Maes, a veces uno está tranquilo, pensando en el brete o en qué va a almorzar, y de la nada le cae una noticia que es como un baldazo de agua fría en media madrugada. Eso fue exactamente lo que sentí al leer las declaraciones de un senador gringo, un tal Pete Ricketts, que básicamente pintó un panorama de nuestro país que nos deja helados. Y es que, según el mae, la imagen de Costa Rica como un oasis de paz y democracia está más golpeada que chayote en feria. ¡Qué despiche! La vara es que ya no nos ven con los mismos ojos; ahora, para un sector del Congreso de EE. UU., somos un “punto de transporte de droga”. Así, sin anestesia.
El senador Ricketts no se anduvo por las ramas. En su discurso, dijo clarito que Costa Rica se convirtió en una especie de bodega gigante para la cocaína y, peor aún, el fentanilo que va para Estados Unidos y Europa. Duele escucharlo, claro, pero lo más complicado es preguntarse: ¿qué tanto de eso es pura hablada y qué tanto es la cruda realidad que vemos en las noticias todos los días? El tipo mencionó que las pandillas de aquí ya no son simples grupos de barrio, sino que están compitiendo por ser los “ejecutores” de los grandes carteles mexicanos. Eso ya es jugar en otra liga, una mucho más peligrosa y que mancha todo lo que toca.
Y para que la cosa duela más, Ricketts recordó que el propio Departamento del Tesoro de su país ya sancionó a ticos y a empresas de aquí por lavado de dinero y narcotráfico. O sea, esto no es solo la opinión de un político; hay acciones concretas que respaldan sus palabras. Diay, es inevitable sentir que el país se nos está yendo al traste. Esa reputación que tanto costó construir, esa idea de que aquí las cosas eran diferentes al resto de la región, parece estarse desmoronando a una velocidad que asusta. Cada balacera, cada cargamento decomisado, cada noticia sobre narcos locales escalando en poder es un clavo más en el ataúd de la “Suiza Centroamericana”. ¡Qué sal la nuestra!
Hay que ser justos, el senador gringo también reconoció que el presidente Chaves ha intentado mover el asunto. Mencionó la reforma para permitir la extradición de nacionales por delitos de narcotráfico, lo cual es un paso grande y polémico. El problema, como bien lo señala Ricketts, es que mientras nuestra burocracia se mueve a paso de tortuga, los carteles operan a la velocidad de la luz. Y para terminar de joder la vara, soltó la bomba del fentanilo, advirtiendo que ya se está infiltrando y que amenaza con convertirnos, ya no en un país de paso, sino en un centro de producción de drogas sintéticas. Esa posibilidad sí que pone los pelos de punta.
Al final, uno se queda con un sabor amargo y un montón de preguntas. Ya esto dejó de ser un problema de “sucesos” que uno lee por encima en el periódico. Es una amenaza directa a nuestra estabilidad, a nuestra economía (¿quién va a invertir en un narco-estado en potencia?) y a nuestra identidad. Por eso les pregunto en serio, maes: ¿está exagerando el senador gringo para meter presión o de verdad ya se nos fue el país de las manos con esta vara? ¿Qué tan profundo es el despiche en realidad y estamos haciendo lo suficiente para frenarlo? ¿Queda algo de la “Pura Vida” o ya es solo un eslogan para turistas?
El senador Ricketts no se anduvo por las ramas. En su discurso, dijo clarito que Costa Rica se convirtió en una especie de bodega gigante para la cocaína y, peor aún, el fentanilo que va para Estados Unidos y Europa. Duele escucharlo, claro, pero lo más complicado es preguntarse: ¿qué tanto de eso es pura hablada y qué tanto es la cruda realidad que vemos en las noticias todos los días? El tipo mencionó que las pandillas de aquí ya no son simples grupos de barrio, sino que están compitiendo por ser los “ejecutores” de los grandes carteles mexicanos. Eso ya es jugar en otra liga, una mucho más peligrosa y que mancha todo lo que toca.
Y para que la cosa duela más, Ricketts recordó que el propio Departamento del Tesoro de su país ya sancionó a ticos y a empresas de aquí por lavado de dinero y narcotráfico. O sea, esto no es solo la opinión de un político; hay acciones concretas que respaldan sus palabras. Diay, es inevitable sentir que el país se nos está yendo al traste. Esa reputación que tanto costó construir, esa idea de que aquí las cosas eran diferentes al resto de la región, parece estarse desmoronando a una velocidad que asusta. Cada balacera, cada cargamento decomisado, cada noticia sobre narcos locales escalando en poder es un clavo más en el ataúd de la “Suiza Centroamericana”. ¡Qué sal la nuestra!
Hay que ser justos, el senador gringo también reconoció que el presidente Chaves ha intentado mover el asunto. Mencionó la reforma para permitir la extradición de nacionales por delitos de narcotráfico, lo cual es un paso grande y polémico. El problema, como bien lo señala Ricketts, es que mientras nuestra burocracia se mueve a paso de tortuga, los carteles operan a la velocidad de la luz. Y para terminar de joder la vara, soltó la bomba del fentanilo, advirtiendo que ya se está infiltrando y que amenaza con convertirnos, ya no en un país de paso, sino en un centro de producción de drogas sintéticas. Esa posibilidad sí que pone los pelos de punta.
Al final, uno se queda con un sabor amargo y un montón de preguntas. Ya esto dejó de ser un problema de “sucesos” que uno lee por encima en el periódico. Es una amenaza directa a nuestra estabilidad, a nuestra economía (¿quién va a invertir en un narco-estado en potencia?) y a nuestra identidad. Por eso les pregunto en serio, maes: ¿está exagerando el senador gringo para meter presión o de verdad ya se nos fue el país de las manos con esta vara? ¿Qué tan profundo es el despiche en realidad y estamos haciendo lo suficiente para frenarlo? ¿Queda algo de la “Pura Vida” o ya es solo un eslogan para turistas?