¡Ay, Dios mío! Qué susto nos dimos con Melissa, ¿eh? Este huracán, señores, ha sido una verdadera torta, dejándonos a todos con el corazón en la boca. No es broma, parece sacado de película, pero lamentablemente es bien real y ya dejó secuelas tanto en Jamaica como acá en Cuba.
Lo que pasó, brete, es que Melissa entró directo a la historia como el huracán más potente que ha tocado tierra en casi un siglo, según dicen los expertos. Imagínense eso, un siglo desde la última vez que vimos algo así. Según la gente de la NOAA, los vientos iban pasándose de los 300 kilómetros por hora justo cuando le pegó a Jamaica. Una cosa seria, diay, para aguantar.
Después de pasarle revista a Jamaica, Melissa decidió echarle encima a Cuba, específicamente a Santiago de Cuba. Las fotos que han salido, chunches, son de pelar los pelos: casas inundadas, calles convertidas en ríos, árboles tumbados... y ni hablar de los postes del tendido eléctrico, que quedaron varados por doquier. Un desmadre, vamos. Se reportaron vidrios rotos, techos volando, y hasta un hotel donde estaban periodistas quedó medio destrozado. ¡Imagínate la bronca!
El presidente Díaz-Canel, pa’ que no se diga, estuvo prendidito de la olla, avisándole a la población pa' que no se fiaran y siguieran a buen resguardo. Les decía que el huracán seguía activo y que debían mantener la calma y seguir las indicaciones de las autoridades. Con razón, porque este mae no juega con estas cosas. Él sabe de lo que está hablando, mándale saludos.
Recordemos que este no es el primer huracán fuerte que hemos visto en estos tiempos, ¿verdad? Hay mucha controversia sobre cómo el cambio climático está empeorando esta clase de fenómenos. Parece que cada vez son más potentes y frecuentes, y eso nos debería hacer pensar qué estamos haciendo con nuestro planeta. ¿No será que nos estamos pasando de revoluciones?
Ahora, para ponerlo en perspectiva, recuerden aquel huracán del Día del Trabajo allá por 1935, que devastó los Cayos de Florida. Ese también tenía unos vientos terribles, parecidos a los de Melissa. También tenemos que recordar a Gilbert, allá por el ‘88, que le dio duro a Jamaica y dejó un reguero de destrucción y muertes. Estos nombres nos marcan, nos hacen valorar lo frágil que es nuestra existencia frente a la fuerza de la naturaleza.
Y aunque Melissa fue rebajada a categoría 3 después de golpear Jamaica, eso no significa que haya perdido toda su potencia. Todavía puede causar daños significativos, especialmente en zonas costeras. Estamos rezando para que se disipe pronto y que las pérdidas humanas sean mínimas. Esperamos que la ayuda llegue rápido a quienes lo necesiten y que podamos reconstruir nuestras vidas lo antes posible. ¡A levantarse, que esto no nos va a vencer!
Con todo este panorama, uno se queda pensando: ¿Cómo podemos prepararnos mejor para enfrentar estos eventos climáticos extremos en el futuro? ¿Será suficiente con los planes de emergencia actuales o necesitamos invertir en infraestructura más resistente y sistemas de alerta temprana más efectivos? Compartan sus ideas en el foro, ¡qué opinan?
Lo que pasó, brete, es que Melissa entró directo a la historia como el huracán más potente que ha tocado tierra en casi un siglo, según dicen los expertos. Imagínense eso, un siglo desde la última vez que vimos algo así. Según la gente de la NOAA, los vientos iban pasándose de los 300 kilómetros por hora justo cuando le pegó a Jamaica. Una cosa seria, diay, para aguantar.
Después de pasarle revista a Jamaica, Melissa decidió echarle encima a Cuba, específicamente a Santiago de Cuba. Las fotos que han salido, chunches, son de pelar los pelos: casas inundadas, calles convertidas en ríos, árboles tumbados... y ni hablar de los postes del tendido eléctrico, que quedaron varados por doquier. Un desmadre, vamos. Se reportaron vidrios rotos, techos volando, y hasta un hotel donde estaban periodistas quedó medio destrozado. ¡Imagínate la bronca!
El presidente Díaz-Canel, pa’ que no se diga, estuvo prendidito de la olla, avisándole a la población pa' que no se fiaran y siguieran a buen resguardo. Les decía que el huracán seguía activo y que debían mantener la calma y seguir las indicaciones de las autoridades. Con razón, porque este mae no juega con estas cosas. Él sabe de lo que está hablando, mándale saludos.
Recordemos que este no es el primer huracán fuerte que hemos visto en estos tiempos, ¿verdad? Hay mucha controversia sobre cómo el cambio climático está empeorando esta clase de fenómenos. Parece que cada vez son más potentes y frecuentes, y eso nos debería hacer pensar qué estamos haciendo con nuestro planeta. ¿No será que nos estamos pasando de revoluciones?
Ahora, para ponerlo en perspectiva, recuerden aquel huracán del Día del Trabajo allá por 1935, que devastó los Cayos de Florida. Ese también tenía unos vientos terribles, parecidos a los de Melissa. También tenemos que recordar a Gilbert, allá por el ‘88, que le dio duro a Jamaica y dejó un reguero de destrucción y muertes. Estos nombres nos marcan, nos hacen valorar lo frágil que es nuestra existencia frente a la fuerza de la naturaleza.
Y aunque Melissa fue rebajada a categoría 3 después de golpear Jamaica, eso no significa que haya perdido toda su potencia. Todavía puede causar daños significativos, especialmente en zonas costeras. Estamos rezando para que se disipe pronto y que las pérdidas humanas sean mínimas. Esperamos que la ayuda llegue rápido a quienes lo necesiten y que podamos reconstruir nuestras vidas lo antes posible. ¡A levantarse, que esto no nos va a vencer!
Con todo este panorama, uno se queda pensando: ¿Cómo podemos prepararnos mejor para enfrentar estos eventos climáticos extremos en el futuro? ¿Será suficiente con los planes de emergencia actuales o necesitamos invertir en infraestructura más resistente y sistemas de alerta temprana más efectivos? Compartan sus ideas en el foro, ¡qué opinan?