La tranquilidad de Pocosol, San Carlos, se rompió este sábado cuando la noticia de la caída de un niño de tres años a un pozo de unos treinta metros de profundidad recorrió la comunidad como reguero de pólvora. Liam, así se llama el pequeño, se convirtió en el centro de toda la atención, mientras equipos de rescate luchaban contra el tiempo y el miedo se apoderaba de sus seres queridos. Un brete terrible, díay, que te pone el vello de punta.
Según testigos y el estremecedor relato de su madre, Natividad Vargas, todo comenzó con un juego inocente. El papá del niño, trabajando cerca, le permitió salir a pescar junto a un amigo. Pero Liam, con la energía inagotable de los niños, decidió explorar un poco más lejos, acercándose a un pozo abandonado que, lamentablemente, no había sido debidamente sellado, como debería haber sido desde antes. Es una vara bien turbia que esto haya pasado, especialmente considerando las indicaciones que hubo para clausurar estos peligros.
"Él, a las 9:00 a. m., le pidió permiso al papá para jugar y el papá le dijo que sí... Me dijo: ‘Mamá, deme el chupón’… Luego, como si nada, queriendo irse. Le cerré la puerta, pero el chiquito más grande lo convenció de ir", relata entre lágrimas Doña Natividad. Imagínate la angustia de ver cómo tu hijo desaparece así, justo delante de tus ojos. Un susto de esos que te dejan temblando por días.
La alarma sonó gracias a un niño que jugaba con Liam y lo vio caer. Corrió a avisarle a la madre, quien al llegar al lugar encontró a varios hombres intentando bajar hasta el fondo del pozo. Las primeras horas fueron cruciales, con la incertidumbre rondando como un fantasma. "Vino el niño con el que él jugaba y me dijo: 'Nati, Liam se fue al pozo'. En ese momento lo que hice fue correr hacia donde estaba él y estaban intentando sacarlo. Un muchacho se metió y había otro señor que le dijo que no, que saliera... Ahí no pudieron sacar al bebé. El bebé estaba vivo porque todavía echaba burbujitas", cuenta Doña Natividad, recordando aquellos instantes de desesperación.
Las autoridades llegaron rápidamente al sitio, coordinando el operativo de rescate. Expertos en extracción realizaron perforaciones cuidadosamente para crear un acceso seguro. Equipos especializados con cuerdas y arneses descendieron al pozo, buscando cualquier indicio del estado del pequeño. La tensión era palpable entre los vecinos reunidos, rezando silenciosamente por un milagro. El silencio solo interrumpido por los sonidos de las máquinas y las oraciones murmuradas. Era pura carga esperar noticias.
Este pozo, según explicó Doña Natividad, fue construido hace unos seis meses y nunca fue clausurado adecuadamente. “Dijeron que se tenían que cerrar todos los pozos”, lamenta la madre, señalando que el propietario no acató las recomendaciones de seguridad. Esto levanta ampollas, pues obliga a preguntarnos qué tan efectivas son las supervisiones municipales y si realmente se prioriza la seguridad de nuestros niños. Ya van varias veces que pasa esto, ¡qué torta!
Finalmente, tras horas de angustia y esfuerzo incansable, los equipos de rescate lograron extraer a Liam sano y salvo. Aunque requirió atención médica debido a la prolongada exposición y posible hipotermia, los médicos confirman que su estado es estable y favorable. Una bendición monumental, señores. Liam es pura chiva, aguantar tanto y estar bien. La comunidad entera salió a recibirlo con alegría y gratitud, celebrando un final feliz que parecía imposible.
Ahora que Liam está a salvo, la conversación se centra en la necesidad urgente de regularizar y asegurar todos los pozos abandonados en la zona rural. Muchos se preguntan, ¿cómo podemos evitar que tragedias similares vuelvan a ocurrir? ¿Será suficiente con exigir la clausura de estos peligros latentes o debemos implementar medidas más estrictas, incluyendo inspecciones periódicas y sanciones severas para quienes incumplan las normas? ¿Usted cree que el gobierno nacional debería tomar cartas en el asunto y destinar recursos para garantizar la seguridad de nuestros niños alrededor de estas potenciales trampas mortales?
Según testigos y el estremecedor relato de su madre, Natividad Vargas, todo comenzó con un juego inocente. El papá del niño, trabajando cerca, le permitió salir a pescar junto a un amigo. Pero Liam, con la energía inagotable de los niños, decidió explorar un poco más lejos, acercándose a un pozo abandonado que, lamentablemente, no había sido debidamente sellado, como debería haber sido desde antes. Es una vara bien turbia que esto haya pasado, especialmente considerando las indicaciones que hubo para clausurar estos peligros.
"Él, a las 9:00 a. m., le pidió permiso al papá para jugar y el papá le dijo que sí... Me dijo: ‘Mamá, deme el chupón’… Luego, como si nada, queriendo irse. Le cerré la puerta, pero el chiquito más grande lo convenció de ir", relata entre lágrimas Doña Natividad. Imagínate la angustia de ver cómo tu hijo desaparece así, justo delante de tus ojos. Un susto de esos que te dejan temblando por días.
La alarma sonó gracias a un niño que jugaba con Liam y lo vio caer. Corrió a avisarle a la madre, quien al llegar al lugar encontró a varios hombres intentando bajar hasta el fondo del pozo. Las primeras horas fueron cruciales, con la incertidumbre rondando como un fantasma. "Vino el niño con el que él jugaba y me dijo: 'Nati, Liam se fue al pozo'. En ese momento lo que hice fue correr hacia donde estaba él y estaban intentando sacarlo. Un muchacho se metió y había otro señor que le dijo que no, que saliera... Ahí no pudieron sacar al bebé. El bebé estaba vivo porque todavía echaba burbujitas", cuenta Doña Natividad, recordando aquellos instantes de desesperación.
Las autoridades llegaron rápidamente al sitio, coordinando el operativo de rescate. Expertos en extracción realizaron perforaciones cuidadosamente para crear un acceso seguro. Equipos especializados con cuerdas y arneses descendieron al pozo, buscando cualquier indicio del estado del pequeño. La tensión era palpable entre los vecinos reunidos, rezando silenciosamente por un milagro. El silencio solo interrumpido por los sonidos de las máquinas y las oraciones murmuradas. Era pura carga esperar noticias.
Este pozo, según explicó Doña Natividad, fue construido hace unos seis meses y nunca fue clausurado adecuadamente. “Dijeron que se tenían que cerrar todos los pozos”, lamenta la madre, señalando que el propietario no acató las recomendaciones de seguridad. Esto levanta ampollas, pues obliga a preguntarnos qué tan efectivas son las supervisiones municipales y si realmente se prioriza la seguridad de nuestros niños. Ya van varias veces que pasa esto, ¡qué torta!
Finalmente, tras horas de angustia y esfuerzo incansable, los equipos de rescate lograron extraer a Liam sano y salvo. Aunque requirió atención médica debido a la prolongada exposición y posible hipotermia, los médicos confirman que su estado es estable y favorable. Una bendición monumental, señores. Liam es pura chiva, aguantar tanto y estar bien. La comunidad entera salió a recibirlo con alegría y gratitud, celebrando un final feliz que parecía imposible.
Ahora que Liam está a salvo, la conversación se centra en la necesidad urgente de regularizar y asegurar todos los pozos abandonados en la zona rural. Muchos se preguntan, ¿cómo podemos evitar que tragedias similares vuelvan a ocurrir? ¿Será suficiente con exigir la clausura de estos peligros latentes o debemos implementar medidas más estrictas, incluyendo inspecciones periódicas y sanciones severas para quienes incumplan las normas? ¿Usted cree que el gobierno nacional debería tomar cartas en el asunto y destinar recursos para garantizar la seguridad de nuestros niños alrededor de estas potenciales trampas mortales?