¡Aguántense! Que les voy a contar una vaina que me tiene bien contenta. Resulta que la Fundación Global Nomad, esos tipos que le apuestan a hacer cosas bien hechas por nuestra gente, andan revolucionando cómo las empresas ven la responsabilidad social. Ya saben, no solo porque es moda, sino porque realmente importa.
La onda es que Global Nomad ha sacado a relucir un modelo diferente: no se trata solo de donaciones rápidas, sino de construir relaciones duraderas entre empresas y comunidades necesitadas. Imagínate, empresas que no solo echan la plata, sino que se meten con sus propios empleados, sus conocimientos, su brete entero, para ayudar a resolver problemas reales en nuestros barrios más olvidados. Un verdadero cambio de paradigma, diay.
Y no estamos hablando de promesas vacías, mi clave. Hemos visto casas que parecían listas pa’ caerse a pedazos ahora lucir como nuevas, gracias a los esfuerzos combinados de Global Nomad y trabajadores voluntarios de empresas. Hay comedores comunitarios sirviendo platos calientes todos los días, llenando pancitas y devolviendo esperanza a familias que lo necesitan. Eso sí que es ponerle corazón a las cosas, ¿me entienden?
Christian Bolaños, el fundador, lo dice clarito: “No regalamos, devolvemos la esperanza”. Y vaya que es cierto. Cada ladrillo puesto, cada sonrisa recuperada, es una prueba de que todavía hay gente dispuesta a trabajar duro por un país mejor. No es solamente un acto de bondad, es una inversión en nuestro futuro colectivo.
La onda es que Global Nomad ha sacado a relucir un modelo diferente: no se trata solo de donaciones rápidas, sino de construir relaciones duraderas entre empresas y comunidades necesitadas. Imagínate, empresas que no solo echan la plata, sino que se meten con sus propios empleados, sus conocimientos, su brete entero, para ayudar a resolver problemas reales en nuestros barrios más olvidados. Un verdadero cambio de paradigma, diay.
Y no estamos hablando de promesas vacías, mi clave. Hemos visto casas que parecían listas pa’ caerse a pedazos ahora lucir como nuevas, gracias a los esfuerzos combinados de Global Nomad y trabajadores voluntarios de empresas. Hay comedores comunitarios sirviendo platos calientes todos los días, llenando pancitas y devolviendo esperanza a familias que lo necesitan. Eso sí que es ponerle corazón a las cosas, ¿me entienden?
Christian Bolaños, el fundador, lo dice clarito: “No regalamos, devolvemos la esperanza”. Y vaya que es cierto. Cada ladrillo puesto, cada sonrisa recuperada, es una prueba de que todavía hay gente dispuesta a trabajar duro por un país mejor. No es solamente un acto de bondad, es una inversión en nuestro futuro colectivo.
