¡Quiiiubo, foro! Pues sí, como les cuento, cerramos el 2025 con las finanzas públicas luciendo medio decentes, vaya. El Banco Central ya soltó el Informe Mensual de Coyuntura Económica y parece que nos salvamos de un batacazo gordísimo, gracias a un superávit primario que le dio un respiro al gobierno. Aunque, díganlo ahí, nunca se sabe si esto durará mucho.
Para ponerlos en onda, básicamente significa que el gobierno gastó menos de lo que entró, antes de pagarle los prestamistas. Una señal de que estamos manejando la plata con más cabeza, oiga. Esto, sumado a una ligera mejora en el déficit financiero –pasamos de -2,9% a -2,6% del PIB– nos da un respiro, como cuando te comes un frío después de un día caluroso.
Pero ojo, que no todo es miel sobre hojuelas. La recaudación tributaria se desaceleró bastante, creciendo apenas un 0,5%, comparado con el 2,4% del año anterior. El Ministerio de Hacienda dice que es culpa de la transición del ATV al TRIBU-CR, que ha generado algunos “ajustes temporales”, como dicen ellos. ¡Qué vara! Uno piensa que si iban a cambiar el sistema, lo hacían bien hecho pa’ evitar estas broncas.
A pesar de esos traspiés, algunos impuestos sí anduvieron bien. El Impuesto Sobre la Renta subió un 1,8% y los ingresos por aduanas también, un 1,1%. Pero eso no alcanzó a compensar las bajas en el impuesto a los combustibles (-4,2%), el IVA interno (-0,5%) y, qué pena decirlo, el impuesto selectivo al consumo, que cayó en picada un -14,5%. Ahí sí duele, porque esos impuestos ayudan a financiar cosas importantes.
El gasto total, bueno, se achicó un poquito, un 0,6%. Pero el gasto primario, que es el que va directo a servicios públicos y otras necesidades básicas, subió un 1,9%. Lo bueno es que el ahorro en intereses de la deuda, gracias a esos menores pagos, fue de casi 150 millones de colones. ¡Una chimba! Eso sí, nos sirve para invertir en otras áreas, ojalá que sí.
Ahora viene lo delicado. A pesar de todo lo bueno, la relación deuda/PIB aumentó 0,3 puntos porcentuales, llegando al 59,9%. Estamos peligrosamente cerca del umbral del 60%, y eso preocupa a muchos. Imaginen que pasamos eso... ¡Qué despiche sería! Las agencias calificadoras internacionales podrían empezar a ponernos la lupa encima, y ahí tendríamos problemas para conseguir préstamos baratos.
Lo positivo es que, a pesar de todo, los mercados internacionales nos ven con buenos ojos. El Índice de Bonos de Mercados Emergentes (EMBI) de Costa Rica está por debajo del promedio latinoamericano y global. Eso significa que consideramos un país menos riesgoso, y podemos acceder a mejores condiciones financieras. ¡Un buen respaldo!
En resumen, cerramos el año con un saborcito a victoria, pero con la deuda acechando en la sombra. Tenemos que seguir trabajando duro para controlar los gastos, aumentar la recaudación y bajar esa deuda. Compas, ¿ustedes creen que el gobierno está haciendo lo suficiente para salir de este brete o deberíamos exigir más?
Para ponerlos en onda, básicamente significa que el gobierno gastó menos de lo que entró, antes de pagarle los prestamistas. Una señal de que estamos manejando la plata con más cabeza, oiga. Esto, sumado a una ligera mejora en el déficit financiero –pasamos de -2,9% a -2,6% del PIB– nos da un respiro, como cuando te comes un frío después de un día caluroso.
Pero ojo, que no todo es miel sobre hojuelas. La recaudación tributaria se desaceleró bastante, creciendo apenas un 0,5%, comparado con el 2,4% del año anterior. El Ministerio de Hacienda dice que es culpa de la transición del ATV al TRIBU-CR, que ha generado algunos “ajustes temporales”, como dicen ellos. ¡Qué vara! Uno piensa que si iban a cambiar el sistema, lo hacían bien hecho pa’ evitar estas broncas.
A pesar de esos traspiés, algunos impuestos sí anduvieron bien. El Impuesto Sobre la Renta subió un 1,8% y los ingresos por aduanas también, un 1,1%. Pero eso no alcanzó a compensar las bajas en el impuesto a los combustibles (-4,2%), el IVA interno (-0,5%) y, qué pena decirlo, el impuesto selectivo al consumo, que cayó en picada un -14,5%. Ahí sí duele, porque esos impuestos ayudan a financiar cosas importantes.
El gasto total, bueno, se achicó un poquito, un 0,6%. Pero el gasto primario, que es el que va directo a servicios públicos y otras necesidades básicas, subió un 1,9%. Lo bueno es que el ahorro en intereses de la deuda, gracias a esos menores pagos, fue de casi 150 millones de colones. ¡Una chimba! Eso sí, nos sirve para invertir en otras áreas, ojalá que sí.
Ahora viene lo delicado. A pesar de todo lo bueno, la relación deuda/PIB aumentó 0,3 puntos porcentuales, llegando al 59,9%. Estamos peligrosamente cerca del umbral del 60%, y eso preocupa a muchos. Imaginen que pasamos eso... ¡Qué despiche sería! Las agencias calificadoras internacionales podrían empezar a ponernos la lupa encima, y ahí tendríamos problemas para conseguir préstamos baratos.
Lo positivo es que, a pesar de todo, los mercados internacionales nos ven con buenos ojos. El Índice de Bonos de Mercados Emergentes (EMBI) de Costa Rica está por debajo del promedio latinoamericano y global. Eso significa que consideramos un país menos riesgoso, y podemos acceder a mejores condiciones financieras. ¡Un buen respaldo!
En resumen, cerramos el año con un saborcito a victoria, pero con la deuda acechando en la sombra. Tenemos que seguir trabajando duro para controlar los gastos, aumentar la recaudación y bajar esa deuda. Compas, ¿ustedes creen que el gobierno está haciendo lo suficiente para salir de este brete o deberíamos exigir más?