¡Ay, Dios mío! Aquí vamos otra vez con el tema de la deuda pública. Parece que nunca terminamos de sacarle vuelta, ¿verdad, compas? Últimamente, hemos visto algunas gráficas bonitas mostrando cómo la relación deuda/PIB ha bajado, y algunos andan festejando, diciendo que el gobierno lo está haciendo fenomenal. Pero, como dicen por acá, ¡ojo avizor! Que las apariencias engañan, y este caso parece tener más trucos que mago en feria.
Don José Joaquín Fernández, economista reconocido por su labia y criterio certero, nos explica que esta supuesta mejora es más bien un “maquillaje financiero”. Según él, la caída en la relación deuda/PIB no se debe a que hayamos pagado la deuda, sino a que el colón se ha fortalecido frente al dólar. Esto hace que la deuda, que está en dólares, valga menos cuando la convertimos a colones para hacer el cálculo. Imaginen un chunche que compré por cien mil y luego lo vendo por cincuenta mil; no significa que me hice rico, simplemente el valor cambió.
Para entenderlo mejor, Fernández nos pone un ejemplo sencillo: si tienes una deuda de mil dólares y el tipo de cambio es de setecientos colones por dólar, debes siete cientos mil colones. Ahora, si el tipo de cambio baja a quinientos, esa misma deuda vale quinientos mil colones. Viste como aunque la deuda en dólares no cambió, la cifra en colones se redujo. Es pura aritmética, mis queridos, y no necesariamente una señal de salud económica. Este truco contable, amigos, es lo que preocupa a muchos analistas.
Los números hablan claro: aunque la relación deuda/PIB parezca mejorar, la deuda externa total ha aumentado casi diez mil millones de dólares en los últimos tres años, llegando a superar los cuarenta mil millones. Eso sí que es una vara alta, brete que nos va a costear. Mientras tanto, el gobierno ha recortado la inversión en áreas vitales como educación, vivienda, seguridad e incluso obras públicas. ¿Dónde fueron a parar esos dineros, eh? Uno se queda pensando… ¿Será que se la han ido a todos los cantos?
Y esto nos lleva a preguntarnos qué le estamos dando prioridad como país. Con una deuda creciente y recortes en servicios básicos, ¿cómo esperamos avanzar? No es un buen panorama, mi gente, y mucho menos para las futuras generaciones. Necesitamos más transparencia y rendición de cuentas, porque así no vamos a ninguna parte. Más que aparentar, necesitamos resultados tangibles que mejoren la calidad de vida de todos los costarricenses.
Muchos señalan que esta situación no es nueva. Durante los gobiernos anteriores, especialmente durante el PAC, la deuda también creció significativamente. Pasó de 36.6% a 64.7% del PIB entre 2014 y 2022. Así que la deuda es un problema estructural que arrastra Costa Rica desde hace años, y que requiere soluciones a largo plazo, más allá de simples ajustes contables. Ya sabemos que el parche no siempre sirve y que, a veces, toca meterle mano al asunto de raíz.
Lo que preocupa es que estemos vendiendo una imagen falsa de progreso para tranquilizar a la población, cuando en realidad seguimos acumulando deuda y comprometiendo el futuro. Tenemos que exigirle a nuestros representantes que sean honestos con nosotros y que presenten planes concretos para reducir la deuda de manera sostenible, sin sacrificar los servicios públicos esenciales. Porque, díganme ustedes, ¿qué sentido tiene tener una economía “estable” si la mayoría de la gente no puede permitirse vivir dignamente?
En fin, este es el panorama actual. Una aparente mejora en la relación deuda/PIB que oculta un aumento real en la deuda externa y recortes en inversiones clave. ¿Ustedes creen que realmente estamos tomando medidas efectivas para solucionar el problema de la deuda pública, o estamos simplemente maquillando los números para quedar bien en las encuestas? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensan!
Don José Joaquín Fernández, economista reconocido por su labia y criterio certero, nos explica que esta supuesta mejora es más bien un “maquillaje financiero”. Según él, la caída en la relación deuda/PIB no se debe a que hayamos pagado la deuda, sino a que el colón se ha fortalecido frente al dólar. Esto hace que la deuda, que está en dólares, valga menos cuando la convertimos a colones para hacer el cálculo. Imaginen un chunche que compré por cien mil y luego lo vendo por cincuenta mil; no significa que me hice rico, simplemente el valor cambió.
Para entenderlo mejor, Fernández nos pone un ejemplo sencillo: si tienes una deuda de mil dólares y el tipo de cambio es de setecientos colones por dólar, debes siete cientos mil colones. Ahora, si el tipo de cambio baja a quinientos, esa misma deuda vale quinientos mil colones. Viste como aunque la deuda en dólares no cambió, la cifra en colones se redujo. Es pura aritmética, mis queridos, y no necesariamente una señal de salud económica. Este truco contable, amigos, es lo que preocupa a muchos analistas.
Los números hablan claro: aunque la relación deuda/PIB parezca mejorar, la deuda externa total ha aumentado casi diez mil millones de dólares en los últimos tres años, llegando a superar los cuarenta mil millones. Eso sí que es una vara alta, brete que nos va a costear. Mientras tanto, el gobierno ha recortado la inversión en áreas vitales como educación, vivienda, seguridad e incluso obras públicas. ¿Dónde fueron a parar esos dineros, eh? Uno se queda pensando… ¿Será que se la han ido a todos los cantos?
Y esto nos lleva a preguntarnos qué le estamos dando prioridad como país. Con una deuda creciente y recortes en servicios básicos, ¿cómo esperamos avanzar? No es un buen panorama, mi gente, y mucho menos para las futuras generaciones. Necesitamos más transparencia y rendición de cuentas, porque así no vamos a ninguna parte. Más que aparentar, necesitamos resultados tangibles que mejoren la calidad de vida de todos los costarricenses.
Muchos señalan que esta situación no es nueva. Durante los gobiernos anteriores, especialmente durante el PAC, la deuda también creció significativamente. Pasó de 36.6% a 64.7% del PIB entre 2014 y 2022. Así que la deuda es un problema estructural que arrastra Costa Rica desde hace años, y que requiere soluciones a largo plazo, más allá de simples ajustes contables. Ya sabemos que el parche no siempre sirve y que, a veces, toca meterle mano al asunto de raíz.
Lo que preocupa es que estemos vendiendo una imagen falsa de progreso para tranquilizar a la población, cuando en realidad seguimos acumulando deuda y comprometiendo el futuro. Tenemos que exigirle a nuestros representantes que sean honestos con nosotros y que presenten planes concretos para reducir la deuda de manera sostenible, sin sacrificar los servicios públicos esenciales. Porque, díganme ustedes, ¿qué sentido tiene tener una economía “estable” si la mayoría de la gente no puede permitirse vivir dignamente?
En fin, este es el panorama actual. Una aparente mejora en la relación deuda/PIB que oculta un aumento real en la deuda externa y recortes en inversiones clave. ¿Ustedes creen que realmente estamos tomando medidas efectivas para solucionar el problema de la deuda pública, o estamos simplemente maquillando los números para quedar bien en las encuestas? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensan!
