¡Ay, Dios mío, qué vaina! La noticia se echó andar por todos lados: la hija de María Corina Machado, Ana Corina Sosa Machado, recibió ayer el Premio Nobel de la Paz en Oslo. Pero, claro, la polémica no se hizo esperar porque la mismísima María Corina no pudo estar presente. Imagínate la escena, Oslo brillando, toda la pompa y circunstancia del Nobel, y faltando la protagonista principal. Un brete el que le tocó vivir a la muchacha tener que recoger el premio en nombre de su mamá.
Para los que andan distraídos, María Corina Machado, la opositora venezolan súper conocida acá en Costa Rica y en muchos otros países, ganó el Nobel por su lucha incansable contra la dictadura de Maduro. Ha sido una vareta difícil para ella, llena de obstáculos y persecuciones, pero siempre dando la cara. Dicen que la organización Nobel le había prometido al grupo de Machado transporte seguro hasta Oslo, pero ahí nomás, algo salió torcido. Según la información que tenemos, hubo problemas logísticos y burocráticos que impidieron que pudiera salir de Venezuela a tiempo.
Lo más loco de todo es que precisamente durante la gala, se dio a conocer una llamada que tuvo Machado con el presidente del Comité Noruego del Nobel, Jørgen Watne Frydnes. En la conversación, ella expresó su profunda tristeza por no poder asistir y pidió disculpas. “Mucha gente ha arriesgado su vida para que yo pueda llegar a Oslo”, soltó, mostrando la magnitud del problema. Claramente, la situación era más compleja que simplemente perderse el vuelo, hay intereses políticos y factores externos involucrados que complican bastante las cosas.
Aquí en Costa Rica, la gente está comentando el asunto por doquier. Algunos dicen que es una falta de respeto hacia el premio y hacia Machado; otros aseguran que es comprensible dada la situación política en Venezuela. El gobierno venezolano, como era de esperarse, ha salido a dar sus comunicados, aunque la mayoría se limitan a críticas generales sobre la imparcialidad del comité Nobel. Parece que la diplomacia está hecha para meterse en líos, diay.
Pero volviendo al punto central: la ausencia de Machado. ¿Le resta valor al premio? ¿Es un pretexto para criticarla? Muchos analistas señalan que, independientemente de quién recogiera el premio, la importancia radica en el reconocimiento a su causa y a la lucha por la democracia en Venezuela. La decisión del comité Nobel, aunque controversial, envía un mensaje claro al régimen de Maduro: la comunidad internacional no va a ceder ante la represión.
Sin embargo, no podemos ignorar que este episodio plantea serias interrogantes sobre la seguridad y libertad de movimiento de líderes opositores en Venezuela. ¿Cómo es posible que alguien que gana un premio tan prestigioso como el Nobel tenga dificultades para viajar a recibirlo? Esto demuestra la magnitud del control gubernamental y las restricciones impuestas a la población. Una verdadera torta la que están viviendo nuestros hermanos venezolanos.
Y hablando de eso, me acuerdo de cuando allá por el 2012, el entonces presidente Arias Midigley intentaba mediar en la crisis venezolana. Hubo tanta controversia, tanto revuelo... ¡uff! Al final, las cosas no salieron como él esperaba. Esta situación actual me recuerda a esos tiempos, a la complejidad de intervenir en asuntos internos de otros países, especialmente cuando hay intereses geopolíticos en juego. El tema es delicado y requiere de mucha prudencia y tacto diplomático, chunches que a veces faltan por completo.
En fin, la entrega del Nobel a la hija de Machado deja sabor a poco. Es una victoria agridulce, te diré. La esperanza sigue viva, pero la sombra de la incertidumbre planea sobre Venezuela. ¿Creen ustedes que la ausencia de María Corina Machado en la ceremonia afecta la imagen del Premio Nobel y, de ser así, cómo debería haber actuado el comité noruego?
Para los que andan distraídos, María Corina Machado, la opositora venezolan súper conocida acá en Costa Rica y en muchos otros países, ganó el Nobel por su lucha incansable contra la dictadura de Maduro. Ha sido una vareta difícil para ella, llena de obstáculos y persecuciones, pero siempre dando la cara. Dicen que la organización Nobel le había prometido al grupo de Machado transporte seguro hasta Oslo, pero ahí nomás, algo salió torcido. Según la información que tenemos, hubo problemas logísticos y burocráticos que impidieron que pudiera salir de Venezuela a tiempo.
Lo más loco de todo es que precisamente durante la gala, se dio a conocer una llamada que tuvo Machado con el presidente del Comité Noruego del Nobel, Jørgen Watne Frydnes. En la conversación, ella expresó su profunda tristeza por no poder asistir y pidió disculpas. “Mucha gente ha arriesgado su vida para que yo pueda llegar a Oslo”, soltó, mostrando la magnitud del problema. Claramente, la situación era más compleja que simplemente perderse el vuelo, hay intereses políticos y factores externos involucrados que complican bastante las cosas.
Aquí en Costa Rica, la gente está comentando el asunto por doquier. Algunos dicen que es una falta de respeto hacia el premio y hacia Machado; otros aseguran que es comprensible dada la situación política en Venezuela. El gobierno venezolano, como era de esperarse, ha salido a dar sus comunicados, aunque la mayoría se limitan a críticas generales sobre la imparcialidad del comité Nobel. Parece que la diplomacia está hecha para meterse en líos, diay.
Pero volviendo al punto central: la ausencia de Machado. ¿Le resta valor al premio? ¿Es un pretexto para criticarla? Muchos analistas señalan que, independientemente de quién recogiera el premio, la importancia radica en el reconocimiento a su causa y a la lucha por la democracia en Venezuela. La decisión del comité Nobel, aunque controversial, envía un mensaje claro al régimen de Maduro: la comunidad internacional no va a ceder ante la represión.
Sin embargo, no podemos ignorar que este episodio plantea serias interrogantes sobre la seguridad y libertad de movimiento de líderes opositores en Venezuela. ¿Cómo es posible que alguien que gana un premio tan prestigioso como el Nobel tenga dificultades para viajar a recibirlo? Esto demuestra la magnitud del control gubernamental y las restricciones impuestas a la población. Una verdadera torta la que están viviendo nuestros hermanos venezolanos.
Y hablando de eso, me acuerdo de cuando allá por el 2012, el entonces presidente Arias Midigley intentaba mediar en la crisis venezolana. Hubo tanta controversia, tanto revuelo... ¡uff! Al final, las cosas no salieron como él esperaba. Esta situación actual me recuerda a esos tiempos, a la complejidad de intervenir en asuntos internos de otros países, especialmente cuando hay intereses geopolíticos en juego. El tema es delicado y requiere de mucha prudencia y tacto diplomático, chunches que a veces faltan por completo.
En fin, la entrega del Nobel a la hija de Machado deja sabor a poco. Es una victoria agridulce, te diré. La esperanza sigue viva, pero la sombra de la incertidumbre planea sobre Venezuela. ¿Creen ustedes que la ausencia de María Corina Machado en la ceremonia afecta la imagen del Premio Nobel y, de ser así, cómo debería haber actuado el comité noruego?