¡Ay, Dios mío, qué pena ajena! Aquí en Costa Rica nos acostumbramos a leer cosas raras, pero este caso de Guadalupe me dejó boquiabierto. Resulta que el OIJ detuvo a tres personas –una hermana y una sobrina– sospechosas de provocar un incendio que terminó costándole la vida a un señor de 76 años, don Eduardo Prado. Un final triste para un brete que parecía sacado de novela.
Según Pablo Calvo, jefe a.i. del Departamento de Investigaciones Criminales, la movilización se hizo luego de recibir una denuncia de incendio en una residencia en Guadalupe. Al llegar los bomberos y sofocar las llamas, descubrieron que no solo había sido un simple accidente. Habían desaparecido algunas pertenencias del pobre señor Prado, lo cual levantó sospechas desde el principio, diay. Parece que alguien andaba buscando una ‘vara’ fácil para engordar la billetera.
Pero esto no termina ahí, chunches. Lo que realmente complicó la situación es cómo la propia sobrina, identificada como Alvarado, y su pareja, un colombiano llamado Munera, fueron vistos dejando la casa justo antes de que el fuego se volviera incontrolable. ¿Coincidencia? No creo, mae. Las autoridades no tardaron en hacerle una revisión a fondo a la casa donde vive Alvarado y su parcero, localizada en el sector de Zapote, y ahí encontraron más evidencias que apuntaban hacia ellos.
“Logramos establecer que tanto la sobrina del fallecido como su pareja sentimental, un sujeto de nacionalidad colombiana, salen de la vivienda minutos antes de que esta prenda en llamas”, declaró Calvo. Pero la cosa no quedó ahí. Según la investigación, estos dos se compraron un carro por completo en efectivo unos días después en una venta de carros en Escazú. ¡Un lujo, idiay! Y encima, estaban vendiendo las joyas y otras posesiones de don Eduardo en diferentes locales comerciales para sacar provecho, aprovechándose de la desgracia. ¡Qué poca moral!
El OIJ los alcanzó conduciendo el mismo vehículo de don Eduardo en La California. ¡Cachete, se les estaba escapando! Por si fuera poco, también capturaron a la hermana del fallecido, doña Prado, quien tiene 62 años. Ahora sí, parece que la familia entera se metió en un lío muy grande. Esta ‘vara’ huele a podrido hasta la última fibra, mi pana.
Al parecer, el móvil detrás de toda esta tragedia era el deseo insaciable de quitarle las manos a don Eduardo a una suma considerable de dinero en efectivo y una buena cantidad de joyitas. Como bien dijeron en el OIJ, el señor Prado se dedicó a prestar plata durante muchos años y acumuló una riqueza que, aparentemente, despertó la codicia de algunos miembros de su círculo familiar. Un clásico ejemplo de cómo el dinero puede corromper hasta a los más cercanos, ¡qué sal!
La fiscalía está presentando cargos contra todos los implicados. Se espera que el juicio sea largo y complicado, considerando la magnitud del delito y la complejidad de la relación entre la víctima y los acusados. Este caso es un claro recordatorio de que la avaricia puede llevar a las personas a cometer actos terribles. Además, pone de manifiesto la necesidad de fortalecer las medidas de seguridad en nuestros hogares y proteger a nuestros seres queridos de posibles amenazas. Bueno, espero que esto sirva de aprendizaje para todos nosotros, porque esta ‘torta’ ha dejado a muchos pensando.
En fin, compañeros foristas, después de escuchar esta historia tan macabra, me pregunto: ¿Cómo creen que este tipo de tragedias podrían prevenirse, especialmente dentro de las familias? ¿Deberíamos enfocarnos más en la educación financiera y valores familiares para evitar que la ambición descontrole a las personas?
Según Pablo Calvo, jefe a.i. del Departamento de Investigaciones Criminales, la movilización se hizo luego de recibir una denuncia de incendio en una residencia en Guadalupe. Al llegar los bomberos y sofocar las llamas, descubrieron que no solo había sido un simple accidente. Habían desaparecido algunas pertenencias del pobre señor Prado, lo cual levantó sospechas desde el principio, diay. Parece que alguien andaba buscando una ‘vara’ fácil para engordar la billetera.
Pero esto no termina ahí, chunches. Lo que realmente complicó la situación es cómo la propia sobrina, identificada como Alvarado, y su pareja, un colombiano llamado Munera, fueron vistos dejando la casa justo antes de que el fuego se volviera incontrolable. ¿Coincidencia? No creo, mae. Las autoridades no tardaron en hacerle una revisión a fondo a la casa donde vive Alvarado y su parcero, localizada en el sector de Zapote, y ahí encontraron más evidencias que apuntaban hacia ellos.
“Logramos establecer que tanto la sobrina del fallecido como su pareja sentimental, un sujeto de nacionalidad colombiana, salen de la vivienda minutos antes de que esta prenda en llamas”, declaró Calvo. Pero la cosa no quedó ahí. Según la investigación, estos dos se compraron un carro por completo en efectivo unos días después en una venta de carros en Escazú. ¡Un lujo, idiay! Y encima, estaban vendiendo las joyas y otras posesiones de don Eduardo en diferentes locales comerciales para sacar provecho, aprovechándose de la desgracia. ¡Qué poca moral!
El OIJ los alcanzó conduciendo el mismo vehículo de don Eduardo en La California. ¡Cachete, se les estaba escapando! Por si fuera poco, también capturaron a la hermana del fallecido, doña Prado, quien tiene 62 años. Ahora sí, parece que la familia entera se metió en un lío muy grande. Esta ‘vara’ huele a podrido hasta la última fibra, mi pana.
Al parecer, el móvil detrás de toda esta tragedia era el deseo insaciable de quitarle las manos a don Eduardo a una suma considerable de dinero en efectivo y una buena cantidad de joyitas. Como bien dijeron en el OIJ, el señor Prado se dedicó a prestar plata durante muchos años y acumuló una riqueza que, aparentemente, despertó la codicia de algunos miembros de su círculo familiar. Un clásico ejemplo de cómo el dinero puede corromper hasta a los más cercanos, ¡qué sal!
La fiscalía está presentando cargos contra todos los implicados. Se espera que el juicio sea largo y complicado, considerando la magnitud del delito y la complejidad de la relación entre la víctima y los acusados. Este caso es un claro recordatorio de que la avaricia puede llevar a las personas a cometer actos terribles. Además, pone de manifiesto la necesidad de fortalecer las medidas de seguridad en nuestros hogares y proteger a nuestros seres queridos de posibles amenazas. Bueno, espero que esto sirva de aprendizaje para todos nosotros, porque esta ‘torta’ ha dejado a muchos pensando.
En fin, compañeros foristas, después de escuchar esta historia tan macabra, me pregunto: ¿Cómo creen que este tipo de tragedias podrían prevenirse, especialmente dentro de las familias? ¿Deberíamos enfocarnos más en la educación financiera y valores familiares para evitar que la ambición descontrole a las personas?
