¡Ay, mi gente! Aquí les va la bronca del momento: el IICE de la UCR soltó el reporte del mercado laboral del segundo trimestre y, pa' qué vamos a mentirnos, la cosa está medio rara. Dicen que el desempleo bajó, ¡eso suena bien!, pero a la vez hay menos personas trabajando. Como que si le hubieran echado agua al aguardiente, ¿me entienden?
Según los números, el desempleo pasó del 8,5% en el mismo período del año pasado al 7,4% este año. Esto quiere decir que menos gente anda buscando chamba, lo cual, en teoría, debería ser motivo de celebración. Pero aquí viene el "pero" que nos complica la vida. La tasa de ocupación, que mide el porcentaje de personas empleadas, también cayó, pasando del 51,4% al 50,7%.
Ahora, si nos ponemos a pensar, esto no cuadra, ¿verdad? ¿Cómo es posible que baje el desempleo y a la vez haya menos gente metiendo brete? Pues resulta que muchos adultos mayores de 55 años se fueron del mercado laboral, dicen los expertos. Eso explica parte de la historia, pero no toda. Afortunadamente, parece que los jóvenes, especialmente los hombres entre 25 y 55 años con buena educación, están agarrándole la onda y encontrando trabajo, lo cual ha ayudado a aumentar un poquito los salarios.
Y hablando de salarios, ahí sí hubo un respiro. El ingreso real por hora subió casi un 9%, lo que significa que estamos ganando un poquito más por cada hora que nos rompemos la espalda trabajando. Sectores como la enseñanza y la salud fueron los que más vieron crecer sus sueldos, así que chapeau para esos profes y doctores que siempre andan dando el allanamiento. En cambio, otros sectores como la administración pública y las actividades domésticas tuvieron que agachar la cabeza porque sus salarios bajaron.
Pero no todo es tan malo, amigos. Según el informe, también se redujo el “empleo vulnerable”, que es cuando te hacen trabajar horas extras sin pagarle bien, y también disminuyeron las jornadas laborales exageradas. Además, la tasa de formalidad, que mide cuántos trabajos tienen todos los papeles en regla, subió bastante, lo cual es una señal positiva para proteger nuestros derechos como trabajadores. ¡Menos pura vida a medias!
Otro dato interesante es que la mediana salarial, que es el salario que separa al trabajador que gana más de la mitad y al que gana menos, creció un 9,6%. El salario promedio también subió, aunque un poco menos, con un crecimiento del 8,8%. Esto quiere decir que hasta los que ganaban menos están viendo una pequeña mejora en su economía familiar, lo cual es bueno para salir adelante en estos tiempos difíciles. Aunque, seamos honestos, todavía nos queda mucho camino por recorrer para llegar a tener un poder adquisitivo digno.
En resumen, el panorama es complejo. Tenemos un lado bueno – menos desempleo y mejores salarios para algunos – pero también un lado feo – menos personas trabajando en general. Parece que el mercado laboral está cambiando, adaptándose a nuevas dinámicas y desafíos. La salida de los adultos mayores podría estar abriendo oportunidades para los jóvenes, pero también plantea preguntas sobre cómo asegurarles un futuro laboral estable y con buenos ingresos. Y eso, mis queridos lectores, es una vara que debemos ir analizando con lupa.
Así que ahora pregunto: ¿Ustedes creen que la baja participación de los adultos mayores en el mercado laboral es una oportunidad para los jóvenes, o un síntoma de problemas más profundos en nuestra economía? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensa la masa!
Según los números, el desempleo pasó del 8,5% en el mismo período del año pasado al 7,4% este año. Esto quiere decir que menos gente anda buscando chamba, lo cual, en teoría, debería ser motivo de celebración. Pero aquí viene el "pero" que nos complica la vida. La tasa de ocupación, que mide el porcentaje de personas empleadas, también cayó, pasando del 51,4% al 50,7%.
Ahora, si nos ponemos a pensar, esto no cuadra, ¿verdad? ¿Cómo es posible que baje el desempleo y a la vez haya menos gente metiendo brete? Pues resulta que muchos adultos mayores de 55 años se fueron del mercado laboral, dicen los expertos. Eso explica parte de la historia, pero no toda. Afortunadamente, parece que los jóvenes, especialmente los hombres entre 25 y 55 años con buena educación, están agarrándole la onda y encontrando trabajo, lo cual ha ayudado a aumentar un poquito los salarios.
Y hablando de salarios, ahí sí hubo un respiro. El ingreso real por hora subió casi un 9%, lo que significa que estamos ganando un poquito más por cada hora que nos rompemos la espalda trabajando. Sectores como la enseñanza y la salud fueron los que más vieron crecer sus sueldos, así que chapeau para esos profes y doctores que siempre andan dando el allanamiento. En cambio, otros sectores como la administración pública y las actividades domésticas tuvieron que agachar la cabeza porque sus salarios bajaron.
Pero no todo es tan malo, amigos. Según el informe, también se redujo el “empleo vulnerable”, que es cuando te hacen trabajar horas extras sin pagarle bien, y también disminuyeron las jornadas laborales exageradas. Además, la tasa de formalidad, que mide cuántos trabajos tienen todos los papeles en regla, subió bastante, lo cual es una señal positiva para proteger nuestros derechos como trabajadores. ¡Menos pura vida a medias!
Otro dato interesante es que la mediana salarial, que es el salario que separa al trabajador que gana más de la mitad y al que gana menos, creció un 9,6%. El salario promedio también subió, aunque un poco menos, con un crecimiento del 8,8%. Esto quiere decir que hasta los que ganaban menos están viendo una pequeña mejora en su economía familiar, lo cual es bueno para salir adelante en estos tiempos difíciles. Aunque, seamos honestos, todavía nos queda mucho camino por recorrer para llegar a tener un poder adquisitivo digno.
En resumen, el panorama es complejo. Tenemos un lado bueno – menos desempleo y mejores salarios para algunos – pero también un lado feo – menos personas trabajando en general. Parece que el mercado laboral está cambiando, adaptándose a nuevas dinámicas y desafíos. La salida de los adultos mayores podría estar abriendo oportunidades para los jóvenes, pero también plantea preguntas sobre cómo asegurarles un futuro laboral estable y con buenos ingresos. Y eso, mis queridos lectores, es una vara que debemos ir analizando con lupa.
Así que ahora pregunto: ¿Ustedes creen que la baja participación de los adultos mayores en el mercado laboral es una oportunidad para los jóvenes, o un síntoma de problemas más profundos en nuestra economía? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensa la masa!