¡Ay, Dios mío! Quién se imaginaría, ¿verdad, compas? Una tragedia así en pleno vuelo. Una señora de 89 años falleció durante un viaje de Málaga a Londres, y la cosa se puso más complicada de lo que nadie pensaba. Entre versiones cruzadas y redes sociales explotando, la cosa quedó bastante turbia, para serle honesto.
Todo empezó con un vuelo de EasyJet, el EZY8070, que tenía previsto llegar a Londres-Gatwick. Pero antes de que ni volaran bien alto, hubo que darle media vuelta al asunto porque, lamentablemente, la viajera dejó de estar con nosotros. Al principio, empezaron a correr rumores por las redes –como siempre pasa– diciendo que la pobre ya llegó muerta al avión. ¡Qué barbaridad! Pero la cosa no era tan simple, diay.
Un pasajero, Tony Coatesworth, decidió ponerle fin a tanta especulación. Este mae, agarrándose a sus redes sociales, contó que la señora estaba viva cuando la ayudaron a sentarse. Dijo que hasta la vio respirar, ¿se imaginan? Así que salió a defender la memoria de la señora y pidió un poquito de respeto para su familia. Me parece justo, ¿no?
Según el testimonio de Coatesworth, la señora no iba acompañada por cinco familiares como decían, sino por un hombre y una jovencita. Además, recalca que recibió ayuda del personal del aeropuerto, que la estaban cuidando muy bien. Él enfatizó que aunque la señora parecía enfermita, nadie podía haber predicho lo que pasó. “Todos regresamos a casa. Ella no,” escribió Coatesworth, con toda la razón del mundo. Es una situación tristísima, sin duda alguna.
Lo que se sabe es que la señora abordó el avión en silla de ruedas y sus acompañantes le avisaron a la tripulación que estaba cansada y dormilona. Todo parecía normal hasta que, al acercarse al aeropuerto, otros pasajeros notaron que no respondía. Ahí sí prendieron las alarmas, y el piloto tuvo que tomar la decisión de darlo todo atrás y volver a tierra firme. Imaginen el susto que se llevó la gente ahí adentro...
Después del aterrizaje, llegaron las autoridades –Guardia Civil y personal médico forense– para confirmar oficialmente el fallecimiento. El vuelo, obviamente, sufrió un retraso considerable, ¡más de once horas! Una eternidad, para colmo. Uno no puede ni pensar en las familias esperando noticias y todo este embrollo, ¡qué torta!
EasyJet, tratando de meterle agua al asadero, emitió un comunicado negando rotundamente que la señora llegara muerta al avión. Dijeron que tenía un certificado médico que daba luz verde para volar y que estaba viva al momento del embarque. Lamentaron lo sucedido y ofrecieron sus condolencias a la familia, como es debido. Pero bueno, estos comunicados así, a veces... no convencen mucho, ¿verdad?
Este caso nos deja varias reflexiones, mi pana. Nos hace pensar en los protocolos médicos en los vuelos, sobre todo cuando viajan personas mayores con problemas de salud. Además, nos recuerda que antes de sacar conclusiones precipitadas en redes sociales, deberíamos ponernos en el lugar de aquellos que están sufriendo una pérdida irreparable. ¿Ustedes creen que las aerolíneas deberían tener requisitos aún más estrictos para permitir que personas con enfermedades graves vuelen, incluso si tienen autorización médica?
Todo empezó con un vuelo de EasyJet, el EZY8070, que tenía previsto llegar a Londres-Gatwick. Pero antes de que ni volaran bien alto, hubo que darle media vuelta al asunto porque, lamentablemente, la viajera dejó de estar con nosotros. Al principio, empezaron a correr rumores por las redes –como siempre pasa– diciendo que la pobre ya llegó muerta al avión. ¡Qué barbaridad! Pero la cosa no era tan simple, diay.
Un pasajero, Tony Coatesworth, decidió ponerle fin a tanta especulación. Este mae, agarrándose a sus redes sociales, contó que la señora estaba viva cuando la ayudaron a sentarse. Dijo que hasta la vio respirar, ¿se imaginan? Así que salió a defender la memoria de la señora y pidió un poquito de respeto para su familia. Me parece justo, ¿no?
Según el testimonio de Coatesworth, la señora no iba acompañada por cinco familiares como decían, sino por un hombre y una jovencita. Además, recalca que recibió ayuda del personal del aeropuerto, que la estaban cuidando muy bien. Él enfatizó que aunque la señora parecía enfermita, nadie podía haber predicho lo que pasó. “Todos regresamos a casa. Ella no,” escribió Coatesworth, con toda la razón del mundo. Es una situación tristísima, sin duda alguna.
Lo que se sabe es que la señora abordó el avión en silla de ruedas y sus acompañantes le avisaron a la tripulación que estaba cansada y dormilona. Todo parecía normal hasta que, al acercarse al aeropuerto, otros pasajeros notaron que no respondía. Ahí sí prendieron las alarmas, y el piloto tuvo que tomar la decisión de darlo todo atrás y volver a tierra firme. Imaginen el susto que se llevó la gente ahí adentro...
Después del aterrizaje, llegaron las autoridades –Guardia Civil y personal médico forense– para confirmar oficialmente el fallecimiento. El vuelo, obviamente, sufrió un retraso considerable, ¡más de once horas! Una eternidad, para colmo. Uno no puede ni pensar en las familias esperando noticias y todo este embrollo, ¡qué torta!
EasyJet, tratando de meterle agua al asadero, emitió un comunicado negando rotundamente que la señora llegara muerta al avión. Dijeron que tenía un certificado médico que daba luz verde para volar y que estaba viva al momento del embarque. Lamentaron lo sucedido y ofrecieron sus condolencias a la familia, como es debido. Pero bueno, estos comunicados así, a veces... no convencen mucho, ¿verdad?
Este caso nos deja varias reflexiones, mi pana. Nos hace pensar en los protocolos médicos en los vuelos, sobre todo cuando viajan personas mayores con problemas de salud. Además, nos recuerda que antes de sacar conclusiones precipitadas en redes sociales, deberíamos ponernos en el lugar de aquellos que están sufriendo una pérdida irreparable. ¿Ustedes creen que las aerolíneas deberían tener requisitos aún más estrictos para permitir que personas con enfermedades graves vuelen, incluso si tienen autorización médica?
