¡Ay, Dios mío! Quién lo diría, otra vez nos toca lidiar con un bronco asunto aquí en el país. Resulta que un gringo, don Mills, de esos que vienen buscando el sol y la tranquilidad en nuestras costas, se fue al traste la tarde del viernes en Cóbano, Puntarenas. Un desenlace triste, así nomás, que deja a todos sacándose el sombrero.
Según cuentan los judiciales, el pobre hombre tenía 54 años y era estadounidense. Estaba en una finca privada junto a otro extranjero, un inglés llamado Bridgeman, de 51 años. Al parecer, ambos estaban compartiendo entre pláticas y qué otras cosas que hacen los señores en sus ratos libres. Pero ahí fue donde se puso feo, diay.
Lo que pasó, según la versión oficial, es que el señor Bridgeman estaba jugando con un arma de fuego –y esto ya suena a película, ¿verdad, maes?—cuando, por accidente, la descargó. Un balazo salió disparado y terminó impactando en el brazo de él mismo y, peor aún, en la espalda del señor Mills. ¡Qué sal! Una verdadera lástima que las cosas terminen así.
La Clínica de Cóbano hizo lo que pudo, pero llegó demasiado tarde. Cuando lo llevaron, ya era cuestión de constatar el fallecimiento. El cuerpo fue enviado directo a la Morgue Judicial para realizarle la autopsia correspondiente y determinar con exactitud las causas de la muerte. Un final amargo para un día que debía estar lleno de festividades y alegría navideña.
El OIJ, como siempre, movilizó toda su maquinaria investigadora. Agentes judiciales llegaron al sitio, recogieron evidencia y detuvieron al señor Bridgeman. Ahora tendrá que enfrentar a la justicia y explicar cómo fue que ocurrió todo este desastre. Se espera que en los próximos días se defina su situación legal y se determine si habrá cargos formales en su contra. Imagínate la torta que se armó allí, varón.
Las autoridades han mantenido hermetismo en torno a los detalles del caso, pero se sabe que la investigación está enfocada en determinar si realmente se trató de un accidente o si hubo alguna otra intención detrás de este lamentable hecho. Algunos vecinos comentan que la finca donde ocurrió todo es frecuentada por extranjeros y que suele haber actividades sospechosas en el lugar, pero hasta ahora son solo rumores, chunches.
Este tipo de incidentes nos recuerdan, una vez más, la importancia de extremar las precauciones con las armas de fuego y de respetar las leyes. Aunque estos casos sean aislados, generan preocupación y ponen en evidencia la necesidad de fortalecer los controles y regulaciones sobre la posesión y uso de armas en nuestro país. No queremos que estas tragedias se repitan y sigan causando dolor a familias enteras, porque a nadie le gusta ver a alguien irse al traste de esta manera.
En fin, una historia triste que da mucho que pensar. Uno se queda preguntándose, ¿cómo puede terminar tan mal algo que parecía un simple encuentro entre amigos? ¿Será posible que se implementen medidas más estrictas para evitar estos accidentes fatales en el futuro, o seguiremos siendo testigos de situaciones similares?
Según cuentan los judiciales, el pobre hombre tenía 54 años y era estadounidense. Estaba en una finca privada junto a otro extranjero, un inglés llamado Bridgeman, de 51 años. Al parecer, ambos estaban compartiendo entre pláticas y qué otras cosas que hacen los señores en sus ratos libres. Pero ahí fue donde se puso feo, diay.
Lo que pasó, según la versión oficial, es que el señor Bridgeman estaba jugando con un arma de fuego –y esto ya suena a película, ¿verdad, maes?—cuando, por accidente, la descargó. Un balazo salió disparado y terminó impactando en el brazo de él mismo y, peor aún, en la espalda del señor Mills. ¡Qué sal! Una verdadera lástima que las cosas terminen así.
La Clínica de Cóbano hizo lo que pudo, pero llegó demasiado tarde. Cuando lo llevaron, ya era cuestión de constatar el fallecimiento. El cuerpo fue enviado directo a la Morgue Judicial para realizarle la autopsia correspondiente y determinar con exactitud las causas de la muerte. Un final amargo para un día que debía estar lleno de festividades y alegría navideña.
El OIJ, como siempre, movilizó toda su maquinaria investigadora. Agentes judiciales llegaron al sitio, recogieron evidencia y detuvieron al señor Bridgeman. Ahora tendrá que enfrentar a la justicia y explicar cómo fue que ocurrió todo este desastre. Se espera que en los próximos días se defina su situación legal y se determine si habrá cargos formales en su contra. Imagínate la torta que se armó allí, varón.
Las autoridades han mantenido hermetismo en torno a los detalles del caso, pero se sabe que la investigación está enfocada en determinar si realmente se trató de un accidente o si hubo alguna otra intención detrás de este lamentable hecho. Algunos vecinos comentan que la finca donde ocurrió todo es frecuentada por extranjeros y que suele haber actividades sospechosas en el lugar, pero hasta ahora son solo rumores, chunches.
Este tipo de incidentes nos recuerdan, una vez más, la importancia de extremar las precauciones con las armas de fuego y de respetar las leyes. Aunque estos casos sean aislados, generan preocupación y ponen en evidencia la necesidad de fortalecer los controles y regulaciones sobre la posesión y uso de armas en nuestro país. No queremos que estas tragedias se repitan y sigan causando dolor a familias enteras, porque a nadie le gusta ver a alguien irse al traste de esta manera.
En fin, una historia triste que da mucho que pensar. Uno se queda preguntándose, ¿cómo puede terminar tan mal algo que parecía un simple encuentro entre amigos? ¿Será posible que se implementen medidas más estrictas para evitar estos accidentes fatales en el futuro, o seguiremos siendo testigos de situaciones similares?