¡Ay, Dios mío! Aquí estamos otra vez, hablando de economía y de cómo parece que nunca agarramos la china bien. Un estudio fresquito de la U eso nos acaba de tirar encima una bomba: la inversión extranjera directa (IED) se desplomó casi un 7% durante el primer semestre de este año. ¿Eso qué significa? Pues que menos plata entrando al país, compa, y eso no pinta nada bueno para el futuro.
Parece que el panorama mundial, con sus guerras y broncas comerciales, nos está afectando más de lo que queríamos admitir. Aunque Procomer dice que las exportaciones siguen creciendo – ¡y vaya que han crecido!, un 16% hasta agosto – , la verdad es que esos números podrían esconder problemas más grandes a la vuelta de la esquina. Las empresas extranjeras parecen estar frenando la inversión, y eso debería ponernos todos los pelos de punta.
Lo más preocupante es que no es solo un sector el que está sufriendo. Zonas Francas, turismo, sistema financiero… todos dieron tumbos. Lo poquito rescatable es que el régimen definitivo, donde se invierte a largo plazo, sí tuvo un repunte, pero no alcanza a compensar las pérdidas generales. Ni siquiera el reinvertir las ganancias que ya tienen las empresas acá arriba pudo salvar la papa.
Y ahora viene lo feo: Intel y Qorvo, dos empresas grandotes que nos dan chamba a muchos, están moviendo sus operaciones a Asia. Eso, sumado a las amenazas de Trump de poner aranceles altísimos a nuestros chips y semiconductores, puede ser el golpe final. ¡Imagínate!, casi la mitad de nuestras exportaciones dependen de Estados Unidos; si le ponen trabas, vamos jodidos.
Pero ojo, no todo es culpa de afuera. Tenemos nuestro propio brete acá dentro. Nuestras carreteras son un gallinero, los puertos lentísimos, la seguridad ciudadana va de mal en peor y la educación... ¡ufff!, ni hablar. Parece que hemos descuidado lo básico para atraer inversión seria, la que crea empleos de calidad y te hace crecer como país.
Además, tenemos otro problemita: el colón está muy fuerte, y eso encarece todo para quienes exportan, incluyendo el turismo. Las empresas extranjeras también se quejan porque les sale más caro operar acá. En resumen, estamos haciendo las cosas difíciles para nosotros mismos. Según ManpowerGroup, el 71% de las empresas no encuentra gente capacitada para trabajar. ¡Qué figura!
Roxana Morales, la economista de la U, lo dijo clarito: necesitamos diversificar nuestra economía y buscar nuevos mercados. No podemos seguir dependiendo tanto de Estados Unidos. Y los que quieran ser presidentes en el 2026 tienen que dejarle de hacer venas y proponer soluciones reales, no discursos bonitos. Necesitamos planes concretos para mejorar la infraestructura, invertir en educación y fortalecer la seguridad. Sino, sigamos dando vueltas en círculos y viendo como la inversión se va para otros lados.
Así que aquí está la pregunta, compas: ¿qué deberíamos estar haciendo diferente como país para atraer inversión extranjera y asegurar un futuro próspero para las próximas generaciones? ¿Será que estamos esperando demasiado para tomar cartas en el asunto, o ya pasamos la hora?
Parece que el panorama mundial, con sus guerras y broncas comerciales, nos está afectando más de lo que queríamos admitir. Aunque Procomer dice que las exportaciones siguen creciendo – ¡y vaya que han crecido!, un 16% hasta agosto – , la verdad es que esos números podrían esconder problemas más grandes a la vuelta de la esquina. Las empresas extranjeras parecen estar frenando la inversión, y eso debería ponernos todos los pelos de punta.
Lo más preocupante es que no es solo un sector el que está sufriendo. Zonas Francas, turismo, sistema financiero… todos dieron tumbos. Lo poquito rescatable es que el régimen definitivo, donde se invierte a largo plazo, sí tuvo un repunte, pero no alcanza a compensar las pérdidas generales. Ni siquiera el reinvertir las ganancias que ya tienen las empresas acá arriba pudo salvar la papa.
Y ahora viene lo feo: Intel y Qorvo, dos empresas grandotes que nos dan chamba a muchos, están moviendo sus operaciones a Asia. Eso, sumado a las amenazas de Trump de poner aranceles altísimos a nuestros chips y semiconductores, puede ser el golpe final. ¡Imagínate!, casi la mitad de nuestras exportaciones dependen de Estados Unidos; si le ponen trabas, vamos jodidos.
Pero ojo, no todo es culpa de afuera. Tenemos nuestro propio brete acá dentro. Nuestras carreteras son un gallinero, los puertos lentísimos, la seguridad ciudadana va de mal en peor y la educación... ¡ufff!, ni hablar. Parece que hemos descuidado lo básico para atraer inversión seria, la que crea empleos de calidad y te hace crecer como país.
Además, tenemos otro problemita: el colón está muy fuerte, y eso encarece todo para quienes exportan, incluyendo el turismo. Las empresas extranjeras también se quejan porque les sale más caro operar acá. En resumen, estamos haciendo las cosas difíciles para nosotros mismos. Según ManpowerGroup, el 71% de las empresas no encuentra gente capacitada para trabajar. ¡Qué figura!
Roxana Morales, la economista de la U, lo dijo clarito: necesitamos diversificar nuestra economía y buscar nuevos mercados. No podemos seguir dependiendo tanto de Estados Unidos. Y los que quieran ser presidentes en el 2026 tienen que dejarle de hacer venas y proponer soluciones reales, no discursos bonitos. Necesitamos planes concretos para mejorar la infraestructura, invertir en educación y fortalecer la seguridad. Sino, sigamos dando vueltas en círculos y viendo como la inversión se va para otros lados.
Así que aquí está la pregunta, compas: ¿qué deberíamos estar haciendo diferente como país para atraer inversión extranjera y asegurar un futuro próspero para las próximas generaciones? ¿Será que estamos esperando demasiado para tomar cartas en el asunto, o ya pasamos la hora?