¡Ay, Dios mío! Se armó un brete este lunes en varios puntos del país. Miles de personas salieron a marchar por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, y no precisamente a dar paseitos tranquilos. La movilización, que inició puntualmente a las cinco de la tarde en el Parque Central de San José, tuvo un fervor particular, con colectivas feministas y organizaciones sociales uniéndose para exigir cambios reales.
Como bien saben, el 25 de noviembre se conmemora esta fecha tan importante, y la gente estaba harta, ¿me entienden? Después de tantos años escuchando discursos vacíos y viendo que la violencia machista sigue rampante, la paciencia se acabó. La marcha no solo recorrió San José, sino también otras ciudades importantes como Liberia, Atenas, San Ramón, Cartago y Limón, demostrando que la indignación es generalizada y que este problema nos afecta a todos, diay.
Uno de los temas centrales que resonó durante toda la marcha fue la alarmante cifra de 126 femicidios registrados este año. ¡Y todavía no declaran emergencia nacional! Que torta, ¿verdad? La gente está diciendo que el gobierno anda dando vueltas y evitando tomar cartas en el asunto, pero la realidad es que necesitamos medidas urgentes y efectivas para proteger a las mujeres. “¡Ya basta!”, gritaban algunos manifestantes, y quién puede culparlos.
Además de la demanda por una respuesta contundente ante la violencia doméstica, otra de las consignas que más fuerza tuvo fue la reivindicación del derecho al aborto legal y seguro. Este tema siempre levanta polémicas, pero la verdad es que muchas mujeres en Costa Rica siguen viviendo en la precariedad, obligadas a recurrir a métodos peligrosos para interrumpir sus embarazos. Hay que darle al pueblo el derecho a decidir sobre su cuerpo y su futuro, ¿o qué?
Pero eso no fue todo. La marcha también sirvió como plataforma para expresar solidaridad con las mujeres y el pueblo palestino, exigiendo que Costa Rica rompa relaciones con Israel y rechace el Tratado de Libre Comercio (TLC). Esta conexión entre la lucha contra la violencia de género y la defensa de los derechos humanos ha generado bastante conversación en redes sociales, y ha puesto en evidencia la complejidad de los desafíos que enfrentamos como sociedad.
Como bien saben, el 25 de noviembre se conmemora esta fecha tan importante, y la gente estaba harta, ¿me entienden? Después de tantos años escuchando discursos vacíos y viendo que la violencia machista sigue rampante, la paciencia se acabó. La marcha no solo recorrió San José, sino también otras ciudades importantes como Liberia, Atenas, San Ramón, Cartago y Limón, demostrando que la indignación es generalizada y que este problema nos afecta a todos, diay.
Uno de los temas centrales que resonó durante toda la marcha fue la alarmante cifra de 126 femicidios registrados este año. ¡Y todavía no declaran emergencia nacional! Que torta, ¿verdad? La gente está diciendo que el gobierno anda dando vueltas y evitando tomar cartas en el asunto, pero la realidad es que necesitamos medidas urgentes y efectivas para proteger a las mujeres. “¡Ya basta!”, gritaban algunos manifestantes, y quién puede culparlos.
Además de la demanda por una respuesta contundente ante la violencia doméstica, otra de las consignas que más fuerza tuvo fue la reivindicación del derecho al aborto legal y seguro. Este tema siempre levanta polémicas, pero la verdad es que muchas mujeres en Costa Rica siguen viviendo en la precariedad, obligadas a recurrir a métodos peligrosos para interrumpir sus embarazos. Hay que darle al pueblo el derecho a decidir sobre su cuerpo y su futuro, ¿o qué?
Pero eso no fue todo. La marcha también sirvió como plataforma para expresar solidaridad con las mujeres y el pueblo palestino, exigiendo que Costa Rica rompa relaciones con Israel y rechace el Tratado de Libre Comercio (TLC). Esta conexión entre la lucha contra la violencia de género y la defensa de los derechos humanos ha generado bastante conversación en redes sociales, y ha puesto en evidencia la complejidad de los desafíos que enfrentamos como sociedad.
