Maes, hablemos de una vara que es tan fundamental como a veces incómoda de discutir en la mesa del almuerzo del brete: la lactancia materna. Este 2025, la Semana Mundial de la Lactancia Materna llega con un lema que es un cañonazo directo a la conciencia colectiva: “Prioricemos la lactancia materna: construyendo sistemas de apoyo sostenibles”. Y diay, ya era hora de que dejáramos de ver esta vara como un asunto exclusivo de la mamá y su bebé, porque seamos honestos, la forma en que lo manejamos como sociedad a veces es para jalarse una torta.
El asunto es que nos encanta la idea romántica. Vemos la foto perfecta, la mamá radiante, el bebé tranquilo, y pensamos: ¡qué chiva! Pero la realidad para muchísimas mujeres es un arranque lleno de dudas, dolor, frustración y una soledad abrumadora. La Alianza Mundial para la Acción en Lactancia Materna (que para los compas es WABA) lo dice clarito: el apoyo tiene que ser total, desde que el personal de salud te prepara en el embarazo hasta que estás en tu casa, a las 3 de la mañana, preguntándote si lo estás haciendo bien. Porque es ahí, en ese posparto vulnerable, donde el plan se puede ir al traste si la mamá siente que está sola contra el mundo.
Y aquí es donde la vara se pone tuanis y el lema de este año cobra todo el sentido. “Construir sistemas de apoyo” suena a discurso de político, pero si lo aterrizamos, es algo increíblemente práctico y humano. No se trata solo de que el doctor te diga “dele pecho”. Se trata de que tu jefe en el brete entienda y te dé un espacio digno para extraerte leche, de que tu familia no te bombardee con mitos y consejos de hace 50 años, de que tus compas te pregunten cómo estás de verdad y, si es del caso, te lleven un gallo pinto para que no tengas que cocinar. La idea de que toda la sociedad se apunte para que amamantar sea un derecho garantizado es, sinceramente, ¡qué carga!, mae.
Lo bueno es que esta movida no es solo hablada de paja. La campaña busca que todo el mundo se ponga las pilas: empresas, hospitales y nosotros, la gente de a pie. Ver que compañías como Meditek, que se dedican a distribuir los chunches médicos, se sumen al llamado, es una buena señal. Significa que el mensaje está llegando a lugares donde se pueden tomar decisiones importantes para facilitar el acceso a equipos y a capacitación. Al final, se trata de crear un ecosistema donde la mamá no tenga que escoger entre su trabajo, su salud mental y alimentar a su hijo. No debería ser un sacrificio, sino una opción apoyada a cachete por todos.
Esta semana es el pretexto perfecto para que nos cuestionemos en serio. Amamantar, como dice la WABA, salva vidas y construye comunidades más fuertes. Pero esa comunidad no se construye sola. Se construye cuando dejamos de ver para otro lado, cuando ofrecemos ayuda sin juzgar y cuando entendemos que el bienestar de esa mamá y ese bebé es, en el fondo, el bienestar de todos. Amamantar no tiene por qué ser una pulseada en solitario, tiene que ser una práctica colectiva, protegida y celebrada. Ahora les tiro la bola a ustedes, maes: Más allá de los discursos, ¿qué creen que nos falta de verdad en Costa Rica para que una mamá se sienta apoyada a cachete? ¿Han visto ejemplos tuanis o más bien se han topado con cada torta en el brete o en la calle? ¡Cuenten todo!
El asunto es que nos encanta la idea romántica. Vemos la foto perfecta, la mamá radiante, el bebé tranquilo, y pensamos: ¡qué chiva! Pero la realidad para muchísimas mujeres es un arranque lleno de dudas, dolor, frustración y una soledad abrumadora. La Alianza Mundial para la Acción en Lactancia Materna (que para los compas es WABA) lo dice clarito: el apoyo tiene que ser total, desde que el personal de salud te prepara en el embarazo hasta que estás en tu casa, a las 3 de la mañana, preguntándote si lo estás haciendo bien. Porque es ahí, en ese posparto vulnerable, donde el plan se puede ir al traste si la mamá siente que está sola contra el mundo.
Y aquí es donde la vara se pone tuanis y el lema de este año cobra todo el sentido. “Construir sistemas de apoyo” suena a discurso de político, pero si lo aterrizamos, es algo increíblemente práctico y humano. No se trata solo de que el doctor te diga “dele pecho”. Se trata de que tu jefe en el brete entienda y te dé un espacio digno para extraerte leche, de que tu familia no te bombardee con mitos y consejos de hace 50 años, de que tus compas te pregunten cómo estás de verdad y, si es del caso, te lleven un gallo pinto para que no tengas que cocinar. La idea de que toda la sociedad se apunte para que amamantar sea un derecho garantizado es, sinceramente, ¡qué carga!, mae.
Lo bueno es que esta movida no es solo hablada de paja. La campaña busca que todo el mundo se ponga las pilas: empresas, hospitales y nosotros, la gente de a pie. Ver que compañías como Meditek, que se dedican a distribuir los chunches médicos, se sumen al llamado, es una buena señal. Significa que el mensaje está llegando a lugares donde se pueden tomar decisiones importantes para facilitar el acceso a equipos y a capacitación. Al final, se trata de crear un ecosistema donde la mamá no tenga que escoger entre su trabajo, su salud mental y alimentar a su hijo. No debería ser un sacrificio, sino una opción apoyada a cachete por todos.
Esta semana es el pretexto perfecto para que nos cuestionemos en serio. Amamantar, como dice la WABA, salva vidas y construye comunidades más fuertes. Pero esa comunidad no se construye sola. Se construye cuando dejamos de ver para otro lado, cuando ofrecemos ayuda sin juzgar y cuando entendemos que el bienestar de esa mamá y ese bebé es, en el fondo, el bienestar de todos. Amamantar no tiene por qué ser una pulseada en solitario, tiene que ser una práctica colectiva, protegida y celebrada. Ahora les tiro la bola a ustedes, maes: Más allá de los discursos, ¿qué creen que nos falta de verdad en Costa Rica para que una mamá se sienta apoyada a cachete? ¿Han visto ejemplos tuanis o más bien se han topado con cada torta en el brete o en la calle? ¡Cuenten todo!