¡Ay, Dios mío, qué vaina! Aquí seguimos con el circo mediático alrededor de Celso Gamboa, Pecho de Rata y Gato. El Tribunal de Apelación de Goicoechea admitió a trámite sus apelaciones contra la extradición a Estados Unidos. Ya saben, esos señores que Washington quiere bien lejos, acusándolos de mover pasta blanca a gran escala. Un lío tremendo, vamos.
Como ven, esto no es novedad. Desde que los agarraron, han ido y venido con recursos y apelaciones, buscando cualquier resquicio legal para evitar ponerse a buen recaudo en gringolandia. Cada uno con su abogado personal, gastando plata que seguro no es de limosnas, defendiéndose de cargos que los meten directo en la lista negra de la DEA. ¡Imagínate el brete!
Lo curioso es cómo se ha complicado todo este proceso. No es que haya sido un camino de rosas, ni mucho menos. Recuerden todas esas idas y vueltas con los jueces apartándose, alegando parentesco o haber trabajado con los defensores. ¡Un maje! Parecía que nadie quería tocar el caso con palo de escoba, y vaya que eso ha alargado los tiempos. Que si un juez estaba casado con el cuñado del difunto, que si otro trabajó con el abogado... ¡Qué pura vara!
Ahora, con la terna finalmente integrada y la admisión de las apelaciones, tenemos fecha para una audiencia oral el 26 de noviembre. Ahí, cada quien tendrá su oportunidad de exponer sus argumentos frente a los jueces. Se rumora que habrá hasta 40 minutos por bando, ampliables si es necesario, pero sin poder leer memoriales completos, pa' que no se haga eterno. ¡Que va a estar bueno ese mene!
Pero, vamos a ponerle atención a los detalles. No solo son las apelaciones presentadas por los propios implicados, sino también las contestaciones de la Fiscalía, que está empeñada en que cumplan su condena allá afuera. Y ahí entra la OATRI, echándole ganas para que se concrete la extradición. Parece que esto no se va a solucionar rapidito, y seguramente veremos más capítulos de esta telenovela judicial.
La historia de Gamboa, en particular, es bastante turbia. Recordaremos el “Cementazo”, el escándalo que lo sacó de la Sala Tercera de Casación Penal, y las amonestaciones que recibió por sus decisiones. Todo esto mientras él seguía manejando fortunas, presuntamente traficando droga a nivel mundial. ¡Ya nos cayó mal el tipo hace años!
Pecho de Rata, por su parte, tampoco es ajeno a problemas con la justicia. Ya había cumplido tiempo por narcotráfico, gracias a unas cargas de coca que encontró la policía en Sixaola. Ahora, parece que sigue en el negocio, utilizando fincas familiares para recibir cargamentos desde Sudamérica. Y Gato, el Profe, figura como un capo importante en la distribución de droga hacia el norte, acumulando millonarias ganancias ilícitas. ¡Pa’ qué tanto vale la pena meterse en esas cosas?
Así que, mi gente, queda la interrogante en el aire: ¿Lograrán los abogados de Gamboa, Pecho de Rata y Gato frenar la extradición, o terminarán pagando cuentas en territorio estadounidense? ¿Cree usted que el sistema judicial costarricense podrá hacer frente a este tipo de casos de corrupción a gran escala, o estamos ante la punta del iceberg? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensan ustedes sobre esto!
Como ven, esto no es novedad. Desde que los agarraron, han ido y venido con recursos y apelaciones, buscando cualquier resquicio legal para evitar ponerse a buen recaudo en gringolandia. Cada uno con su abogado personal, gastando plata que seguro no es de limosnas, defendiéndose de cargos que los meten directo en la lista negra de la DEA. ¡Imagínate el brete!
Lo curioso es cómo se ha complicado todo este proceso. No es que haya sido un camino de rosas, ni mucho menos. Recuerden todas esas idas y vueltas con los jueces apartándose, alegando parentesco o haber trabajado con los defensores. ¡Un maje! Parecía que nadie quería tocar el caso con palo de escoba, y vaya que eso ha alargado los tiempos. Que si un juez estaba casado con el cuñado del difunto, que si otro trabajó con el abogado... ¡Qué pura vara!
Ahora, con la terna finalmente integrada y la admisión de las apelaciones, tenemos fecha para una audiencia oral el 26 de noviembre. Ahí, cada quien tendrá su oportunidad de exponer sus argumentos frente a los jueces. Se rumora que habrá hasta 40 minutos por bando, ampliables si es necesario, pero sin poder leer memoriales completos, pa' que no se haga eterno. ¡Que va a estar bueno ese mene!
Pero, vamos a ponerle atención a los detalles. No solo son las apelaciones presentadas por los propios implicados, sino también las contestaciones de la Fiscalía, que está empeñada en que cumplan su condena allá afuera. Y ahí entra la OATRI, echándole ganas para que se concrete la extradición. Parece que esto no se va a solucionar rapidito, y seguramente veremos más capítulos de esta telenovela judicial.
La historia de Gamboa, en particular, es bastante turbia. Recordaremos el “Cementazo”, el escándalo que lo sacó de la Sala Tercera de Casación Penal, y las amonestaciones que recibió por sus decisiones. Todo esto mientras él seguía manejando fortunas, presuntamente traficando droga a nivel mundial. ¡Ya nos cayó mal el tipo hace años!
Pecho de Rata, por su parte, tampoco es ajeno a problemas con la justicia. Ya había cumplido tiempo por narcotráfico, gracias a unas cargas de coca que encontró la policía en Sixaola. Ahora, parece que sigue en el negocio, utilizando fincas familiares para recibir cargamentos desde Sudamérica. Y Gato, el Profe, figura como un capo importante en la distribución de droga hacia el norte, acumulando millonarias ganancias ilícitas. ¡Pa’ qué tanto vale la pena meterse en esas cosas?
Así que, mi gente, queda la interrogante en el aire: ¿Lograrán los abogados de Gamboa, Pecho de Rata y Gato frenar la extradición, o terminarán pagando cuentas en territorio estadounidense? ¿Cree usted que el sistema judicial costarricense podrá hacer frente a este tipo de casos de corrupción a gran escala, o estamos ante la punta del iceberg? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensan ustedes sobre esto!
