¡Ay, Dios mío! Esto sí que es un brío. La marea roja, esa plaga que nos anda atormentando, decidió extender sus tentáculos hasta llegar a Bahía Caldera, en Puntarenas. Y claro, qué le vamos a hacer, toca frenar la extracción y venta de moluscos bivalvos otra vez. Parece que los marisqueros van a tener que buscarse otro brete.
Según el Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa), la situación se puso fea tras una recomendación urgente de la Comisión para la Vigilancia Epidemiológica de la Marea Roja. Los resultados de los análisis de laboratorio no dieron pie a muchas alegrías: niveles altos de toxinas marinas paralizantes en los moluscos recolectados en la zona de Caldera. ¡Imagínate el susto!
Ahora, la restricción incluye toda la franja costera desde la desembocadura del río Barranca hasta la de Jesús María, en el corazón de Caldera. Olivet Cruz, el director de Inocuidad de Senasa, lo dejó bien clarito: “Se hizo esto porque encontramos esos químicos feos en concentraciones peligrosas. No es jaco, hay que proteger la salud pública”.
Pero esto no es nuevo, ¿eh? Senasa recuerda que ya teníamos otras áreas bajo restricciones previas, como la granja ostrícola Ostra Rica en Punta Cuchillo, Paquera, y varios sitios entre Playa Blanca y Punta Curú, incluyendo algunas isletas bonitas como Isla Alcatraz y Cedros. Todas estas zonas también tienen el mismo problema, la misma carga de toxinas que pone en riesgo a los comelones de mariscos.
Y hablando de comelones... ¡ojo! Piangua, mejillón, almeja, ostras... ¡todo está vedado! Senasa advierte que si alguien consume estos productos contaminados, podría terminar con problemas digestivos, neurológicos, y vaya que hasta podría ser peligroso para la vida. Así que, amigos, mejor a comer gallo pinto y freíditos.
No solo los extractores están en la mira; Senasa llama a la responsabilidad a todos los involucrados: restaurantes, hoteles, pescaderías, ¡hasta nosotros los que compramos en el mercado! Hay que verificar de dónde vienen los mariscos, asegurarnos de que no sean de las zonas restringidas. Que no digan que no les avisamos, ¿díganle a sus familiares?
Esta medida se va a mantener vigente hasta que los científicos del Laboratorio Nacional de Servicios Veterinarios (LANASEVE) den el visto bueno, es decir, que los análisis demuestren que las aguas están limpias, libres de esas toxinas indeseadas. Además, Senasa reitera que ciertos moluscos, como la ostión vaca o la concha perla, siempre están prohibidos, sin importar si hay marea roja o no. Esos nunca van a estar chivazos, bretes aparte.
En fin, parece que este asunto de la marea roja no tiene fecha de vencimiento. Una verdadera torta, la verdad. Ahora, dígame usted: ¿cree que las autoridades deberían invertir más en investigación para encontrar soluciones definitivas a este problema, o deberíamos resignarnos a vivir con este temor constante cada vez que queremos disfrutar de unos buenos mariscos frescos?
Según el Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa), la situación se puso fea tras una recomendación urgente de la Comisión para la Vigilancia Epidemiológica de la Marea Roja. Los resultados de los análisis de laboratorio no dieron pie a muchas alegrías: niveles altos de toxinas marinas paralizantes en los moluscos recolectados en la zona de Caldera. ¡Imagínate el susto!
Ahora, la restricción incluye toda la franja costera desde la desembocadura del río Barranca hasta la de Jesús María, en el corazón de Caldera. Olivet Cruz, el director de Inocuidad de Senasa, lo dejó bien clarito: “Se hizo esto porque encontramos esos químicos feos en concentraciones peligrosas. No es jaco, hay que proteger la salud pública”.
Pero esto no es nuevo, ¿eh? Senasa recuerda que ya teníamos otras áreas bajo restricciones previas, como la granja ostrícola Ostra Rica en Punta Cuchillo, Paquera, y varios sitios entre Playa Blanca y Punta Curú, incluyendo algunas isletas bonitas como Isla Alcatraz y Cedros. Todas estas zonas también tienen el mismo problema, la misma carga de toxinas que pone en riesgo a los comelones de mariscos.
Y hablando de comelones... ¡ojo! Piangua, mejillón, almeja, ostras... ¡todo está vedado! Senasa advierte que si alguien consume estos productos contaminados, podría terminar con problemas digestivos, neurológicos, y vaya que hasta podría ser peligroso para la vida. Así que, amigos, mejor a comer gallo pinto y freíditos.
No solo los extractores están en la mira; Senasa llama a la responsabilidad a todos los involucrados: restaurantes, hoteles, pescaderías, ¡hasta nosotros los que compramos en el mercado! Hay que verificar de dónde vienen los mariscos, asegurarnos de que no sean de las zonas restringidas. Que no digan que no les avisamos, ¿díganle a sus familiares?
Esta medida se va a mantener vigente hasta que los científicos del Laboratorio Nacional de Servicios Veterinarios (LANASEVE) den el visto bueno, es decir, que los análisis demuestren que las aguas están limpias, libres de esas toxinas indeseadas. Además, Senasa reitera que ciertos moluscos, como la ostión vaca o la concha perla, siempre están prohibidos, sin importar si hay marea roja o no. Esos nunca van a estar chivazos, bretes aparte.
En fin, parece que este asunto de la marea roja no tiene fecha de vencimiento. Una verdadera torta, la verdad. Ahora, dígame usted: ¿cree que las autoridades deberían invertir más en investigación para encontrar soluciones definitivas a este problema, o deberíamos resignarnos a vivir con este temor constante cada vez que queremos disfrutar de unos buenos mariscos frescos?
