Y una respuesta muy inteligente al texto anterior:
Natalia Hadad
, anteriormente Traductora ESP-ING e intérprete médico profesional
Actualizado el Hace 1 año
Fácil, porque no existe relación directa o causal entre el acto de "creer" y el acto de "razonar".
El creer requiere únicamente la aceptación de una premisa. Implica apropiarse de esa premisa y, quizá, asignarle estatus de "principo rector" o "verdad absoluta", incontrovertibles y no abiertos a discusión (o sea, la definición misma de "dogma"). El individuo en este caso tiene un rol pasivo, de receptor.
El razonar, por otro lado, requiere una escucha activa, seguida de un análisis personal de la premisa planteada. Es decir, la afirmación inicial es pasada como por un "filtro" y, en última instancia, puede ser aceptada (confirmada y hecha propia) o rechazada (desmentida). El individuo ejerce un rol totalmente activo, pone en juego su idiosincrasia, su conocimiento -enciclopédico y/o del mundo que lo rodea-, su personalidad, etc etc.
Cada una de estas dos acciones implica un abordaje completamente diferente de, en este caso, un libro, la Biblia. Y explican hasta cierto punto por qué hay personas que la aceptan y otras que la rechazan.
Natalia Hadad
, anteriormente Traductora ESP-ING e intérprete médico profesional
Actualizado el Hace 1 año
Fácil, porque no existe relación directa o causal entre el acto de "creer" y el acto de "razonar".
El creer requiere únicamente la aceptación de una premisa. Implica apropiarse de esa premisa y, quizá, asignarle estatus de "principo rector" o "verdad absoluta", incontrovertibles y no abiertos a discusión (o sea, la definición misma de "dogma"). El individuo en este caso tiene un rol pasivo, de receptor.
El razonar, por otro lado, requiere una escucha activa, seguida de un análisis personal de la premisa planteada. Es decir, la afirmación inicial es pasada como por un "filtro" y, en última instancia, puede ser aceptada (confirmada y hecha propia) o rechazada (desmentida). El individuo ejerce un rol totalmente activo, pone en juego su idiosincrasia, su conocimiento -enciclopédico y/o del mundo que lo rodea-, su personalidad, etc etc.
Cada una de estas dos acciones implica un abordaje completamente diferente de, en este caso, un libro, la Biblia. Y explican hasta cierto punto por qué hay personas que la aceptan y otras que la rechazan.