¡Ay, pata negra! Quién diría que después de quince días buscando, íbamos a tener un final así. La historia de Neiby Marchena Monge, la señora que desapareció como espuma el primero de octubre, ha dado un giro inesperado. Su hermano, Edgar Marchena, no se anduvo con rodeos: esto es un milagro, pura verdad. Después de tanto buscar, ver a su hermana sana y salva es lo único que importaba, aunque todavía le queda brete por delante.
Todo empezó hace un par de semanas, cuando Neiby acompañó a su hermano a hacer unas compras al supermercado en Golfito. Entró al baño, salió, agarró un bus rumbo a Río Claro y se bajó en el famoso Kilómetro 20. Desde ahí, el rastro se perdió, dejando a su familia y a toda la comunidad en vilo. Las redes sociales explotaron con mensajes de esperanza y apoyo, mientras equipos de búsqueda recorrían la montaña sin descanso, enfrentándose a un terreno complicado y a la incertidumbre.
Y vaya que se fajaron. Bomberos, Cruz Roja, Policía de Fronteras, OIJ, voluntarios… hasta los baqueanos de Pérez Zeledón se sumaron a la búsqueda. Edgar, visiblemente emocionado, les agradeció a todos públicamente, diciendo que si no hubiera sido por ellos, la cosa se habría puesto aún más fea. “Agradecidos con Dios, con toda la gente que nos apoyó”, exclamó entre lágrimas, “No hay palabras para expresar lo que sentimos”.
Pero llegó un punto en que el desaliento acechaba. Edgar admitió haber pensado en tirar la toalla, pero la fe y el aliento de quienes creían en el milagro lo mantuvieron firme. “Iba a ser el último día entrando a la montaña, estaba cansado y agotado”, confesó. Pero entonces, ¡bam!, apareció la señal. Su hermana, junto con unos bomberos, dieron con Neiby cerca de las 10:40 a. m., a unos dos kilómetros del campamento base.
Lo que encontraron no fue precisamente una reina de belleza. Neiby estaba prácticamente inmovilizada, incapaz de moverse por sí sola. Según Edgar, tenía una dolencia que le impedía caminar. “Si hubiéramos pasado 24 horas más, ahí se nos moría, despues de tantos días a la intemperie”, comentó con un nudo en la garganta. La Unidad de Rescate en Montañas de Bomberos actuó rápidamente, estabilizándola y guiándola a través del agreste terreno, incluso tuvieron que vadear una quebrada antes de poder llevarla a un hospital.
Ahora, Neiby recibe atención médica especializada. Los doctores la tienen sedada para bajarle la fiebre y recuperarla poco a poco. Le están dando tratamiento para evitar infecciones y, claro, ¡alimentación intensiva! Edgar nos contó que van a reunirse con los médicos este jueves para recibir una actualización sobre su estado. Además, programarle una cita con psiquiatría para evaluar su salud mental, ya que pasar quince días a la intemperie seguro le dejó secuelas.
El caso ha levantado muchísima curiosidad. ¿Cómo hizo Neiby para sobrevivir durante tanto tiempo en la montaña? ¿Qué la llevó a internarse en esa zona tan apartada? Estas preguntas siguen flotando en el aire. Mientras tanto, la familia celebra este feliz reencuentro, consciente de que tuvo que ser un milagro para lograrlo. Algunos señalan que quizá necesitaba alejarse un rato de todo, desconectarse de la rutina y encontrar paz en la naturaleza, aunque de una manera extrema. La vida a veces te da sorpresas, ¿verdad?
Finalmente, después de esta increíble historia, me pregunto: ¿Ustedes creen que deberíamos reconsiderar la importancia de la salud mental en nuestro país, especialmente en situaciones de estrés y crisis? ¿Qué medidas podrían implementarse para prevenir casos como el de Neiby y ofrecer mayor apoyo a quienes lo necesiten? ¡Déjenme saber qué piensan!
Todo empezó hace un par de semanas, cuando Neiby acompañó a su hermano a hacer unas compras al supermercado en Golfito. Entró al baño, salió, agarró un bus rumbo a Río Claro y se bajó en el famoso Kilómetro 20. Desde ahí, el rastro se perdió, dejando a su familia y a toda la comunidad en vilo. Las redes sociales explotaron con mensajes de esperanza y apoyo, mientras equipos de búsqueda recorrían la montaña sin descanso, enfrentándose a un terreno complicado y a la incertidumbre.
Y vaya que se fajaron. Bomberos, Cruz Roja, Policía de Fronteras, OIJ, voluntarios… hasta los baqueanos de Pérez Zeledón se sumaron a la búsqueda. Edgar, visiblemente emocionado, les agradeció a todos públicamente, diciendo que si no hubiera sido por ellos, la cosa se habría puesto aún más fea. “Agradecidos con Dios, con toda la gente que nos apoyó”, exclamó entre lágrimas, “No hay palabras para expresar lo que sentimos”.
Pero llegó un punto en que el desaliento acechaba. Edgar admitió haber pensado en tirar la toalla, pero la fe y el aliento de quienes creían en el milagro lo mantuvieron firme. “Iba a ser el último día entrando a la montaña, estaba cansado y agotado”, confesó. Pero entonces, ¡bam!, apareció la señal. Su hermana, junto con unos bomberos, dieron con Neiby cerca de las 10:40 a. m., a unos dos kilómetros del campamento base.
Lo que encontraron no fue precisamente una reina de belleza. Neiby estaba prácticamente inmovilizada, incapaz de moverse por sí sola. Según Edgar, tenía una dolencia que le impedía caminar. “Si hubiéramos pasado 24 horas más, ahí se nos moría, despues de tantos días a la intemperie”, comentó con un nudo en la garganta. La Unidad de Rescate en Montañas de Bomberos actuó rápidamente, estabilizándola y guiándola a través del agreste terreno, incluso tuvieron que vadear una quebrada antes de poder llevarla a un hospital.
Ahora, Neiby recibe atención médica especializada. Los doctores la tienen sedada para bajarle la fiebre y recuperarla poco a poco. Le están dando tratamiento para evitar infecciones y, claro, ¡alimentación intensiva! Edgar nos contó que van a reunirse con los médicos este jueves para recibir una actualización sobre su estado. Además, programarle una cita con psiquiatría para evaluar su salud mental, ya que pasar quince días a la intemperie seguro le dejó secuelas.
El caso ha levantado muchísima curiosidad. ¿Cómo hizo Neiby para sobrevivir durante tanto tiempo en la montaña? ¿Qué la llevó a internarse en esa zona tan apartada? Estas preguntas siguen flotando en el aire. Mientras tanto, la familia celebra este feliz reencuentro, consciente de que tuvo que ser un milagro para lograrlo. Algunos señalan que quizá necesitaba alejarse un rato de todo, desconectarse de la rutina y encontrar paz en la naturaleza, aunque de una manera extrema. La vida a veces te da sorpresas, ¿verdad?
Finalmente, después de esta increíble historia, me pregunto: ¿Ustedes creen que deberíamos reconsiderar la importancia de la salud mental en nuestro país, especialmente en situaciones de estrés y crisis? ¿Qué medidas podrían implementarse para prevenir casos como el de Neiby y ofrecer mayor apoyo a quienes lo necesiten? ¡Déjenme saber qué piensan!
