¡Ay, Dios mío! Qué historia nos llega directamente desde nuestro país. Resulta que una señora, doña María Lourdes Alvarado, está contando cómo la Virgencita de Guadalupe le hizo un regalazo: ¡ser mami!, después de años de luchar contra la infertilidad. Esto pasó en el día de la Virgen, así que imagínate la movida emocional.
La verdad es que la historia de Lourdes es de esas que te tocan el corazón. La pobrecita, desde muy jovencita, soñaba con tener un bebé, pero a sus treinta años le dieron un palo tremendo: le dijeron que no podría concebir nunca. ¡Imagínate el bajón!
Pero Lourdes no se echó las manos a la cabeza, no señor. La maraude decidió agarrarle con fe a la Virgen de Guadalupe, a quien le rogaba todos los días que le concediera el milagro de ser madre. Su conexión con la virgencita comenzó hace años durante una visita a la Basílica en México, donde dice haber sentido una presencia especial.
Cuenta Lourdes que viajó a México dos veces más, bien decidida a pedirle a la Virgen el milagro. Cuando no podía ir, simplemente seguía rezando desde acá, con la misma convicción. Una verdadera fiel, ¡qué dedicación! Como dicen por ahí, 'el que persevera alcanza'.
Y llegó el momento. A los 33 años, Lourdes tuvo una “señal”, como ella la llama. Un día, mientras trabajaba en casa, sintió un impulso irresistible de prender el televisor. Y fíjate tú qué casualidad: justo estaban transmitiendo una oración para mujeres embarazadas. ¡Qué sincronía!
Casi dos años después, ¡boom!, la noticia que cambiaría su vida: estaba embarazada. “Era algo inexplicable”, narra Lourdes, aún emocionada. Se cuidó al máximo durante todo el embarazo y, afortunadamente, todo salió bien. La chikita salió sana y salva, ¡una bendición!
Por supuesto, al nacer su hijita, Lourdes decidió ponerle Mariana, en honor a la Virgen María. Pero la historia no termina ahí. Lourdes prometió llevarla a visitar la Basílica de Guadalupe en México, y esperó hasta que Mariana tuviera edad suficiente para entender la importancia de este viaje. A los diez años, finalmente cumplieron la promesa. Al llegar, Lourdes nuevamente sintió esa misma presencia que la acompañó tantos años atrás. Madre e hija compartieron un momento mágico e inolvidable, recibiendo la bendición del sacerdote.
Ahora, en este día de la Virgen de Guadalupe, Lourdes celebra su fe y agradece el milagro que le permitió convertirse en madre. Dice que su devoción por la Virgencita sigue más viva que nunca, y que la considera una compañera constante en su vida. Dicen que la fe mueve montañas, y el caso de Lourdes parece confirmarlo. Ahora, compas, díganme ustedes: ¿creen que la fe puede hacer milagros como estos?
La verdad es que la historia de Lourdes es de esas que te tocan el corazón. La pobrecita, desde muy jovencita, soñaba con tener un bebé, pero a sus treinta años le dieron un palo tremendo: le dijeron que no podría concebir nunca. ¡Imagínate el bajón!
Pero Lourdes no se echó las manos a la cabeza, no señor. La maraude decidió agarrarle con fe a la Virgen de Guadalupe, a quien le rogaba todos los días que le concediera el milagro de ser madre. Su conexión con la virgencita comenzó hace años durante una visita a la Basílica en México, donde dice haber sentido una presencia especial.
Cuenta Lourdes que viajó a México dos veces más, bien decidida a pedirle a la Virgen el milagro. Cuando no podía ir, simplemente seguía rezando desde acá, con la misma convicción. Una verdadera fiel, ¡qué dedicación! Como dicen por ahí, 'el que persevera alcanza'.
Y llegó el momento. A los 33 años, Lourdes tuvo una “señal”, como ella la llama. Un día, mientras trabajaba en casa, sintió un impulso irresistible de prender el televisor. Y fíjate tú qué casualidad: justo estaban transmitiendo una oración para mujeres embarazadas. ¡Qué sincronía!
Casi dos años después, ¡boom!, la noticia que cambiaría su vida: estaba embarazada. “Era algo inexplicable”, narra Lourdes, aún emocionada. Se cuidó al máximo durante todo el embarazo y, afortunadamente, todo salió bien. La chikita salió sana y salva, ¡una bendición!
Por supuesto, al nacer su hijita, Lourdes decidió ponerle Mariana, en honor a la Virgen María. Pero la historia no termina ahí. Lourdes prometió llevarla a visitar la Basílica de Guadalupe en México, y esperó hasta que Mariana tuviera edad suficiente para entender la importancia de este viaje. A los diez años, finalmente cumplieron la promesa. Al llegar, Lourdes nuevamente sintió esa misma presencia que la acompañó tantos años atrás. Madre e hija compartieron un momento mágico e inolvidable, recibiendo la bendición del sacerdote.
Ahora, en este día de la Virgen de Guadalupe, Lourdes celebra su fe y agradece el milagro que le permitió convertirse en madre. Dice que su devoción por la Virgencita sigue más viva que nunca, y que la considera una compañera constante en su vida. Dicen que la fe mueve montañas, y el caso de Lourdes parece confirmarlo. Ahora, compas, díganme ustedes: ¿creen que la fe puede hacer milagros como estos?