Maes, pónganle atención a esta vara, porque ya parece chiste repetido. Resulta que la Dirección de Infraestructura Educativa (la famosa DIE) del MEP tiene nuevo jefe. Se llama Allan Ramírez Solano y, agárrense, es la cuarta persona que se sienta en esa silla en lo que va de esta administración. Cuatro directores en poco más de tres años. Si eso no grita inestabilidad y caos por todo lado, diay, no sé qué lo hará. La noticia en sí es un par de párrafos en un medio, pero el fondo del asunto es un despiche monumental que afecta a miles de güilas en todo el país.
Antes de que empiecen a tirar piedras, hay que decir que el mae no es ningún novato en la vara. Según informa el MEP, don Allan es ingeniero civil y lleva en la DIE desde el 2016. O sea, conoce el monstruo por dentro. Ha pasado por Contrataciones, Mantenimiento, Proyectos Específicos... básicamente ha estado en todos los departamentos donde las papas queman. Uno podría pensar que eso es bueno, que llega alguien que sabe dónde están enterrados los muertos y cómo funciona el chunche. Pero también se puede ver desde la otra acera: si ha estado ahí tanto tiempo, ¿no es parte del mismo sistema que tiene a cientos de escuelas cayéndose a pedazos? Es una pregunta válida, creo yo.
Y es que aquí está el verdadero meollo del asunto. No se trata solo de quién es el nuevo director. Se trata de que la infraestructura educativa de este país es una emergencia nacional silenciosa. Cada dos por tres vemos noticias de escuelas con órdenes sanitarias, pabellones a punto de colapsar, chiquitos recibiendo clases en galerones o debajo de un palo de mango. Hay informes de la Contraloría, sentencias de la Sala IV, promesas y más promesas, pero al final del día, el panorama sigue siendo desolador. Tener cuatro directores en un período tan corto lo único que confirma es que no hay un plan, no hay una ruta clara. Es apagar un incendio con un vasito de agua mientras se te quema el resto de la casa.
La directora anterior, Lourdes Sáurez, duró año y medio y ahora se fue a presidir el AyA. Otro puesto complicadísimo. Parece que en este gobierno los puestos clave son como una papa caliente que nadie quiere sostener por mucho tiempo. La ministra Müller le da la bendición al nuevo nombramiento, destacando la experiencia de Ramírez, pero es inevitable sentir un déjà vu. Ya hemos escuchado este discurso antes. Llega un nuevo jerarca, promete soluciones, se enfrenta al monstruo burocrático del MEP y, unos meses después, ¡pum!, cambio de planes. El problema es que en cada uno de esos cambios, los que pierden son los estudiantes y los profes que tienen que hacer milagros en condiciones terribles.
Así que, aunque uno quisiera ser optimista, la historia reciente nos obliga a ser escépticos. Don Allan Ramírez tiene por delante un brete titánico, una misión casi imposible. No solo tiene que lidiar con la burocracia y la falta de plata, sino también con la desconfianza acumulada tras años de abandono y promesas rotas. Ojalá me equivoque, de verdad. Por el bien de la educación pública, ojalá este mae sea un carga y logre enderezar el barco. Pero la pregunta flota en el aire, pesada y densa como la humedad de mediodía.
Maes, ¿ustedes qué creen? ¿Este nuevo nombramiento es un parche más en la llanta o de verdad hay chance de que se arregle el despiche en la infraestructura de las escuelas? ¿O en un año estamos aquí mismo, hablando del quinto director? Los leo.
Antes de que empiecen a tirar piedras, hay que decir que el mae no es ningún novato en la vara. Según informa el MEP, don Allan es ingeniero civil y lleva en la DIE desde el 2016. O sea, conoce el monstruo por dentro. Ha pasado por Contrataciones, Mantenimiento, Proyectos Específicos... básicamente ha estado en todos los departamentos donde las papas queman. Uno podría pensar que eso es bueno, que llega alguien que sabe dónde están enterrados los muertos y cómo funciona el chunche. Pero también se puede ver desde la otra acera: si ha estado ahí tanto tiempo, ¿no es parte del mismo sistema que tiene a cientos de escuelas cayéndose a pedazos? Es una pregunta válida, creo yo.
Y es que aquí está el verdadero meollo del asunto. No se trata solo de quién es el nuevo director. Se trata de que la infraestructura educativa de este país es una emergencia nacional silenciosa. Cada dos por tres vemos noticias de escuelas con órdenes sanitarias, pabellones a punto de colapsar, chiquitos recibiendo clases en galerones o debajo de un palo de mango. Hay informes de la Contraloría, sentencias de la Sala IV, promesas y más promesas, pero al final del día, el panorama sigue siendo desolador. Tener cuatro directores en un período tan corto lo único que confirma es que no hay un plan, no hay una ruta clara. Es apagar un incendio con un vasito de agua mientras se te quema el resto de la casa.
La directora anterior, Lourdes Sáurez, duró año y medio y ahora se fue a presidir el AyA. Otro puesto complicadísimo. Parece que en este gobierno los puestos clave son como una papa caliente que nadie quiere sostener por mucho tiempo. La ministra Müller le da la bendición al nuevo nombramiento, destacando la experiencia de Ramírez, pero es inevitable sentir un déjà vu. Ya hemos escuchado este discurso antes. Llega un nuevo jerarca, promete soluciones, se enfrenta al monstruo burocrático del MEP y, unos meses después, ¡pum!, cambio de planes. El problema es que en cada uno de esos cambios, los que pierden son los estudiantes y los profes que tienen que hacer milagros en condiciones terribles.
Así que, aunque uno quisiera ser optimista, la historia reciente nos obliga a ser escépticos. Don Allan Ramírez tiene por delante un brete titánico, una misión casi imposible. No solo tiene que lidiar con la burocracia y la falta de plata, sino también con la desconfianza acumulada tras años de abandono y promesas rotas. Ojalá me equivoque, de verdad. Por el bien de la educación pública, ojalá este mae sea un carga y logre enderezar el barco. Pero la pregunta flota en el aire, pesada y densa como la humedad de mediodía.
Maes, ¿ustedes qué creen? ¿Este nuevo nombramiento es un parche más en la llanta o de verdad hay chance de que se arregle el despiche en la infraestructura de las escuelas? ¿O en un año estamos aquí mismo, hablando del quinto director? Los leo.