¡Ay, Dios mío! Parece que estamos viviendo en una telenovela económica, ¿verdad, mae? El Banco Central nos soltó esos números del IMAE de septiembre, y claro, ahí anda el 4.7% de crecimiento interanual. Pero espérate unito, porque detrás de esa cifra bonita se esconde un panorama bien salado, y eso es lo que vamos a destapar hoy en el Foro.
La verdad es que este crecimiento, aunque suene chivo, no pinta tan rosado si le echamos ojo a los detalles. Resulta que casi toda la fuerza motriz viene de las zonas francas, esas empresas que operan bajo reglas especiales y que están creciendo a pasos gigantescos – un 15.3%, ¡una barbaridad!–. Y aquí viene la parte que me preocupa: más de la mitad del crecimiento general del país depende de este sector. ¿No te suena a huevo frágil?
Vamos a ponerlo así: mientras las fábricas de implementos médicos y otros productos dentro de las zonas francas están trabajando a marchas forzadas, la gente común, el campesino que siembra la comida que comemos, el constructor que levanta nuestras casas, y las pequeñas industrias locales, andan patinando. Dicen que el Régimen Definitivo, que es donde vive la “economía real”, apenas creció un 2.3%, una desaceleración preocupante respecto al año pasado. Ya huele a problema, ¿eh?
El BCCR no se anda con rodeos y nos dice directamente qué está pasando: la producción agrícola está dando palazos, la construcción privada va a paso lento, y hasta las fábricas locales de alimentos y papel están teniendo dificultades. Imagínate el impacto en el pueblo, mae... esos son trabajos que dan de comer a muchísimas familias. ¡Qué carga!
Pero, ¿por qué pasa esto? Pues parece que estamos construyendo una economía de dos velocidades, donde unos pocos van a toda máquina y la mayoría lucha por mantenerse a flote. Esto crea una gran brecha social y pone en riesgo el futuro del país. Depender tanto de un solo sector, como las zonas francas, nos hace muy vulnerables a cualquier cambio externo, ya sea una crisis internacional o un ajuste en las políticas comerciales.
Muchos economistas dicen que necesitamos diversificar nuestra economía, invertir más en agricultura, turismo sostenible y otras áreas que generen empleos dignos para todos los costarricenses. Ya no podemos seguir dependiendo de un único motor que beneficia a unos pocos a expensas del bienestar general. Tenemos que pensar en un desarrollo más inclusivo y equitativo, donde nadie se quede atrás.
Ahora, lo que realmente me inquieta es cómo esta situación afectará a nuestros hijos y nietos. ¿Queremos legarle un país dividido, donde unos pocos se llenan los bolsillos mientras la mayoría lucha por llegar a fin de mes? Creo que no, y por eso debemos exigir a nuestros gobernantes que tomen medidas urgentes para corregir el rumbo. Hay que dejar de maquillar las estadísticas y empezar a trabajar duro para construir una economía más justa y próspera para todos.
En fin, la pelota está en nuestro tejado, compas. Según ustedes, ¿qué deberíamos hacer urgentemente para que la economía costarricense deje de ser una fiesta para unos pocos y empiece a beneficiar a la mayoría? ¿Deberíamos priorizar inversiones en agricultura, apoyar a las pequeñas empresas locales o buscar nuevas fuentes de ingresos? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios y veamos si juntos encontramos alguna solución a este brete!
La verdad es que este crecimiento, aunque suene chivo, no pinta tan rosado si le echamos ojo a los detalles. Resulta que casi toda la fuerza motriz viene de las zonas francas, esas empresas que operan bajo reglas especiales y que están creciendo a pasos gigantescos – un 15.3%, ¡una barbaridad!–. Y aquí viene la parte que me preocupa: más de la mitad del crecimiento general del país depende de este sector. ¿No te suena a huevo frágil?
Vamos a ponerlo así: mientras las fábricas de implementos médicos y otros productos dentro de las zonas francas están trabajando a marchas forzadas, la gente común, el campesino que siembra la comida que comemos, el constructor que levanta nuestras casas, y las pequeñas industrias locales, andan patinando. Dicen que el Régimen Definitivo, que es donde vive la “economía real”, apenas creció un 2.3%, una desaceleración preocupante respecto al año pasado. Ya huele a problema, ¿eh?
El BCCR no se anda con rodeos y nos dice directamente qué está pasando: la producción agrícola está dando palazos, la construcción privada va a paso lento, y hasta las fábricas locales de alimentos y papel están teniendo dificultades. Imagínate el impacto en el pueblo, mae... esos son trabajos que dan de comer a muchísimas familias. ¡Qué carga!
Pero, ¿por qué pasa esto? Pues parece que estamos construyendo una economía de dos velocidades, donde unos pocos van a toda máquina y la mayoría lucha por mantenerse a flote. Esto crea una gran brecha social y pone en riesgo el futuro del país. Depender tanto de un solo sector, como las zonas francas, nos hace muy vulnerables a cualquier cambio externo, ya sea una crisis internacional o un ajuste en las políticas comerciales.
Muchos economistas dicen que necesitamos diversificar nuestra economía, invertir más en agricultura, turismo sostenible y otras áreas que generen empleos dignos para todos los costarricenses. Ya no podemos seguir dependiendo de un único motor que beneficia a unos pocos a expensas del bienestar general. Tenemos que pensar en un desarrollo más inclusivo y equitativo, donde nadie se quede atrás.
Ahora, lo que realmente me inquieta es cómo esta situación afectará a nuestros hijos y nietos. ¿Queremos legarle un país dividido, donde unos pocos se llenan los bolsillos mientras la mayoría lucha por llegar a fin de mes? Creo que no, y por eso debemos exigir a nuestros gobernantes que tomen medidas urgentes para corregir el rumbo. Hay que dejar de maquillar las estadísticas y empezar a trabajar duro para construir una economía más justa y próspera para todos.
En fin, la pelota está en nuestro tejado, compas. Según ustedes, ¿qué deberíamos hacer urgentemente para que la economía costarricense deje de ser una fiesta para unos pocos y empiece a beneficiar a la mayoría? ¿Deberíamos priorizar inversiones en agricultura, apoyar a las pequeñas empresas locales o buscar nuevas fuentes de ingresos? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios y veamos si juntos encontramos alguna solución a este brete!