Maes, pónganle atención a esta vara porque tiene de todo un poco. Resulta que la gente de la Compañía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL) se despertó un día y dijo: “Diay, ¿y toda la plata que se nos está yendo en pérdidas?”. Y parece que la respuesta los asustó, porque acaban de montar un operativo nivel película de acción en San Rafael de Alajuela para ir a cazar nada más y nada menos que ₡1.500 millones anuales que, por A o por B, no estaban entrando a sus arcas. Sí, leyeron bien: mil quinientos melones. ¡Qué despiche de plata!
El asunto es que desde el miércoles, la CNFL le cayó con todo a la zona. Mandaron a 12 cuadrillas a peinar el cantón para revisar casi 500 sistemas de medición, tanto en casas como en negocios. Según ellos, este es un “brete técnico-social”. A mí me suena más a que van a revisar hasta el último chunche para ver dónde está la fuga de plata. Y ojo a los números, porque son una joya: esperan recuperar ₡3.1 millones en el corto plazo con esta movida, pero el verdadero premio gordo es esa proyección anual. Pasar de un problema millonario a recuperar esa cantidad es, para la CNFL, un negociazo redondo.
La unidad encargada de este zafarrancho tiene un nombre que parece sacado de una serie de espías: la Unidad de Aseguramiento de Ingresos y Gestión de Pérdidas de Energía (UAIGPE). ¡Casi nada! El jefe de esta unidad, un mae llamado Jorge Garro, tiró la línea directa: la meta para el 2025 es que las pérdidas se mantengan en un solo dígito. O sea, están decididos a ponerle un candado a la fuga de electricidad y, por ende, de billetes. Y para que vean que la vara es en serio, hasta pusieron una agencia móvil en la plaza de deportes de San Rafael, para que la gente llegue a preguntar qué es la procesión y no se les arme un alboroto.
Ahora, ¿qué significa todo esto para nosotros, los simples mortales que pagamos el recibo mes a mes? Según el discurso oficial de la CNFL, estas intervenciones son para “fortalecer la estabilidad financiera de la empresa, garantizar la continuidad del servicio y mejorar la calidad de vida”. Traducido del corporativo al tico: si la empresa deja de perder esa millonada, en teoría, hay menos presión para subir las tarifas. En teoría. Porque una cosa es tapar el hueco por donde se va la plata y otra muy distinta es que eso se traduzca en un alivio real para el bolsillo de la gente.
El tema de fondo aquí es complejo. Esas “pérdidas” pueden ser desde medidores viejos que ya no sirven para nada, hasta conexiones ilegales que son un secreto a voces en muchas comunidades. La CNFL está haciendo su parte para ordenar la casa, y es un montón de plata la que está en juego. Pero la pregunta del millón queda en el aire. Es bueno que recuperen la plata, claro, pero ¿de verdad creen que estas acciones van a terminar beneficiando al consumidor final o es simplemente una forma de que los números de la compañía se vean más bonitos a fin de año?
Abro el debate, gente: ¿Creen que este esfuerzo de la CNFL se va a sentir en nuestros recibos de luz o es pura paja para la galería?
El asunto es que desde el miércoles, la CNFL le cayó con todo a la zona. Mandaron a 12 cuadrillas a peinar el cantón para revisar casi 500 sistemas de medición, tanto en casas como en negocios. Según ellos, este es un “brete técnico-social”. A mí me suena más a que van a revisar hasta el último chunche para ver dónde está la fuga de plata. Y ojo a los números, porque son una joya: esperan recuperar ₡3.1 millones en el corto plazo con esta movida, pero el verdadero premio gordo es esa proyección anual. Pasar de un problema millonario a recuperar esa cantidad es, para la CNFL, un negociazo redondo.
La unidad encargada de este zafarrancho tiene un nombre que parece sacado de una serie de espías: la Unidad de Aseguramiento de Ingresos y Gestión de Pérdidas de Energía (UAIGPE). ¡Casi nada! El jefe de esta unidad, un mae llamado Jorge Garro, tiró la línea directa: la meta para el 2025 es que las pérdidas se mantengan en un solo dígito. O sea, están decididos a ponerle un candado a la fuga de electricidad y, por ende, de billetes. Y para que vean que la vara es en serio, hasta pusieron una agencia móvil en la plaza de deportes de San Rafael, para que la gente llegue a preguntar qué es la procesión y no se les arme un alboroto.
Ahora, ¿qué significa todo esto para nosotros, los simples mortales que pagamos el recibo mes a mes? Según el discurso oficial de la CNFL, estas intervenciones son para “fortalecer la estabilidad financiera de la empresa, garantizar la continuidad del servicio y mejorar la calidad de vida”. Traducido del corporativo al tico: si la empresa deja de perder esa millonada, en teoría, hay menos presión para subir las tarifas. En teoría. Porque una cosa es tapar el hueco por donde se va la plata y otra muy distinta es que eso se traduzca en un alivio real para el bolsillo de la gente.
El tema de fondo aquí es complejo. Esas “pérdidas” pueden ser desde medidores viejos que ya no sirven para nada, hasta conexiones ilegales que son un secreto a voces en muchas comunidades. La CNFL está haciendo su parte para ordenar la casa, y es un montón de plata la que está en juego. Pero la pregunta del millón queda en el aire. Es bueno que recuperen la plata, claro, pero ¿de verdad creen que estas acciones van a terminar beneficiando al consumidor final o es simplemente una forma de que los números de la compañía se vean más bonitos a fin de año?
Abro el debate, gente: ¿Creen que este esfuerzo de la CNFL se va a sentir en nuestros recibos de luz o es pura paja para la galería?