¡Ay, Dios mío! Se armó un buen bronco en el Festival de la Luz, y ahora la Banda Lírica Cantonal de Moravia anda echándole ganas a las agrupaciones que quedaron afuera. Resulta que, después de que varios grupos decidieran no participar por las restricciones que puso la Municipalidad de San José, los moravienses decidieron mostrarle a esas bandas que no estaban solas en esta, y vaya que lo hicieron con estilo.
Todo empezó cuando la Banda Lírica Cantonal de Moravia, sí, esos que sí participaron en el festival, tuvieron una idea chiva: colocar una lona gigante con los escudos de las bandas que sufrieron las consecuencias de las nuevas reglas. Imagínate la escena: la lona, bien grande, con los escudos de la Banda 506 San Carlos y la Banda de Sarchí, gritando a los cuatro vientos que el talento costarricense merece respeto, sin tanta mordaza ni imposición.
Juan Pablo Cubillo, el director de la Banda Lírica Cantonal de Moravia, nos contó que la idea surgió porque sentían que era importante no solo embellecer las calles josefinas con su música, sino también mostrar solidaridad con sus compañeros artistas. “Nosotros lo único que estábamos haciendo era resaltar el nombre de dos bandas que no pudieron estar presentes y hacer ver que, de alguna forma, ellos estaban ahí; eran parte de ese desfile”, nos dijo con una sonrisa picada. ¡Qué pana, pura actitud!
Pero ojo, que la historia no termina ahí. Parece que la organización del festival no recibió la idea muy agridulce. Según cuenta Cubillo, empezaron a meterle presión, a querer apurar a la banda y luego a mantenerlos estancados en un lugar, mientras otras agrupaciones avanzaban tranquilamente. “Me sacaron con la policía municipal. O hacía lo que ellos querían, o me llevaban esposado, y si no, nos sacaban del desfile”, relató con un dejo de incredulidad en la voz. ¡Qué torta!
Y eso no es todo. Además de la manifestación simbólica con la lona, la Banda de Moravia decidió desafiar directamente las normas impuestas por la municipalidad. Resulta que la alcaldía había puesto un límite de 120 integrantes por agrupación, pero los moravienses llegaron con sus 175 músicos, negándose a dejar a nadie fuera. “Es imposible elegir, porque todos tienen talentos extraordinarios. Limitarles solo por una decisión de ese tipo no está dentro de mi panorama,” declaró Cubillo, defendiendo hasta el final el derecho de todos a participar.
Al parecer, las decisiones de la municipalidad generaron bastante polémica. Varias agrupaciones optaron por no participar para no tener que sacrificar a algunos de sus miembros. Sumado a esto, hubo denuncias sobre la falta de apoyo económico y alimentación adecuada para los artistas, lo cual contradice las promesas del alcalde Diego Miranda. ¡Qué diay! Prometen tres comidas y al final queda más frío que heladera.
Esta situación ha reabierto el debate sobre cómo se valora y se apoya el arte en Costa Rica. Muchas voces han criticado la gestión de la municipalidad, señalando que las restricciones impuestas no solo afectan a las bandas, sino también a la riqueza cultural del país. Se ve que la vara está alta, y hay mucho por mejorar para garantizar que todos los artistas tengan las mismas oportunidades de brillar, independientemente de su tamaño o popularidad. Este brete nos demuestra que el talento necesita espacio, cariño y, sobre todo, respeto.
Después de toda esta movida, me pregunto: ¿Crees que la municipalidad debería reconsiderar sus políticas hacia las bandas musicales y buscar soluciones que permitan la participación de todas las agrupaciones, o estás de acuerdo con las medidas tomadas para garantizar el orden y la logística del Festival de la Luz?
Todo empezó cuando la Banda Lírica Cantonal de Moravia, sí, esos que sí participaron en el festival, tuvieron una idea chiva: colocar una lona gigante con los escudos de las bandas que sufrieron las consecuencias de las nuevas reglas. Imagínate la escena: la lona, bien grande, con los escudos de la Banda 506 San Carlos y la Banda de Sarchí, gritando a los cuatro vientos que el talento costarricense merece respeto, sin tanta mordaza ni imposición.
Juan Pablo Cubillo, el director de la Banda Lírica Cantonal de Moravia, nos contó que la idea surgió porque sentían que era importante no solo embellecer las calles josefinas con su música, sino también mostrar solidaridad con sus compañeros artistas. “Nosotros lo único que estábamos haciendo era resaltar el nombre de dos bandas que no pudieron estar presentes y hacer ver que, de alguna forma, ellos estaban ahí; eran parte de ese desfile”, nos dijo con una sonrisa picada. ¡Qué pana, pura actitud!
Pero ojo, que la historia no termina ahí. Parece que la organización del festival no recibió la idea muy agridulce. Según cuenta Cubillo, empezaron a meterle presión, a querer apurar a la banda y luego a mantenerlos estancados en un lugar, mientras otras agrupaciones avanzaban tranquilamente. “Me sacaron con la policía municipal. O hacía lo que ellos querían, o me llevaban esposado, y si no, nos sacaban del desfile”, relató con un dejo de incredulidad en la voz. ¡Qué torta!
Y eso no es todo. Además de la manifestación simbólica con la lona, la Banda de Moravia decidió desafiar directamente las normas impuestas por la municipalidad. Resulta que la alcaldía había puesto un límite de 120 integrantes por agrupación, pero los moravienses llegaron con sus 175 músicos, negándose a dejar a nadie fuera. “Es imposible elegir, porque todos tienen talentos extraordinarios. Limitarles solo por una decisión de ese tipo no está dentro de mi panorama,” declaró Cubillo, defendiendo hasta el final el derecho de todos a participar.
Al parecer, las decisiones de la municipalidad generaron bastante polémica. Varias agrupaciones optaron por no participar para no tener que sacrificar a algunos de sus miembros. Sumado a esto, hubo denuncias sobre la falta de apoyo económico y alimentación adecuada para los artistas, lo cual contradice las promesas del alcalde Diego Miranda. ¡Qué diay! Prometen tres comidas y al final queda más frío que heladera.
Esta situación ha reabierto el debate sobre cómo se valora y se apoya el arte en Costa Rica. Muchas voces han criticado la gestión de la municipalidad, señalando que las restricciones impuestas no solo afectan a las bandas, sino también a la riqueza cultural del país. Se ve que la vara está alta, y hay mucho por mejorar para garantizar que todos los artistas tengan las mismas oportunidades de brillar, independientemente de su tamaño o popularidad. Este brete nos demuestra que el talento necesita espacio, cariño y, sobre todo, respeto.
Después de toda esta movida, me pregunto: ¿Crees que la municipalidad debería reconsiderar sus políticas hacia las bandas musicales y buscar soluciones que permitan la participación de todas las agrupaciones, o estás de acuerdo con las medidas tomadas para garantizar el orden y la logística del Festival de la Luz?