¡Ay, Dios mío! Melissa le pegó duro a Cuba, pura torta, mi clave. Después de azotar Jamaica con vientos de locura, el huracán se fue directo pa'l este de Cuba, dejando un rastro de destrucción que ni nos imaginamos. Vientos de casi 200 kilómetros por hora… ¡ufff! Parecía que el cielo se caía encima, según cuentan los reportes.
Como bien saben, Melissa empezó su viaje como un huracán de categoría 5, el peor que ha golpeado a Jamaica en años, dicen los meteorólogos. Luego se fue calmando un poquito, llegando a Cuba ya como categoría 3, pero eso no quiere decir que fuera fácil, ni de lejitos. Diez vidas se fueron perdiendo, repartidas en varios países, incluyendo tres pobres almas acá en la región. Eso sí que da qué pensar, diay.
Las autoridades cubanas, con toda la responsabilidad del mundo, tuvieron que evacuar a más de 700 mil personas, ¡una vara tremenda! Especialmente de las provincias de Santiago de Cuba, Holguín y Guantánamo. Imagínate la logística, el brío de mover tanta gente en medio de semejante emergencia. Se habilitaron refugios, se les aseguró comida y agua... esperemos que todo haya salido más o menos bien. Una tarea colosal, sin lugar a dudas.
Y ni hablar de la energía, porque apagaron el sistema eléctrico nacional en varias provincias, como Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo. Pura oscuridad, sin ventiladores, sin refrigeradoras, sin internet... ¡qué brete! Las redes sociales se llenaron de mensajes desesperados de gente atrapada en sus casas, con miedo y sin saber qué pasaba. Algunos videos mostraron calles inundadas, árboles tumbados y techos volando por los aires. ¡Qué sal!
En particular, la zona de Mariana de la Torre en Santiago de Cuba sufrió mucho. Al parecer, una casa se vino abajo, dicen los vecinos. En El Cobre, los equipos de rescate andaban sacando a 17 personas que estaban varadas por la crecida del río. Afortunadamente, nadie resultó herido, gracias a Dios. Habían quedado aislados, ahí con dos nenes pequeños y cinco abuelitos… ¡imagínate el susto! Un reumatólogo, que estaba allí, contó que estaban tranquilos y tratando de mantener la calma, aunque la cosa estaba dura.
Pero bueno, mirando más allá de Cuba, Melissa sigue su camino rumbo a las Bahamas y luego a Bermudas. Por suerte, parece que no va a tocar directamente nuestras costas, pero la amenaza siempre está presente, mi clave. Los expertos dicen que el cambio climático está haciendo que estos fenómenos sean cada vez más fuertes e impredecibles. Kerry Emanuel, un meteorólogo reconocido, explica que el calentamiento global está provocando que las tormentas se intensifiquen rapidísimo, aumentando así el riesgo de lluvias extremas y vientos destructivos. Agua mata, dicen... y eso es verdad, la mayoría de las víctimas suelen morir ahogadas.
Nosotros, los ticos, sabemos bien lo que significa vivir con la amenaza de un huracán. Hemos pasado por algunas situaciones complicadas en el pasado, como Otto allá por el 2016, que dejó muchos daños materiales y afectó a varias comunidades costeras. Tenemos que estar preparados, tener nuestros planes de contingencia listos y seguir escuchando las recomendaciones de las autoridades. No hay que confiarse, ¡por si acaso! Además, la solidaridad tica siempre sale a relucir en estos momentos difíciles, como cuando ayudamos a nuestros hermanos cubanos con donaciones y apoyo humanitario. Un abrazo grande para ellos, que se recuperen pronto.
Ahora dime, mi clave, ¿crees que Costa Rica está suficientemente preparado para enfrentar un huracán de esta magnitud? ¿Deberíamos invertir más en sistemas de alerta temprana y mejorar nuestra infraestructura para resistir estos eventos climáticos extremos?
Como bien saben, Melissa empezó su viaje como un huracán de categoría 5, el peor que ha golpeado a Jamaica en años, dicen los meteorólogos. Luego se fue calmando un poquito, llegando a Cuba ya como categoría 3, pero eso no quiere decir que fuera fácil, ni de lejitos. Diez vidas se fueron perdiendo, repartidas en varios países, incluyendo tres pobres almas acá en la región. Eso sí que da qué pensar, diay.
Las autoridades cubanas, con toda la responsabilidad del mundo, tuvieron que evacuar a más de 700 mil personas, ¡una vara tremenda! Especialmente de las provincias de Santiago de Cuba, Holguín y Guantánamo. Imagínate la logística, el brío de mover tanta gente en medio de semejante emergencia. Se habilitaron refugios, se les aseguró comida y agua... esperemos que todo haya salido más o menos bien. Una tarea colosal, sin lugar a dudas.
Y ni hablar de la energía, porque apagaron el sistema eléctrico nacional en varias provincias, como Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo. Pura oscuridad, sin ventiladores, sin refrigeradoras, sin internet... ¡qué brete! Las redes sociales se llenaron de mensajes desesperados de gente atrapada en sus casas, con miedo y sin saber qué pasaba. Algunos videos mostraron calles inundadas, árboles tumbados y techos volando por los aires. ¡Qué sal!
En particular, la zona de Mariana de la Torre en Santiago de Cuba sufrió mucho. Al parecer, una casa se vino abajo, dicen los vecinos. En El Cobre, los equipos de rescate andaban sacando a 17 personas que estaban varadas por la crecida del río. Afortunadamente, nadie resultó herido, gracias a Dios. Habían quedado aislados, ahí con dos nenes pequeños y cinco abuelitos… ¡imagínate el susto! Un reumatólogo, que estaba allí, contó que estaban tranquilos y tratando de mantener la calma, aunque la cosa estaba dura.
Pero bueno, mirando más allá de Cuba, Melissa sigue su camino rumbo a las Bahamas y luego a Bermudas. Por suerte, parece que no va a tocar directamente nuestras costas, pero la amenaza siempre está presente, mi clave. Los expertos dicen que el cambio climático está haciendo que estos fenómenos sean cada vez más fuertes e impredecibles. Kerry Emanuel, un meteorólogo reconocido, explica que el calentamiento global está provocando que las tormentas se intensifiquen rapidísimo, aumentando así el riesgo de lluvias extremas y vientos destructivos. Agua mata, dicen... y eso es verdad, la mayoría de las víctimas suelen morir ahogadas.
Nosotros, los ticos, sabemos bien lo que significa vivir con la amenaza de un huracán. Hemos pasado por algunas situaciones complicadas en el pasado, como Otto allá por el 2016, que dejó muchos daños materiales y afectó a varias comunidades costeras. Tenemos que estar preparados, tener nuestros planes de contingencia listos y seguir escuchando las recomendaciones de las autoridades. No hay que confiarse, ¡por si acaso! Además, la solidaridad tica siempre sale a relucir en estos momentos difíciles, como cuando ayudamos a nuestros hermanos cubanos con donaciones y apoyo humanitario. Un abrazo grande para ellos, que se recuperen pronto.
Ahora dime, mi clave, ¿crees que Costa Rica está suficientemente preparado para enfrentar un huracán de esta magnitud? ¿Deberíamos invertir más en sistemas de alerta temprana y mejorar nuestra infraestructura para resistir estos eventos climáticos extremos?