Cruz centro, otro choque entre dos vehículos de dos ruedas y dos carros, con dos tipos resultando bastante rayados – uno de 48 y otro de 30 años – ambos rumbo al hospital de La Anexión.
La racha de mala suerte continuó en Alajuela. En Atenas, un muchacho de apenas 17 años tuvo un encontronazo con el asfalto en su motocicleta, sufriendo un vuelco feísimo. Con golpes por todos lados, lo llevaron a la clínica, rezándole al cielo para que se recuperara pronto. Luego, en Heredia, cerca de Ulloa, un tipo de 39 años se fue de bruces contra el pavimento tras perder el control de su moto; lo encontraron con cara de pocos amigos, siendo trasladado con urgencia al Hospital San Vicente de Paúl.
Pero lo peor estaba por venir. Ya entrada la noche, en Pavas, San José, ocurrió una tragedia que nos dejó a todos con el corazón en la boca. Un hombre adulto, aparentemente cruzando distraídamente la calle, fue alcanzado por un camión. Cuando llegaron los equipos de emergencia, ya era demasiado tarde; lamentablemente, no había señales de vida y tuvieron que declararlo fallecido en el lugar. Imagínense el dolor de su familia... una verdadera torta.
Estos sucesos nos recuerdan la importancia vital de redoblar la prudencia en las vías públicas. Conducir bajo los efectos del alcohol, exceder los límites de velocidad, usar el celular mientras manejamos… son errores que pueden tener consecuencias fatales. Las autoridades deberían poner más radares y hacer campañas de concientización constantes, porque parece que algunos conductores no entienden que la carretera no es un juego. Además, ¿cuántas veces hemos visto motociclistas circulando sin casco o haciendo acrobacias peligrosas? ¡Qué nivel de irresponsabilidad!
Muchos se preguntan qué está pasando con la seguridad vial en nuestro país. ¿Es culpa del estado de las carreteras? ¿De la falta de educación vial? ¿O simplemente hay una cultura generalizada de imprudencia e incumplimiento de las normas? Algunos expertos señalan que la proliferación de motos, especialmente en zonas urbanas, contribuye al aumento de accidentes, ya que muchas veces los motociclistas no respetan las señales de tráfico ni se preocupan por su propia seguridad. También hay quienes critican la falta de controles efectivos por parte de las autoridades.
Lo cierto es que estos hechos nos obligan a reflexionar sobre nuestra responsabilidad individual como ciudadanos. Todos tenemos que asumir un compromiso serio con la seguridad vial, tanto si somos conductores como peatones. Hay que recordar siempre que detrás de cada volante hay vidas humanas, y que un simple descuido puede cambiarle la vida a alguien para siempre. Esta cadena de desgracias debería servirnos de lección para conducir con más cuidado y respeto por los demás. Es hora de dejar de pensar en llegar rápido y empezar a valorar la seguridad.
Con tanta tragedia en las carreteras, me pregunto: ¿Creen ustedes que las medidas actuales de seguridad vial son suficientes para reducir los accidentes y salvar vidas, o necesitamos implementar estrategias más contundentes y estrictas?
Todo empezó el viernes pasado a eso de las seis de la tarde en Guanacaste. Primero, en Veintisiete de Abril de Santa Cruz, un choquecito entre un carro y una moto dejó a un señor de unos 40 años luchando por su vida; tuvieron que trasladarlo en ambulancia, bien delicadito, a la clínica local. Pocos minutos después, el mismo escenario se repetía en Santa Cruz centro, otro choque entre dos vehículos de dos ruedas y dos carros, con dos tipos resultando bastante rayados – uno de 48 y otro de 30 años – ambos rumbo al hospital de La Anexión.
La racha de mala suerte continuó en Alajuela. En Atenas, un muchacho de apenas 17 años tuvo un encontronazo con el asfalto en su motocicleta, sufriendo un vuelco feísimo. Con golpes por todos lados, lo llevaron a la clínica, rezándole al cielo para que se recuperara pronto. Luego, en Heredia, cerca de Ulloa, un tipo de 39 años se fue de bruces contra el pavimento tras perder el control de su moto; lo encontraron con cara de pocos amigos, siendo trasladado con urgencia al Hospital San Vicente de Paúl.
Pero lo peor estaba por venir. Ya entrada la noche, en Pavas, San José, ocurrió una tragedia que nos dejó a todos con el corazón en la boca. Un hombre adulto, aparentemente cruzando distraídamente la calle, fue alcanzado por un camión. Cuando llegaron los equipos de emergencia, ya era demasiado tarde; lamentablemente, no había señales de vida y tuvieron que declararlo fallecido en el lugar. Imagínense el dolor de su familia... una verdadera torta.
Estos sucesos nos recuerdan la importancia vital de redoblar la prudencia en las vías públicas. Conducir bajo los efectos del alcohol, exceder los límites de velocidad, usar el celular mientras manejamos… son errores que pueden tener consecuencias fatales. Las autoridades deberían poner más radares y hacer campañas de concientización constantes, porque parece que algunos conductores no entienden que la carretera no es un juego. Además, ¿cuántas veces hemos visto motociclistas circulando sin casco o haciendo acrobacias peligrosas? ¡Qué nivel de irresponsabilidad!
Muchos se preguntan qué está pasando con la seguridad vial en nuestro país. ¿Es culpa del estado de las carreteras? ¿De la falta de educación vial? ¿O simplemente hay una cultura generalizada de imprudencia e incumplimiento de las normas? Algunos expertos señalan que la proliferación de motos, especialmente en zonas urbanas, contribuye al aumento de accidentes, ya que muchas veces los motociclistas no respetan las señales de tráfico ni se preocupan por su propia seguridad. También hay quienes critican la falta de controles efectivos por parte de las autoridades.
Lo cierto es que estos hechos nos obligan a reflexionar sobre nuestra responsabilidad individual como ciudadanos. Todos tenemos que asumir un compromiso serio con la seguridad vial, tanto si somos conductores como peatones. Hay que recordar siempre que detrás de cada volante hay vidas humanas, y que un simple descuido puede cambiarle la vida a alguien para siempre. Esta cadena de desgracias debería servirnos de lección para conducir con más cuidado y respeto por los demás. Es hora de dejar de pensar en llegar rápido y empezar a valorar la seguridad.
Con tanta tragedia en las carreteras, me pregunto: ¿Creen ustedes que las medidas actuales de seguridad vial son suficientes para reducir los accidentes y salvar vidas, o necesitamos implementar estrategias más contundentes y estrictas?