Diay maes, siéntense un toque porque esta novela está mejor que las de Netflix. ¿Se acuerdan de toda la hablada con las famosas rotondas de la Ruta 32? Esas que el mismo presi, Rodrigo Chaves, aceptó con cara de funeral allá en Limón que fueron un error garrafal. Bueno, agárrense, porque la vara se acaba de poner color de hormiga: la Fiscalía General se metió de cabeza en el asunto y ahora investiga a Chaves por el presunto delito de "falsedad en la recepción de bienes y servicios". En tico simple y puro: por supuestamente dar el visto bueno a una obra que sabían que no servía para nada. ¡Qué despiche!
Vamos a ver, traduzcamos el lenguaje de abogado. Este delito es básicamente cuando un funcionario público firma un papel diciendo "¡Todo perfecto, obra recibida a cachete!", cuando en la vida real el chunche está mal hecho, no funciona o, como en este caso, es un peligro público. Y ojo la pena, no es cualquier cosa: va de dos a ocho años de cárcel. El Gobierno, con Chaves a la cabeza y sus exministros Amador y Batalla en la jugada, se jaló una torta monumental al cambiar los pasos a desnivel que estaban en el plano original por estas rotondas. Ahora, no solo tienen que demolerlas y gastar más plata en hacer lo que debieron hacer desde el principio, sino que tienen al Ministerio Público respirándoles en la nuca.
Y lo que más cólera da es que esto no fue una sorpresa. No es como que un día se levantaron y dijeron "¡Uy, qué sal, las rotondas no funcionaron!". Para nada. El Lanamme de la UCR, que son los cargas en estos temas de construcción, se cansó de advertirles. Desde el 2024 venían diciendo que no había ni un solo papel técnico que justificara ese cambio, que era una pésima idea. Pero diay, ya sabemos cómo es la historia: al parecer, las advertencias de los expertos les entraron por un oído y les salieron por el otro. Ignoraron al menos cuatro informes técnicos, patearon la bola para adelante y siguieron con el plan, justificándose con la misma excusa de siempre: "es que no había plata". Una justificación que, viéndolo ahora, suena más hueca que una olla sin tamales.
Pero más allá del brete legal y la plata que se fue al traste —se habla de hasta $6.3 millones, ¡casi nada!—, está el desastre del día a día. La arquitecta Carla Carranza, de la Federación de Trabajadores de Limón, lo dijo clarito: la rotonda de Barbilla en Matina parece una "tagada". Y no es un chiste. La imagen de los chiquitos de la escuela y de una niña en silla de ruedas jugándose la vida para cruzar la calle es la foto perfecta de este fracaso. Una rotonda construida en un desnivel, con tendido eléctrico cerquísima y sin un miserable puente peatonal. Es el monumento a la improvisación y a la indiferencia. El Gobierno prometió una solución temporal y entregó un problema permanente.
Así que aquí estamos, maes. Con un montón de plata botada, una carretera más peligrosa que antes y el Presidente de la República bajo investigación penal por una decisión que él mismo admitió que fue un error. La Fiscalía dice que podría investigar a otros funcionarios, y la verdad es que aquí hay tela que cortar para todo el mundo. La gran pregunta que queda en el aire es si esto va a llegar a algo concreto o si será otro de esos escándalos que se diluyen con el tiempo. La gente de Limón y todos los que usamos esa ruta merecemos más que un simple "lo siento".
Con todo este despiche sobre la mesa, la pregunta del millón es: ¿quién paga los platos rotos? ¿Creen que esta investigación de la Fiscalía sirva para sentar un precedente o va a quedar en puro humo como tantas otras varas en este país? ¡Los leo en los comentarios!
Vamos a ver, traduzcamos el lenguaje de abogado. Este delito es básicamente cuando un funcionario público firma un papel diciendo "¡Todo perfecto, obra recibida a cachete!", cuando en la vida real el chunche está mal hecho, no funciona o, como en este caso, es un peligro público. Y ojo la pena, no es cualquier cosa: va de dos a ocho años de cárcel. El Gobierno, con Chaves a la cabeza y sus exministros Amador y Batalla en la jugada, se jaló una torta monumental al cambiar los pasos a desnivel que estaban en el plano original por estas rotondas. Ahora, no solo tienen que demolerlas y gastar más plata en hacer lo que debieron hacer desde el principio, sino que tienen al Ministerio Público respirándoles en la nuca.
Y lo que más cólera da es que esto no fue una sorpresa. No es como que un día se levantaron y dijeron "¡Uy, qué sal, las rotondas no funcionaron!". Para nada. El Lanamme de la UCR, que son los cargas en estos temas de construcción, se cansó de advertirles. Desde el 2024 venían diciendo que no había ni un solo papel técnico que justificara ese cambio, que era una pésima idea. Pero diay, ya sabemos cómo es la historia: al parecer, las advertencias de los expertos les entraron por un oído y les salieron por el otro. Ignoraron al menos cuatro informes técnicos, patearon la bola para adelante y siguieron con el plan, justificándose con la misma excusa de siempre: "es que no había plata". Una justificación que, viéndolo ahora, suena más hueca que una olla sin tamales.
Pero más allá del brete legal y la plata que se fue al traste —se habla de hasta $6.3 millones, ¡casi nada!—, está el desastre del día a día. La arquitecta Carla Carranza, de la Federación de Trabajadores de Limón, lo dijo clarito: la rotonda de Barbilla en Matina parece una "tagada". Y no es un chiste. La imagen de los chiquitos de la escuela y de una niña en silla de ruedas jugándose la vida para cruzar la calle es la foto perfecta de este fracaso. Una rotonda construida en un desnivel, con tendido eléctrico cerquísima y sin un miserable puente peatonal. Es el monumento a la improvisación y a la indiferencia. El Gobierno prometió una solución temporal y entregó un problema permanente.
Así que aquí estamos, maes. Con un montón de plata botada, una carretera más peligrosa que antes y el Presidente de la República bajo investigación penal por una decisión que él mismo admitió que fue un error. La Fiscalía dice que podría investigar a otros funcionarios, y la verdad es que aquí hay tela que cortar para todo el mundo. La gran pregunta que queda en el aire es si esto va a llegar a algo concreto o si será otro de esos escándalos que se diluyen con el tiempo. La gente de Limón y todos los que usamos esa ruta merecemos más que un simple "lo siento".
Con todo este despiche sobre la mesa, la pregunta del millón es: ¿quién paga los platos rotos? ¿Creen que esta investigación de la Fiscalía sirva para sentar un precedente o va a quedar en puro humo como tantas otras varas en este país? ¡Los leo en los comentarios!