¡Aguante el sector ganadero, mae! Las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) nos dan aire fresco: el tamaño del hato se mantiene estable, cerrando el año con 1.469.408 cabezas de ganado. Esto significa que seguimos teniendo un pilar bien sólido en nuestra economía y generando empleos en las zonas rurales, donde muchos de nuestros paisanos trabajan duro. ¡Una buena noticia para todos!
Según la Encuesta Nacional Agropecuaria (ENA) 2024, la Corporación Ganadera (CORFOGA) está resaltando que la mayoría de este ganado, casi el 62%, está destinado a la producción de carne. Eso quiere decir que le estamos dando prioridad a este rubro, que es crucial para alimentar a los nuestros y también para exportar nuestro producto a otros países. Aunque las exportaciones han ido creciendo, especialmente a Estados Unidos, parece que hemos sabido mantener el equilibrio.
Carolina Solís, de CORFOGA, explica que entre 2020 y 2022 hubo una explosión en la demanda mundial de carne, lo que elevó los precios y nos hizo sentir la presión de vender más animales en pie. Pero ahora, gracias a Dios, la situación se ha estabilizado y podemos enfocarnos en mejorar la calidad de nuestro ganado y fortalecer nuestras fincas. No es fácil, claro, pero vamos por buen camino.
Y hablando de cosas interesantes, otro dato que llama la atención es que más de un millón de cabezas de ganado son hembras, representando el 71,1%. Esto es importante porque asegura la continuidad del hato y permite que tengamos nuevas generaciones de animales para producir carne y leche. Luis Diego Obando, de CORFOGA, nos dice que, aunque tuvimos algunos ajustes en los mercados, ahora estamos viendo una recuperación gradual, con menos hembras siendo sacrificadas, lo que es una señal muy alentadora.
Siendo realistas, la ganadería ha tenido sus desafíos en los últimos años. La pandemia afectó a muchas fincas y la competencia internacional siempre está ahí. Pero los trabajadores del campo, con su esfuerzo y dedicación, han logrado mantenernos a flote y asegurar el suministro de alimentos esenciales para la población. Son unos guerreros, ¡y hay que reconocerlo!
Ahora bien, para seguir avanzando necesitamos trabajar en la productividad de nuestras fincas. Hay que buscar formas de acelerar el nacimiento de terneros y reemplazos, así como optimizar los procesos de alimentación y cuidado del ganado. De esa manera podremos garantizar que el sector siga siendo fuerte y competitivo tanto a nivel nacional como internacional. El viceministro de Agricultura y Ganadería, Fernando Vargas Pérez, lo expresó claramente: necesitamos mejorar esos indicadores para tener un futuro aún más prometedor.
No nos olvidemos de que todo esto tiene un impacto directo en la seguridad alimentaria de Costa Rica. Al mantener un hato estable, aseguramos que tendremos suficiente carne y leche para satisfacer las necesidades de nuestra gente. Además, contribuye a la generación de ingresos y al desarrollo económico de las comunidades rurales, que son el corazón de nuestro país. Así que, cada vez que comemos un plato de casado con carne, recordemos el trabajo arduo de los ganaderos y agricultores que hacen posible esta maravilla.
En resumen, la estabilidad del hato ganadero es una excelente noticia para Costa Rica. Nos da confianza para enfrentar los retos futuros y nos recuerda la importancia de apoyar a nuestros productores y valorar el trabajo del campo. Pero, díganme ustedes, ¿creen que el gobierno debería implementar más incentivos para ayudar a las fincas familiares a modernizarse y aumentar su productividad, o deberían enfocarse más en promover la sostenibilidad ambiental en el sector ganadero?
Según la Encuesta Nacional Agropecuaria (ENA) 2024, la Corporación Ganadera (CORFOGA) está resaltando que la mayoría de este ganado, casi el 62%, está destinado a la producción de carne. Eso quiere decir que le estamos dando prioridad a este rubro, que es crucial para alimentar a los nuestros y también para exportar nuestro producto a otros países. Aunque las exportaciones han ido creciendo, especialmente a Estados Unidos, parece que hemos sabido mantener el equilibrio.
Carolina Solís, de CORFOGA, explica que entre 2020 y 2022 hubo una explosión en la demanda mundial de carne, lo que elevó los precios y nos hizo sentir la presión de vender más animales en pie. Pero ahora, gracias a Dios, la situación se ha estabilizado y podemos enfocarnos en mejorar la calidad de nuestro ganado y fortalecer nuestras fincas. No es fácil, claro, pero vamos por buen camino.
Y hablando de cosas interesantes, otro dato que llama la atención es que más de un millón de cabezas de ganado son hembras, representando el 71,1%. Esto es importante porque asegura la continuidad del hato y permite que tengamos nuevas generaciones de animales para producir carne y leche. Luis Diego Obando, de CORFOGA, nos dice que, aunque tuvimos algunos ajustes en los mercados, ahora estamos viendo una recuperación gradual, con menos hembras siendo sacrificadas, lo que es una señal muy alentadora.
Siendo realistas, la ganadería ha tenido sus desafíos en los últimos años. La pandemia afectó a muchas fincas y la competencia internacional siempre está ahí. Pero los trabajadores del campo, con su esfuerzo y dedicación, han logrado mantenernos a flote y asegurar el suministro de alimentos esenciales para la población. Son unos guerreros, ¡y hay que reconocerlo!
Ahora bien, para seguir avanzando necesitamos trabajar en la productividad de nuestras fincas. Hay que buscar formas de acelerar el nacimiento de terneros y reemplazos, así como optimizar los procesos de alimentación y cuidado del ganado. De esa manera podremos garantizar que el sector siga siendo fuerte y competitivo tanto a nivel nacional como internacional. El viceministro de Agricultura y Ganadería, Fernando Vargas Pérez, lo expresó claramente: necesitamos mejorar esos indicadores para tener un futuro aún más prometedor.
No nos olvidemos de que todo esto tiene un impacto directo en la seguridad alimentaria de Costa Rica. Al mantener un hato estable, aseguramos que tendremos suficiente carne y leche para satisfacer las necesidades de nuestra gente. Además, contribuye a la generación de ingresos y al desarrollo económico de las comunidades rurales, que son el corazón de nuestro país. Así que, cada vez que comemos un plato de casado con carne, recordemos el trabajo arduo de los ganaderos y agricultores que hacen posible esta maravilla.
En resumen, la estabilidad del hato ganadero es una excelente noticia para Costa Rica. Nos da confianza para enfrentar los retos futuros y nos recuerda la importancia de apoyar a nuestros productores y valorar el trabajo del campo. Pero, díganme ustedes, ¿creen que el gobierno debería implementar más incentivos para ayudar a las fincas familiares a modernizarse y aumentar su productividad, o deberían enfocarse más en promover la sostenibilidad ambiental en el sector ganadero?