¡Ay, Dios mío! ¿Se imaginan eso, compas? Durante años, un terrenco baldío, medio desechado, siendo caldo de cultivo para maleza y desazón en León XIII. Pero ahora... ¡aguante! Lo que antes era un dolor de cabeza, hoy es pura alegría y razón para salir a tomarle una foto al parque nuevo. La comunidad entera está festejando la entrega del Parque Comunal La Fabiola, y vaya que sí se nota en las caras de la gente.
Este proyecto, que le dio un vuelco al panorama del distrito de Tibás, no llegó de la noche a la mañana. Por años, los vecinos soñaron con tener un espacio decente para sus familias, un lugar donde los niños pudieran correr sin peligro y los abuelitos pudieran echarse una siesta bajo la sombra de un árbol. Era una necesidad urgete, como dicen por acá, y finalmente, gracias a una buena combinación de esfuerzos, se hizo realidad.
Andrea Rivera, una vecina orgullosa de cinco hijos, me contó cómo estaban esperando este parque desde hacía rato. Con toda la honestidad del mundo, dice que antes, el terrenco era un verdadero brete: lleno de escombros, inseguro y no apto para nadie. “Antes de que lo renovaran, había un play muy pequeñito… ya no estaba en condiciones óptimas para que los niños jugaran. Había mucho escombro, no era un lugar apto. Ahora no hay punto de comparación, es más seguro y más bonito”, me dijo mientras sus hijos corrían emocionados alrededor de los nuevos juegos.
Y no solo los niños se están divirtiendo a lo grande. Teresa Cordero Zumbado, otra residente del sector, coincidió en que el parque transformó el ambiente. Recordó que antes era simplemente “un lote completamente vacío”, que poco a poco se iba deteriorando. Ahora, la realidad es totalmente distinta. “Está lindísimo, ya tienen los niños a dónde jugar. Es muy bueno para la comunidad”, afirmó con una sonrisa que iluminaba su rostro. La verdad, es que quien lo visita se da cuenta de que no exagera ni un poquito.
Pero este parque no es solo un sitio para pasar el rato; es una inversión en el futuro de la comunidad. El proyecto, impulsado por el MIVAH y financiado por el BANHVI, con el apoyo de Grupo Mutual y la Municipalidad de Tibás, tuvo una inversión superior a los ¢759 millones. ¡Una verdadera ganga!, diría mi abu. Este dinero se tradujo en una cancha multiuso, un circuito para correr, ranchos para protegerse del sol, un gimnasio al aire libre, juegos infantiles adaptados, zonas verdes, áreas accesibles y, lo mejor de todo, un espacio seguro para las mascotas. ¡Hasta el perro del vecino está contento!
Las autoridades resaltaron que estos proyectos buscan más allá de la simple mejora de la infraestructura. Quieren fomentar la integración social y promover el uso responsable de los espacios públicos. Y vaya que lo están logrando. Se puede ver a las familias reunidas, a los jóvenes practicando deportes y a los ancianos compartiendo anécdotas en las bancas del parque. Es un auténtico pulmón verde que revitaliza el corazón de León XIII, convirtiéndose en un punto neurálgico de encuentro y convivencia. No es poca cosa, diay.
Este parque, más que una obra física, representa un renacer para la comunidad. Es un lugar donde el barrio vuelve a encontrarse, donde se comparten risas y donde se construyen nuevas memorias. Desde ahora, los vecinos de León XIII tienen un motivo extra para sentirse orgullosos de su comunidad y un espacio digno para crear recuerdos inolvidables. La verdad, es que viendo todo esto, te das cuenta que aún hay esperanza en nuestro país, que podemos lograr cosas grandiosas si trabajamos juntos y le ponemos cariño a lo que hacemos. Eso sí, me agarró unas ganas de ir a echarme un chunche de raspao’ ahí mismo...
Y tú, ¿qué opinas de este tipo de iniciativas comunitarias? ¿Crees que deberían existir más parques como este en otros barrios de Costa Rica, o consideras que hay otras prioridades urgentes que atender? Déjanos tu comentario abajo y vamos a debatir sobre este tema tan importante para nuestra sociedad.
Este proyecto, que le dio un vuelco al panorama del distrito de Tibás, no llegó de la noche a la mañana. Por años, los vecinos soñaron con tener un espacio decente para sus familias, un lugar donde los niños pudieran correr sin peligro y los abuelitos pudieran echarse una siesta bajo la sombra de un árbol. Era una necesidad urgete, como dicen por acá, y finalmente, gracias a una buena combinación de esfuerzos, se hizo realidad.
Andrea Rivera, una vecina orgullosa de cinco hijos, me contó cómo estaban esperando este parque desde hacía rato. Con toda la honestidad del mundo, dice que antes, el terrenco era un verdadero brete: lleno de escombros, inseguro y no apto para nadie. “Antes de que lo renovaran, había un play muy pequeñito… ya no estaba en condiciones óptimas para que los niños jugaran. Había mucho escombro, no era un lugar apto. Ahora no hay punto de comparación, es más seguro y más bonito”, me dijo mientras sus hijos corrían emocionados alrededor de los nuevos juegos.
Y no solo los niños se están divirtiendo a lo grande. Teresa Cordero Zumbado, otra residente del sector, coincidió en que el parque transformó el ambiente. Recordó que antes era simplemente “un lote completamente vacío”, que poco a poco se iba deteriorando. Ahora, la realidad es totalmente distinta. “Está lindísimo, ya tienen los niños a dónde jugar. Es muy bueno para la comunidad”, afirmó con una sonrisa que iluminaba su rostro. La verdad, es que quien lo visita se da cuenta de que no exagera ni un poquito.
Pero este parque no es solo un sitio para pasar el rato; es una inversión en el futuro de la comunidad. El proyecto, impulsado por el MIVAH y financiado por el BANHVI, con el apoyo de Grupo Mutual y la Municipalidad de Tibás, tuvo una inversión superior a los ¢759 millones. ¡Una verdadera ganga!, diría mi abu. Este dinero se tradujo en una cancha multiuso, un circuito para correr, ranchos para protegerse del sol, un gimnasio al aire libre, juegos infantiles adaptados, zonas verdes, áreas accesibles y, lo mejor de todo, un espacio seguro para las mascotas. ¡Hasta el perro del vecino está contento!
Las autoridades resaltaron que estos proyectos buscan más allá de la simple mejora de la infraestructura. Quieren fomentar la integración social y promover el uso responsable de los espacios públicos. Y vaya que lo están logrando. Se puede ver a las familias reunidas, a los jóvenes practicando deportes y a los ancianos compartiendo anécdotas en las bancas del parque. Es un auténtico pulmón verde que revitaliza el corazón de León XIII, convirtiéndose en un punto neurálgico de encuentro y convivencia. No es poca cosa, diay.
Este parque, más que una obra física, representa un renacer para la comunidad. Es un lugar donde el barrio vuelve a encontrarse, donde se comparten risas y donde se construyen nuevas memorias. Desde ahora, los vecinos de León XIII tienen un motivo extra para sentirse orgullosos de su comunidad y un espacio digno para crear recuerdos inolvidables. La verdad, es que viendo todo esto, te das cuenta que aún hay esperanza en nuestro país, que podemos lograr cosas grandiosas si trabajamos juntos y le ponemos cariño a lo que hacemos. Eso sí, me agarró unas ganas de ir a echarme un chunche de raspao’ ahí mismo...
Y tú, ¿qué opinas de este tipo de iniciativas comunitarias? ¿Crees que deberían existir más parques como este en otros barrios de Costa Rica, o consideras que hay otras prioridades urgentes que atender? Déjanos tu comentario abajo y vamos a debatir sobre este tema tan importante para nuestra sociedad.