Maes, a ver, pónganle atención a esta vara porque es el perfecto ejemplo de la política tica: un pasito para adelante y dos para atrás. Resulta que esta semana en la Asamblea Legislativa se pusieron las pilas y aprobaron en primer debate un proyecto de ley que, en teoría, viene a meterle un buen freno al despiche que son los precios de los medicamentos en este país. Para nadie es un secreto que aquí pagamos un ojo de la cara por las medicinas, las más caras de la región, y esta ley prometía ser un respiro para el bolsillo de todo el mundo. ¡Qué nivel de propuesta! Uno hasta se ilusiona.
Pero diay, como la alegría dura poco en la casa del pobre, no podíamos celebrar tranquilos. Justo cuando uno piensa "¡qué buena nota, al fin hacen algo útil!", ¡zas! 17 diputados, la gran mayoría de la fracción de Liberación Nacional, presentan una consulta de constitucionalidad. ¿Traducción para los que no andamos en esas varas legales? Que ahora el proyecto se va a la Sala IV y se queda congelado por lo menos dos meses, si no es más. O sea, la solución que estábamos esperando se va a ir al traste por una jugada de último minuto. ¡Qué sal, de verdad! Es para sentarse a llorar o a reírse, ya uno no sabe.
Lo más irónico de todo este enredo es que, según el comunicado del PUSC (que son los que impulsan el proyecto), la gente del PLN estuvo de acuerdo con la iniciativa durante todo el trámite. Entonces, ¿qué cambió? La pregunta del millón. El proyecto en sí suena bastante bien, no es ninguna ocurrencia. Propone cosas lógicas como un Observatorio de Precios para que uno pueda comparar y no lo agarren de maje en la farmacia. También plantea la "importación paralela" para romper monopolios y que no sean cuatro gatos los que decidan cuánto nos cobran. Hasta agiliza el reconocimiento de registros de afuera. En resumen, más competencia y más transparencia. ¡Qué torta que lo quieran frenar así!
El argumento de los socialcristianos es que este modelo ya funciona en un montón de países como Alemania, Colombia y hasta El Salvador, donde lograron bajar los precios hasta en un 80% sin quebrar a las farmacéuticas. Entonces, si la idea no es nueva y ha demostrado funcionar, ¿cuál es el miedo? ¿A quién le beneficia realmente que este proyecto se atrase? Porque al ciudadano de a pie, al que le toca ir a la farmacia a comprar el tratamiento para la presión o la diabetes, claramente no. Este tipo de jugadas son las que le quitan a uno las ganas de creer en el brete que hacen en Cuesta de Moras.
Al final, nos quedamos con el mismo sabor de boca de siempre: una buena idea, una necesidad urgente para la gente, y un obstáculo político que aparece de la nada. Ahora toca esperar el veredicto de los magistrados, lo que podría tardar meses y dejar el proyecto en el limbo. Es una lástima, porque la posibilidad de tener medicinas más accesibles era una de las pocas buenas noticias económicas que habíamos tenido en un tiempo. Pero bueno, así es la política. Ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿creen que esto es una preocupación legítima del PLN por la constitucionalidad del proyecto o es simplemente una jugada política para proteger intereses y que todo siga igual? ¡Los leo en los comentarios!
Pero diay, como la alegría dura poco en la casa del pobre, no podíamos celebrar tranquilos. Justo cuando uno piensa "¡qué buena nota, al fin hacen algo útil!", ¡zas! 17 diputados, la gran mayoría de la fracción de Liberación Nacional, presentan una consulta de constitucionalidad. ¿Traducción para los que no andamos en esas varas legales? Que ahora el proyecto se va a la Sala IV y se queda congelado por lo menos dos meses, si no es más. O sea, la solución que estábamos esperando se va a ir al traste por una jugada de último minuto. ¡Qué sal, de verdad! Es para sentarse a llorar o a reírse, ya uno no sabe.
Lo más irónico de todo este enredo es que, según el comunicado del PUSC (que son los que impulsan el proyecto), la gente del PLN estuvo de acuerdo con la iniciativa durante todo el trámite. Entonces, ¿qué cambió? La pregunta del millón. El proyecto en sí suena bastante bien, no es ninguna ocurrencia. Propone cosas lógicas como un Observatorio de Precios para que uno pueda comparar y no lo agarren de maje en la farmacia. También plantea la "importación paralela" para romper monopolios y que no sean cuatro gatos los que decidan cuánto nos cobran. Hasta agiliza el reconocimiento de registros de afuera. En resumen, más competencia y más transparencia. ¡Qué torta que lo quieran frenar así!
El argumento de los socialcristianos es que este modelo ya funciona en un montón de países como Alemania, Colombia y hasta El Salvador, donde lograron bajar los precios hasta en un 80% sin quebrar a las farmacéuticas. Entonces, si la idea no es nueva y ha demostrado funcionar, ¿cuál es el miedo? ¿A quién le beneficia realmente que este proyecto se atrase? Porque al ciudadano de a pie, al que le toca ir a la farmacia a comprar el tratamiento para la presión o la diabetes, claramente no. Este tipo de jugadas son las que le quitan a uno las ganas de creer en el brete que hacen en Cuesta de Moras.
Al final, nos quedamos con el mismo sabor de boca de siempre: una buena idea, una necesidad urgente para la gente, y un obstáculo político que aparece de la nada. Ahora toca esperar el veredicto de los magistrados, lo que podría tardar meses y dejar el proyecto en el limbo. Es una lástima, porque la posibilidad de tener medicinas más accesibles era una de las pocas buenas noticias económicas que habíamos tenido en un tiempo. Pero bueno, así es la política. Ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿creen que esto es una preocupación legítima del PLN por la constitucionalidad del proyecto o es simplemente una jugada política para proteger intereses y que todo siga igual? ¡Los leo en los comentarios!