¡Ay, Dios mío! Acá estamos, casi a final de año y todavía batallando con temas de cambio climático. Resulta que Lula Da Silva, el presidente de Brasil, volvió a Belém, donde se está llevando a cabo la COP30. Y vaya que llegó con ganas de hacer ruido, pues quieren que esta Cumbre sea un revés pa’ los negacionistas y demostrarle al mundo que no nos hemos olvidado de cooperar con el planeta. Quién sabe si este mae logrará algo concreto o será puro humo, pero ahí está él, echándole ganas.
La cosa es que Brasil se jugó la carta de tener la COP30 en la Amazonía, algo inédito, y obviamente quieren que salga chiva. Sus diplomáticos anduvieron dándole duro a los negociadores día y noche, buscando un acuerdo, aunque los analistas dicen que es bastante optimista esperar un consenso tan pronto. Ver qué pasa, porque estos eventos suelen estar llenos de sorpresas y movidas inesperadas, diay.
Lo raro de todo esto es que los presidentes usualmente no vuelven a estas cumbres después de la apertura, pero Lula sí. Demuestra que realmente le importa el resultado y que está dispuesto a poner toda su influencia política en juego. Algunos ven esto como una muestra de liderazgo, otros como una señal de que la situación es más complicada de lo que parece. Ya saben cómo van las cosas, siempre hay postureo y tras bambalinas.
Ahora, los países no están precisamente regalando terreno, y aunque no hubo gritos ni broncas fuertes hasta ahora, los ministros siguen atascados en puntos clave, como quién paga la cuenta por el daño climático y cómo eliminar los combustibles fósiles. Parece que cada quien defiende sus intereses a capa armada, y encontrar un punto medio va a ser todo un brete. Uno se pregunta si acaso vamos a llegar a algún lado significativo.
Para colmo, apareció un borrador de acuerdo con propuestas encontradas. Hablan de responsabilidades financieras de los países ricos – que ya sabemos que siempre es el tema central –, de dejar atrás la gasolina y el carbón, y hasta de temas comerciales que pueden armarle bronca a China y otros países exportadores. Al parecer, Andre Correa do Lago, el presidente de la COP30, anda relajado, diciendo que el miércoles “se puede acabar tarde”. ¡Uy, qué bueno!”, pero hay que vigilar que no se convierta en pura palabrería y promesas vacías.
Wopke Hoekstra, el comisario europeo de Clima, dice que el borrador no está balanceado, pero que es un comienzo. Rachel Kyte, la emisaria para el clima del Reino Unido, agregó que los brasileños tienen un cronograma bien ambicioso y que cada COP tiene su propia dinámica. Esa ‘alquimia’, como la llaman ellos, puede significar tanto progreso como decepción, así que hay que ir con calma y ver cómo se desarrolla la jugada.
La Unión Europea, por cierto, descartó tocar sus compromisos financieros o meterse en peleas comerciales. Parece que prefieren enfocarse en lo suyo y evitar controversias innecesarias. Pero como bien decía Tina Stege, la negociadora climática de las Islas Marshall, sin una definición clara sobre cómo financiar la adaptación al cambio climático en los países más vulnerables, “todo lo que se discuta aquí es solo simbólico”. Lina Yassin, de Sudán, coincide: “regresaremos a casa y mañana nada habrá cambiado”. Qué panorama, diay.
Al final, ¿logrará la diplomacia brasileña encontrar un equilibrio entre las exigencias de China, India, los países occidentales y África? ¿Será que el multilateralismo aún tiene sentido en este mundo lleno de conflictos y egoísmos? ¿Cree usted que la COP30 realmente podrá impulsar cambios significativos en la lucha contra el cambio climático, o será otro episodio más de falsas esperanzas? Déjeme saber su opinión en el foro, ¡me interesa saber qué piensa!
La cosa es que Brasil se jugó la carta de tener la COP30 en la Amazonía, algo inédito, y obviamente quieren que salga chiva. Sus diplomáticos anduvieron dándole duro a los negociadores día y noche, buscando un acuerdo, aunque los analistas dicen que es bastante optimista esperar un consenso tan pronto. Ver qué pasa, porque estos eventos suelen estar llenos de sorpresas y movidas inesperadas, diay.
Lo raro de todo esto es que los presidentes usualmente no vuelven a estas cumbres después de la apertura, pero Lula sí. Demuestra que realmente le importa el resultado y que está dispuesto a poner toda su influencia política en juego. Algunos ven esto como una muestra de liderazgo, otros como una señal de que la situación es más complicada de lo que parece. Ya saben cómo van las cosas, siempre hay postureo y tras bambalinas.
Ahora, los países no están precisamente regalando terreno, y aunque no hubo gritos ni broncas fuertes hasta ahora, los ministros siguen atascados en puntos clave, como quién paga la cuenta por el daño climático y cómo eliminar los combustibles fósiles. Parece que cada quien defiende sus intereses a capa armada, y encontrar un punto medio va a ser todo un brete. Uno se pregunta si acaso vamos a llegar a algún lado significativo.
Para colmo, apareció un borrador de acuerdo con propuestas encontradas. Hablan de responsabilidades financieras de los países ricos – que ya sabemos que siempre es el tema central –, de dejar atrás la gasolina y el carbón, y hasta de temas comerciales que pueden armarle bronca a China y otros países exportadores. Al parecer, Andre Correa do Lago, el presidente de la COP30, anda relajado, diciendo que el miércoles “se puede acabar tarde”. ¡Uy, qué bueno!”, pero hay que vigilar que no se convierta en pura palabrería y promesas vacías.
Wopke Hoekstra, el comisario europeo de Clima, dice que el borrador no está balanceado, pero que es un comienzo. Rachel Kyte, la emisaria para el clima del Reino Unido, agregó que los brasileños tienen un cronograma bien ambicioso y que cada COP tiene su propia dinámica. Esa ‘alquimia’, como la llaman ellos, puede significar tanto progreso como decepción, así que hay que ir con calma y ver cómo se desarrolla la jugada.
La Unión Europea, por cierto, descartó tocar sus compromisos financieros o meterse en peleas comerciales. Parece que prefieren enfocarse en lo suyo y evitar controversias innecesarias. Pero como bien decía Tina Stege, la negociadora climática de las Islas Marshall, sin una definición clara sobre cómo financiar la adaptación al cambio climático en los países más vulnerables, “todo lo que se discuta aquí es solo simbólico”. Lina Yassin, de Sudán, coincide: “regresaremos a casa y mañana nada habrá cambiado”. Qué panorama, diay.
Al final, ¿logrará la diplomacia brasileña encontrar un equilibrio entre las exigencias de China, India, los países occidentales y África? ¿Será que el multilateralismo aún tiene sentido en este mundo lleno de conflictos y egoísmos? ¿Cree usted que la COP30 realmente podrá impulsar cambios significativos en la lucha contra el cambio climático, o será otro episodio más de falsas esperanzas? Déjeme saber su opinión en el foro, ¡me interesa saber qué piensa!